Aunque para el santafecino Carlos Powell no es más que una anécdota, ser pariente lejano de Robert Baden-Powell, el fundador del movimiento de los Boy Scouts, es algo que sin dudas marcó su espíritu curioso. Y como diseñador y fabricante de maquinaria agrícola, aquella cualidad resulta más que clave.
“Tengo algunas cartas que quedaron en la familia donde había intercambio de información, y tengo un hermano que siempre usa el lema de “siempre listos”. Los Powell llegaron a Argentina por mi bisabuelo, que vino con el ferrocarril. Era maquinista e irlandés, así que los ingleses no lo querían para nada. Se afincó en Mendoza y se caso con una viuda italiana, así que la mezcla de raíces es grande”, contó Carlos en conversación con Bichos de Campo.
Mirá la nota completa acá:
Esa tradición familiar ligada a los fierros prendió de alguna manera en Powell, que al momento de elegir una carrera no dudó en optar por ingeniería mecánica. Y su formación fue una de lujo, ya que sus primeros trabajos los hizo dentro de John Deere.
“Tuve la suerte de empezar ahí y eso es algo que te marca, que te hace seguir por ese camino. Fue a principios de los 70. Luego empecé a trabajar en una fábrica de cosechadoras de Arquito. Toda mi carrera la hice con maquinaria agrícola”, recordó.
Su pasión por el diseño de maquinaria lo llevó con los años a avanzar en su propio emprendimiento, que hoy se encuentra radicado en la localidad de Capitán Bermúdez y lleva su apellido. Fue allí que logró explotar un rubro que, hasta entonces, se encontraba poco explorado en el país: la fabricación de maquinarias pequeñas.
Ver esta publicación en Instagram
“Era un hueco que las empresas grandes en general no querían atender porque les resultaba un incordio. El que está haciendo experimentación necesita que el material sea implantado de la misma manera que en la producción. Ahí empezamos a preparar algunos equipos para semilleros, generalmente son máquinas de tres puntas y cuatro surcos, con mucha tecnología”, indicó Powell.
El pedido inicial vino de productores de Bolivia, que necesitaban una maquina manual para horticultura, algo que no era sencillo de encontrar en el mercado.
“Era una sembradora manual, muy sencilla, y cuando la subimos a internet ahí empezó a aparecer gente que quería algo parecido, y que nos fue guiando en lo que sería una línea de desarrollo de producto. Ese sector estaba muy huérfano y lo sigue estando de alguna forma”, señaló el empresario.
Lo que inició con una sembradora rápidamente se convirtió en un portfolio de productos que incluyó cinceles, rotovatoras y hasta mulchineras.
“Hemos hecho diseño para varias terminales pero lo que yo podía fabricar eran solo máquinas chicas, y me he dado el gusto de hacer unas cuantas. El hecho de la relación con las terminales me permitió acceder a proveedores de servicios de producción de primera línea. Siempre trabajamos con la máxima tecnología industrial”, señaló Powell, que hoy comercializa sus desarrollos en todo el país.
“La tecnología nos está permitiendo trabajar en la computadora, compartir con el cliente el equipo que estamos pensando, y recién cuando estamos de acuerdo fabricarlo”, añadió a continuación.
-¿Te le animás a todo o alguna vez tuviste que recular?- le preguntamos.
-El entusiasmo y emprendedurismo de la gente te empuja a no querer dejar sola a esa persona. Si vos te animás, yo me animo. Siempre hablamos con el productor y le decimos que es una máquina especial, y que nos comprometemos a seguirlo hasta que encuentre lo que él quiere. Con ese compromiso vamos trabajando juntos.





