Imagínese si los políticos, por cada acto de hipocresía que cometen, debieran dejar el 33% de sus ingresos (los blancos, los grises y los oscuros) en las arcas del Estado, como hacen los productores de soja cada vez que venden (incluso en negro) sus cosechas: Son tantas las mentiras y las acomodos de discursos que lo más probable es que el déficit fiscal no sería un problema, pues la recaudación crecería vertiginosamente.
Claro que este plan tiene un defecto: no hay partido ni personalidad política capaz de definir cuándo los políticos cometen un acto de hipocresía. ¿Quién está libre de culpa como para tirar la primera piedra?
Pero si existiera esa posibilidad, sin duda que el Estado argentino sería inmensamente rico, pues hay casos de políticos hipócritas que se repiten todos los días. Cuando no hablan de más, es porque no tienen promesas para lanzar al viento, no están de campaña. Y cuando callan es seguramente porque ya han llegado al gobierno y entonces prefieren esquivar la verdad. Finalmente hipócritas, quizás hubiera que aplicar un tarifario distinto para uno u otro caso, por las mentiras en exceso y los silencios oprobiosos. Pero en todos los casos la factura siempre diría lo mismo: Cobro de retenciones por hipocresía.
En las últimas horas hemos presenciado un caso que quizás deba pagar la tarifa más alta: el ex ministro de Economía, Sergio Massa, y su ex secretario de Agricultura, Juan José Bahillo, en el marco de una campaña política lanzada por el Frente Renovador (uno de los tres soportes del anterior gobierno), ha comenzado a denostar la posibilidad de que el actual gobierno, liderado por el libertario Javier Milei, suba las retenciones que cobra a los productores agropecuarios.
Sí, léase bien porque la hipocresía linda con el territorio de lo difícilmente creíble: Massa y Bahillo criticaron con una placas y declaraciones la posible suba de retenciones que discute actualmente el Congreso Nacional, en el marco de la Ley Ómnibus de Javier Milei.
Si lo de Milei ya era un acto bastante hipócrita, porque en la campaña había prometido eliminar el tributo exportador, pero ni bien asumió hizo totalmente lo contrario sin dar ningún tipo de explicación ni pidiendo disculpas, lo de Massa y Bahillo es realmente insoportable, porque cuando tuvieron el poder y la posibilidad de hacerlo -estaban en el gobierno y al mando de los resortes de la economía- no bajaron las retenciones que ahora dicen no deberían subir.
“A través de una serie de mensajes en redes acompañados de flyers con gráficos que ilustran el peso del sector agropecuario y de las pymes en la economía y el impacto negativo de un aumento de las retenciones, Intendentes, diputados nacionales y legisladores provinciales del Frente Renovador que lidera Sergio Massa activaron una campaña en defensa del campo y de la pequeña y mediana empresa, en oposición a la suba de las retenciones”, informó el diario digital Infobae.
Y uno no lo hubiera creído si no fuera porque al rato…
En 2023, con la peor sequía que vivimos, @sergiomassa bajó las retenciones. Hoy el gobierno, con la mejor cosecha de la historia, pretende subirlas. Hay otro camino, y creemos que hay que seguir la misma senda.#NoAlAumentoDeRetenciones#HayOtroCamino pic.twitter.com/HkGW2JSvN4
— Juan José Bahillo (@JuanjoBahillo) January 21, 2024
Es una hipocresía feroz la del ex secretario, que alguna vez declaró a este medio, Bichos de Campo, que estaba de acuerdo con discutir el reemplazo de las retenciones por otro impuesto, porque era un pésimo tributo, que concentraba la actividad y dejaba al margen a muchos productores. No lo hizo, finalmente, y no fue por falta de tiempo sino simplemente por cobardía o conveniencia. La faltan bolas, diría mi abuelo. Uno no debería poder convivir con lo que siente que está mal, debe intentar cambiarlo… Y si no puede, debe decir perdón, no pude, lo lamento. Bahillo en esos casos prefiere guardar silencio.
Miente de modo feroz el ex secretario de Agricultura cuando -en una sobada de huevos mayúscula a Massa- define que “en 2023, con la peor sequía que vivimos, Sergio Massa, bajó las retenciones”.
Massa, en septiembre, en plena campaña electoral, cuando faltaban solo tres meses para el cambio de gobierno, eliminó las retenciones a un puñado de economías regionales que estaban pendientes, en un sendero de rebajas que se había iniciado a fines de 2020. Pero ni en pedo retocó las retenciones a la soja que siguieron en máximos del 33% cuando eran los productores de soja los que estaban cosechando la mitad de su volumen habitual. No bajó tampoco las retenciones del trigo, o las del maíz, ni la de ningún cultivo estropeado por la falta de lluvias.
