Esta semana, tal como había adelantado Bichos de Campo el viernes pasado, los inversores especulativos que operan en el mercado estadounidense CME Group (“Chicago”) pusieron “reversa” y comenzaron a reducir “apuestas” bajistas en soja.
Ese reposicionamiento impulsó una notable recuperación de los precios del contrato más cercano de soja del CME Group, que posteriormente se licuó en línea con una agresiva toma de ganancias por parte de los fondos.
Los fundamentos propios del mercado de soja en el corto plazo son mayormente alcistas con un EE.UU. que presenta bajas existencias históricas del poroto y una producción sudamericana cuyo número final presenta serias dudas por factores climáticos adversos.
Sin embargo, en la actual coyuntura la “lógica del casino” prevalece sobre las variables propias del mercado agrícola, lo que implica que no resulta sencillo pronosticar la evolución de las cotizaciones de la oleaginosa.
En ese esquema, intentar encontrar justificativos de mercado que expliquen la volatilidad resulta una suerte de entretenimiento más que un análisis fidedigno de la realidad imperante.
El panorama se torna mucho más inquietante ante la seguidilla de conflictos geopolíticos que, en lo inmediato, alteran o pueden alterar la logística de rutas comerciales, aunque tienen también el potencial de reconfigurar la matriz comercial de los commodities agrícola a escala global.
Por lo tanto, los administradores de fondos de inversión agrícolas, si bien “viven” de intentar obtener utilidades por medio de la anticipación de las tendencias del mercado, en situaciones convulsionadas pueden transformarse ellos mismos en la tendencia al “apostar” tanto a favor como en contra de los diferentes productos y, cada tanto, liquidar posiciones para tomar ganancias.
En el medio de ese “casino” están los productores sudamericanos que están ya levantando o por cosechar la soja y no cuentan con señales claras para poder gestionar la comercialización de la soja con un horizonte que pueda generar una mínima certeza.
ASI ES .