“El deporte me enseñó que con sacrificio las cosas llegan, es algo que aprendí arriba del cuatriciclo, jugando al tenis y que aplico a mi vida”, rubrica David “Bachi” Roggero, productor del sur de Córdoba, Laboulaye, ex presidente de Aapresid (Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa), a quien le propusimos hablar de su pasión por el quadcross y el tenis en uno de los capítlos de Oli-Nada-Garcas, El podcast de tu vida, que se pueden escuchar en Spotify.
Bachi conoció la actividad agropecuaria como legado de su padre, Florentino, que hoy, a los 86 años (en noviembre cumple 87), le sigue metiendo cada vez que puede, al campo y al tenis.
Repasando su palmares con los cuatris, en 2007 quedó tercero en la categoría mayor de Quad Cross (una especie de motocross pero en cuatris) teniendo rivales como Santamarina, Dimaio, y los hermanos Patronelli: Alejandro -ganador del rally Dakar en 2011 y 2012) y Marcos (2010, 2013 y 2016). En 2011 fue campeón Argentino de la categoría Master.
Hablamos del entrenamiento para correr, de lo que le costó convencer a sus padres, las carreras más lindas, la tristeza de haber perdido un amigo en la competencia y lo que le dejó el deporte.
¿Y en el tenis? Su padre se hizo una cancha al lado de la casa, por lo que Bachi se crió jugando al tenis y llegó a competir en torneos nacionales. Entre otras cosas le pregunté ¿A quien se parece en su juego o con quien se identifica? ¿Rafa Nadal, Roger Federer o Nole Djokovic? Pasen y lean…
-¿Por qué “Bachi”?
-De chico era bastante inquieto, digo inquieto para no decir otra cosa… y en ese momento había un boxeador acá en Laboulaye que era el “Bachicha” y se ve que era saltarín, movedizo. Y me apodaron como él.
-¿Cómo surgió tu acercamiento con los cuatriciclos? ¿Cuáles son tus primeros recuerdos?
-En eso de que era bastante inquieto de chico. Yo nací en 1971 y tengo dos hermanas más grandes que me llevan 4-5 años. En ese momento estaba de moda el regalo para los 15 de una moto. Cuando la más chica cumplió 15 yo tendría 10 años, ponele. De ahí empieza mi vínculo con el mundo motor… que duró poco al principio porque bastó que me prestaran o se la sacara (se ríe)… y que mis viejos se enteraran para que me lo cortaran de cuajo. Imaginate, en el pueblo nos conocemos todos, llegaron comentarios de que no andaba con mucho cuidado y se acabó.
-¿Y entonces?
-Mi padre me dijo “yo no pienso darte un peso para pagar tu muerte”. Así de sencillo y directo. Pero me dijo que cuando tuviera mi propia plata hiciera lo que quisiera. Pasó el tiempo, cuando tenía casi 25 me recibí de agrónomo y al principio empecé a trabajar con mi viejo, y a los dos años tuve mi primer trabajo como asesor en una cooperativa de tamberos. ¿Y qué hizo el ingeniero David Roggero? Con el primer recibo de sueldo me presenté en una entidad bancaria y le pregunté al gerente qué crédito podía tomar. Con ese crédito fui a comprar un cuatriciclo que era de los primeros que tenía Gastón González que más de uno que conoce este mundillo lo tiene porque, por ejemplo, ha corrido el Dakar, corre rally cross en auto. El es de Laboulaye.
¿Y por qué cuatriciclo y no moto?
-El verano anterior a que yo cobrara ese primer sueldo y sacara el crédito, tuve la suerte de que a un amigo le habían regalado dos cuatriciclos para andar en el campo. ¡No te puedo contar las cosas que hicimos con esos cuatriciclos ese verano! Entonces yo pensé, lo uso para sacarme las ganas y también para trabajar. Y así empecé.
-¿Qué es lo primero que te acordás de olores, sonidos, cosas del taller? ¿Sos de los que le gusta competir, pero también la mecánica?
-En un primer momento pensé que iba a ser algo laboral y de diversión nomás. Esa situación me acompañó 2-3 años. La realidad es que por otro amigo de la ciudad también me contó de una carrera que había en San Luis y me animé. Fuimos con mi padre, que no estaba de acuerdo, pero me acompañó. Eran competencias como de enduro, tipo rally, y terminé corriendo todo el campeonato. Tratando de responder tu pregunta, no, no había mucho vínculo con el taller. Sí directo con el cuatriciclo.
-Ese fue tu primer año de competencia, ¿Cuántos años tenías?
-Me compré el cuatri cuando tenía 27 años, ya grande. En 2001 fue mi primer campeonato en esa disciplina. Después me pase a otra que se llama quadcross que es lo mismo que el motocross.
-¿Seguís corriendo hoy?
-Yo competí durante 12 años. Y después ocurrieron algunas cosas. Primero que yo ya no había arrancado joven, tenía 40-42 y la verdad que la disciplina que estaba haciendo, y cada tanto hago algo, es muy exigente desde lo físico. Hoy no estoy compitiendo, pero sigo teniendo el cuatriciclo y cada tanto despunto el vicio.
-¿Qué preparación o entrenamiento necesitás para ser corredor de quadcross?
