Aníbal Nasrala vive en el barrio porteño de Caballito, pero la mayoría de sus inventos siempre apuntaron al ambiente agropecuario. Parece como si una parte suya hubiese nacido en el campo.
Allá por 2001, en medio de una escasez y aumento de precios del gasoil, Nasrala diseñó una serie de mini-plantas para elaborar biodiésel, que estaban orientadas al autoconsumo rural, dirigidas a productores, cooperativas y municipios del interior, como modo de asegurar la continuidad de producción.
“En 2001 se entendía que iba a haber una crisis de combustibles y había una posibilidad de hacer el combustible a partir de los granos, y que un campo o chacra pudiera generar su propio combustible y así seguir produciendo, que era uno de los temores en plena crisis”, recordó.
Por este desarrollo Nasrala llegó a ganar premios importantes como Innovar en 2007 o CITA en 2011, cuando el biodiesel alcanzó su máximo histórico de producción nacional, según la Cámara Argentina de Energías Renovables. Ese récord es de 2.426.681 toneladas, lo que convirtió a la Argentina en un productor mundial clave. Pero después todo comenzó a complejizarse.
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Nasrala recordó que sus mini plantas supieron tener buena aceptación, pero que el sector perdió interés por ellas ante los cambios generados en el mercado, que abarataron muy fuerte los precios de los combustibles fósiles. “Tuvo un momento de interés, pero luego de la 125 bajó la inversión y expansión en este tipo de maquinarias, y además, el shale oil (aclaro que yo estoy en contra del fracking), cambió el concepto del mercado”, explicó.
El desarrollador aclaró que las plantas de biodiesel chicas dejaron de funcionar por tres motivos: “YPF se metió en el negocio de granos, con lo cual aseguró al chacarero el combustible a cambio de granos. El segundo problema es que no hay faltante de gasoil, sino que se consigue. Y el tercer problema es que el mercado de shale oil generó sobre oferta de productos”.
Pero Nasrala es un emprendedor nato. Y como tal decidió abocarse junto a unos amigos a otro desarrollo que, aunque está en etapa de ensayos, promete. “Consiste en un sistema de seguridad específico para silos, más ahora en medio de los hechos que se registraron de roturas intencionales de silobolsas”.
La innovación apunta a “poder registrar, mediante sensores de movimientos instalados tanto adentro como afuera, en derredor, y poder avisar lo que está pasando al activarse. Es una tecnología que sirve para detectar movimiento en proximidad a los silobolsas, o en los ingresos a los campos también”, describió.
“Hoy hay mucha tecnología y capacidades como para poner sensores de movimiento alrededor o dentro del silo. Es decir, si el grano tiene un movimiento, puede detectarse. Se puede hacer un cerco electrónico, o bien se pueden detectar movimientos de personas cercanas. Lo bueno de esto es que podés tener información a tiempo, y puede estar conectado a un sistema de cámaras o de iluminación”, explayó.
Por si los silos estuvieran alejados de una fuente de energía eléctrica, lo que sucede con mucha frecuencia, Nasrala indicó: “Para esos casos también hay soluciones. Puede ser a través de conexión inalámbrica. O bien pueden tomar energía solar”.
Por lo pronto, estos emprendedores ya instalaron un equipo en el medio rural y van por más. “Ya tenemos experiencias en sensores de movimientos para otros tipos de industrias y fines, pero en el agro estamos aún en periodo de ensayo y pruebas”, aclaró.
De todos modos, ya tiene claro que “se puede combinar un conjunto de elementos que le permitan a los productores tener mayores certezas y monitorear desde sus casas algunas actividades del campo”.
Si desean contactarse con Aníbal Nasrala pueden hacerlo a la siguiente dirección de correo electrónico: anibal.nasrala@gmail.com