Para que se entienda, Massa, en plena sequía que destruyó la producción de granos a la mitad, no rebajó ni un punto de las retenciones a los granos afectados por esa sequía, que les faltaban a los productores. Entonces, si el valor de la cosecha se redujo de 35.000 millones de dólares a solo 20.000 millones de dólares, como efectivamente sucedió, él siguió apropiándose del mismo 33% o 12% del valor bruto de los cultivos, sin discriminar si eran grandes, pequeños o medianos los productores, si estaban a punto de fundirse, si no podrían levantar las deudas asumidas para producir. Flor de H de P, diría mi abuelo, que de estas cosas sabía.
Fue el de Massa y Bahillo, el de Cristina y Alberto, el gesto más insolidario y menos peronista que se recuerde en años. Arréglensela solos. Y además el tipo justificaba su fracaso diciendo que era él quien había padecido “la peor sequía de la historia”. No los otros sino él, hipócrita.
Massa y Bahillo, socios de la doctora Cristina Kirchner en la aventura de instalar un presidente llamado Alberto Fernández, no dijeron nada tampoco sobre las retenciones, cuando aquel gobierno -en diciembre de 2019- pidió al Congreso facultades delegadas para elevar el tributo, como hace Milei ahora. Finalmente las retenciones a la soja se elevaron al 33% en marzo de 2020, y Massa mutis por el foro. No dijo nada. Esa es la hipocresía del silencio, del que calla cuando le conviene. Quizás ahí le corresponda la multa más barata.
Massa tampoco dijo nada cuando en octubre de 2020 su ministro de Economía, el mencionado Guzmán, eliminó el diferencial histórico de retenciones que rige a favor de la industria aceitera, que es exactamente lo mismo que quiere hacer el presidente Milei para arañar otros mugrosos 400 millones de dólares adicionales de retenciones, que serán descontados -again- a los productores.
Massa fue todavía peor que eso: en su mandato como ministro mantuvo un insostenible atraso cambiario (gracias a los dólares que el BCRA recibía de los esquilmados productores) y estableció diferentes tipos de cambio para maquillar esa situación, provocando un caos en los mercados agropecuarios, con anticipos forzosos en las ventas que siempre terminaron afectando al chacarero sin espaldas.
Massa, finalmente, en cuatro años de gobierno solo definió una tardía rebaja de retenciones a las economías regionales que lo único que intentaba era evitar un quiebre generalizado en las economías regionales que el propio Masa mandaba a fundirse con ese retraso cambiario, que solo servía para alimentar sus chances electorales.
Es muy pedorro lo de Massa, que solo hizo esto para perpetuarse. Y más pedorro lo de Bahillo, que lo aplaude. En efecto, el entrerriano aceptó la degradación del ministerio de Agricultura y aplaudía, mientras declaraba que en algún momento había que discutir las retenciones, porque eran un mal impuesto, dañino y concentrador.
Dan vergüenza ajena, deberían llamarse a silencio. Deberían reconocer en Milei a un par que hace lo mismo que hicieron ellos en su momento de gloria: llegar al poder, esconder sus promesas de campaña y básicamente ejercitar la hipocresía como ideología dominante.
Si acaso pudiéramos aplicarle retenciones a esa hipocresía, la hipocresía de todos los bandos, no sería necesario cargar la saña de la presión fiscal sobre los productores agropecuarios.
Pero así vamos, la hipocresía de Massa sirve de anclaje a la hipocresía de Milei, que sirve de base a un nuevo acto de hipocresía de Massa.
En fin… Y no les digo si pudiéramos aplicar una alícuota especial de retenciones a la ignorancia… Seríamos millonarios.
“La industria cervecera produce un 94% de la cebada”, dice uno de las consignas del Frente Renovador de Massa en el marco de su campaña por el “No al aumento de retenciones”.
La cebada es un cultivo que producen los productores, no la industria cervecera. Son los productores a los que se les descuenta el 12% de retenciones cuando venden ese cultivo, sea de calidad cervecera o de calidad forrajera. La industria cervecera no lo produce sino que lo compra, y con esos granos elabora la malta, que es la base para la elaboración de cerveza.
No es la industria cervecera, entonces, la que produce el 94% de la cebada. Son cientos de productores que sufren el descuento de retenciones. Pero que sobre todo sufren de la insolencia, de la hipocresía y de la ignorancia de políticos pedorros que se animan a hablar en su nombre. Y sin pagar un puto peso de retenciones.
Panqueque y su secretario Bahillo,dos caraduras hipócritas.Mentirosos y ladrones profesionales.