-Lo que me gustaría destacar es que, como deporte, te diría que, si uno pudiera disminuir al máximo el riesgo de caerse, de tener un accidente, como deporte es súper integral. Así como la natación, les puedo asegurar que el quadcross también te permite trabajar todo el cuerpo. Te exige por todos lados. Yo hacía todo a pulmón. Iba acomodándome. Y como buen tano tengo la competencia en mi ser. No me conformaba con correr, yo quería competir, ganar. Entonces, uno tiene dos caminos: poder hacer una preparación acompañado con gimnasio y entrenamiento externo, o bien, entrenar andando. Con la contra de que todos sabemos que los fierros se gastan y si no tenés suficientes recursos para poder tener otro cuatri, corrés el riesgo de que se rompa. Pero bueno, nadie te quitará lo bailado. Mi entrenamiento era andar por lo menos 3-4 veces en la semana.
-¿Y cuándo entrenabas?
-Llegaba de trabajar y con una hora o una hora y media de luz que tuviera me las arreglaba, salía de la puerta de casa y volvía. El entrenamiento que hacía era de no más de media hora. Es muy desgastante.
-¿Cómo es el quadcross?
-Se corre en un circuito con saltos altos, en el caso de Laboulaye tenía 27 metros de largo, uno volaba 4-5 metros de altura, de locos. Si no tenés estado quizás volás pero después hay que amortiguar esa caída ¡y caer arriba del cuatri! Jaja.
-¿Con la mecánica como te las arreglabas?
-Cuando uno tiene una manta corta, como mi caso, tenía que administrar bien los recursos. Por eso siempre competí tratando de pedirle a esa máquina que no me dejara a pie. Entonces para eso optaba siempre tenerlo medianamente estándar. Sobre todo, a nivel de motor. Así tuve que abandonar muy pocas veces. Entonces, todo lo que no fuera motor lo hacía yo y del motor lo hacía un mecánico. El último es un mecánico amigo de Villa María. Necesitás que sea alguien confiable.
-¿Alguna anécdota de tantos años corriendo? En competencia o con el cuatri… por ejemplo, llegué al casamiento en cuatriciclo, o algo por el estilo…
-Te voy a contar un par de cosas, y algo a título de homenaje y espero no sensibilizarme demasiado. Todo lo que me ha pasado con el cuatri es lindo. Más allá de las competencias salimos a hacer travesías, esto que te contaba con un deseo hoy realizado, pero, por ejemplo, llegué a correr en Estados Unidos cuando uno de mis hijos tenía apenas 9 meses. Corrí en la meca de la disciplina. También he corrido dos carreras emblemáticas: el enduro del verano, que se hace en Villa Gesell, a esa carrera fui 11 o 12 años. Me encanta. Y también fui casi en el final de mi carrera a correr la Vuelta de Tierra del Fuego, en la que un día vas de Río Grande hasta Ushuaia y al otro día volvés. Se corre por los bosques, barro, todo muy agreste.
-¿Y lo del homenaje?
-Bueno, así como me dio amigos, el quadcross me quitó también uno de mis mejores amigos, un mendocino, Fabián Mandarino, que nos conocimos en los inicios en el enduro. Fue él quien me convenció que tenía que pasarme al quad. Corrimos muchos años a la par, éramos amigos y rivales. Muy amigos afuera y muy rivales en la pista. Y una vez, en su pista de entrenamiento en Tupungato, una de las mejores pistas del país, en una competencia, queriéndome superar a mí en un salto, al lado mío hace un mal movimiento, tiene un accidente y fallece. Hoy me acompaña desde otro lugar (se emociona).
-Gracias por compartir tu emoción Bachi. Te cambio de pasión, ¿Cómo empezaste con el tenis?
-La falta de apoyo de mi padre al cuatri también tenía que ver con su fanatismo por el tenis. El quería que jugara al tenis. Hoy en día, con 86 años sigue jugando cuando el físico se lo permite alguna vez por semana. El empezó, igual que yo con el cuatri, de grande al tenis, porque antes había jugado al fútbol, pero recién a los 30 se metió con tenis. Tan fanático que cuando se hizo su casa se armó una cancha de tenis al lado. Asique casi nací con una cancha de tenis a tiro. Competí hasta los 18-19 años en torneos nacionales. Y después me llevó puesto el furor del paddle, el de los 90s, ahora volvió.
-¿Cuál es tu estilo de jugador preferido? ¿O cómo quien jugás? ¿El Guerrero español Rafael Nadal? ¿El cirujano Suizo Roger Federer? o ¿El robot Nole Diokovich?
-Sería poco humilde si me quiero comparar con alguno de ellos. Pero me identifico con el estilo de Nadal, el peleador, sanguíneo, no dejar las cosas hasta que terminan. A todo lo que hago le pongo garra. Pero el que más me gusta de los tres es Roger. Tiene el equilibrio justo: especialista en lo que hace, guerrero, pero no lo demuestra, ¡es increíble que no transpira!
-¿Qué es lo que más te gusta del deporte?
-Básicamente me ha permitido poder conocer otras realidades y personas, además de otros lugares. Creo que me ha servido para entender que a través del sacrificio los resultados llegan. Los resultados no se dan porque sí. El talento solo no es suficiente. Y la actitud y la garra solos, per se, tampoco alcanzan. Aunque la garra no se negocia, Buenísimo es cuando podés juntar talento y actitud. Ahí aparecen los Federer, Nadal, etc…
-Como cierre, decime qué tema musical te gustaría dejar sonando…
-El tema que elijo sin dudas y me sigue emocionando, quizás porque me remonta a mi juventud es “Persiana americana”, de Soda Stereo.