El Departamento de Estimaciones Agrícolas de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires proyecta que el área argentina de trigo este año sería de 6,6 millones de hectáreas (-1,5% que en 2021) para generar una cosecha de 20,5 millones de toneladas.
La Bolsa de Comercio de Rosario tiene una previsión más pesimista: proyecta para este año una siembra es de 6,3 millones de hectáreas con una producción de apenas 19,0 millones de toneladas. Y no descarta que pueda ser menor si las lluvias no acompañan.
Los equipos técnicos de ambas entidades creen que buena parte de la caída de la producción esperada se explica por un uso menos intensivo de los fertilizantes, cuyo valor quedó muy desajustado respecto del precio ultraintervenido del trigo en el mercado argentino.
Pero en el Ministerio de Agricultura creen que esas proyecciones son demasiado pesimistas y que este año los productores argentinos sembrarán lo mismo que en 2021 para cosechar nuevamente 22,1 millones de toneladas en 2022/23. Es decir: aquí no ha pasado nada.
El informe mensual de estimaciones agrícolas de Agricultura asegura que “las primeras intenciones de siembra de trigo indicarían una superficie que, en principio, sería similar a la de la campaña precedente, aunque está supeditada a la ocurrencia de precipitaciones que mejoren la humedad edáfica, principalmente en la región centro-norte del país”.
En ese marco, el ministro de Agricultura, Julián Domínguez, y el presidente de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, José Martins, firmaron un convenio de cooperación para –según se anunció oficialmente– “trabajar en forma conjunta para obtener información actualizada para la estimación de costos y resultados productivos”, además de “articular acciones para mejorar de manera conjunta la sistematización de la toma de datos con los diferentes métodos y sistemas utilizados”.
El clima afecta más a la siembra de trigo que el alto precio de los insumos