En menos de un mes iniciará la siembra temprana de maíz, al menos entre aquellos productores más osados que se animen a empezar la campaña gruesa en medio de una restricción hídrica fuerte. Pero ese no es espíritu de la mayoría y hay quienes tienen dudas en torno a la campaña maicera por venir. Frente a eso, especialistas brindan recomendaciones de manejo y alientan a los agricultores a prestar atención a otras variables más allá del agua.
El ingeniero agrónomo especializado en ecofiosiología del maíz, Gustavo Ángel Maddonni, es uno de esos expertos, que arroja dos claves fundamentales: prestar atención a la fecha de siembra y analizar la densidad que se busca conseguir.
“Los cultivos tempranos tienen en general su barbecho en otoño, a la salida de un cultivo antecesor que consumía agua hacia las etapas finales de su ciclo. En otoño esos perfiles comienzan a recargarse y durante el invierno esa recarga es menor y recién se retomaría en primavera. En los años niña como el actual, ha llovido poco en verano y en otoño, y se llega a una primavera con situación hídrica compleja como la que enfrentarán los maíces tempranos ahora”, explicó Maddonni a Bichos de Campo.
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“A través de modelos de simulación que hicimos, por ejemplo tomando las series históricas de Pehuajó, vemos qué probabilidad tengo de tener déficit hídrico y qué necesidad hídrica tiene un maíz temprano. Esos suelos, que pueden almacenar 200 milímetros a dos metros de profundidad, con menos de 150 milímetros al momento de la siembra tendrían un escenario complicado de cara a la floración. Y tengamos en cuenta que el año seco sigue”, agregó a continuación.
-¿Cuántos milímetros son considerados suficientes y cuánto es considerado poco?– le preguntamos.
-Varía mucho entre localidades. En general, uno puede ir mirando distintas localidades y referirse a menos del 75%, menos del 80% del agua total almacenada. En otras será del 70%. Con esas cantidades ya es riesgoso planificar sembrar temprano. Siempre es mejor demorar a diciembre porque en general, hacia ese mes, tengo la oportunidad de recargar el perfil con la primavera. En general está más cómodo de agua el maíz tardío que el maíz en verano.
-¿Cuál sería la recomendación para aquel productor que por cualquier motivo quiere hacer de igual forma un maíz temprano?
-Si por cuestiones empresariales se decide sembrar temprano, lo que hay que hacer es ajustar la densidad de siembra que utilice el maíz temprano hacia abajo. Hay que reducir la cantidad de plantas. De esa manera, en etapas vegetativas vas a tener una menor consumo de agua porque hay menos plantas, y se va a desplazar ese consumo hacia el período más crítico. Así y todo va a ser complicado, porque es un año niña donde en el período crítico no va a llover mucho. Lo ideal es bajar la densidad.
-¿De qué forma puedo saber cuántos milímetros se han acumulado en el suelo?
-Hay dos maneras. Una es la directa y en estos momentos sería importante hacerla: hacer un muestreo de suelo en profundidad, porque quizás llueve y se recargan los perfiles sólo en los primeros centímetros. Habría que tomarse el trabajo de hacer ese monitoreo de contenido hídrico en los lotes. La otra manera es con un modelo de simulación, donde uno carga las lluvias desde el primero de abril y hace un balance para obtener un valor estimativo para ese perfil.
-Más allá de la siembra en un año Niña, el maíz se ha comenzado a sembrar en zonas que no eran las tradicionalmente aptas, hablamos de suelos marginales, gracias a que la frontera agrícola se fue corriendo. ¿Cuál es tu recomendación para esos casos?
-Yo dirijo una red de producción de maíz en ambientes marginales, que es muy importante a nivel nacional, porque la producción de maíz se duplicó en toneladas en los últimos diez años gracias a la expansión hacia estos ambientes que decís. Lo interesante justamente en estos ambientes es que este cultivo se posicionó gracias a la demora en la fecha de siembra. O sea, en estos ambientes se siembra siempre tardío y a su vez se bajó la densidad. La combinación de fecha tardía y baja densidad de siembra da un mejor escenario hídrico para estos cultivos, tanto en momentos secos como para sembrar en ambientes marginales.