El clásico de los meses calurosos ya está entre nosotros. La detección de nacimientos de la plaga Tucura Sapo (Bufonacris claraziana) en monitoreos en la Patagonia determinó no solo la declaración de la emergencia fitosanitaria por parte del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa), para las provincias de Río Negro, Chubut y Santa Cruz, sino también la elaboración de un plan de trabajo para su manejo y control de la mano de especialistas de INTA.
La posta de ese trabajo la tomó el INTA El Maitén, en Chubut, junto a instituciones locales, provinciales, nacionales y a comunidades de origen mapuche y tehuelche de la zona. El principal objetivo es disminuir la densidad poblaciones de este insecto herbívoro y nativo de la región sur del país, que afecta principalmente a la producción agropecuaria al dañar los pastizales naturales que son luego fuentes de alimentación para el ganado.
“La amenaza dada por esta especie requiere una respuesta no solo por el daño productivo que genera, sino también por el impacto social que produce. Por lo que es imperioso disminuir el nivel poblacional de la tucura sapo en los periodos de estallido poblacional, que inferimos que es cada tres años. En muchos casos, las tucuras llegan a secar las plantas nativas. Atacan los pastizales aprovechables por los animales durante los meses de menores precipitaciones”, explicó Sergio Binda, especialista del INTA El Maitén.
Las tareas de control y monitoreo interinstitucional tienen como premisa el trabajo articulado con los pobladores, ya que son ellos quienes están en el campo y recorren el terreno. De esta forma, el plan desarrollado incluye, además de recomendaciones para la aplicación y uso responsable de fitosanitarios, la capacitación en cuanto al ciclo biológico de este insecto, para conocer cómo crece y se desarrolla en la temporada.
El ciclo de vida de la tucura sapo depende de la temperatura y la humedad. En los meses de diciembre y enero, cuando la mayoría de la población llega al estadio adulto y su aparato reproductor está completamente desarrollado, es cuando su impacto en el ambiente es mayor. Durante la etapa de reproducción, la tucura se agrupa en manchas y marcha, consumiendo todo a su paso. Es por esto que el mejor momento para realizar los controles es durante el momento en que este insecto ovipone.
“Recomendamos que la gente marque los lugares donde ven que la tucura ovipone, ya que aquí es donde van a nacer a la siguiente temporada. Cuando se encuentran en estado de mosquita chiquita suele actuar gregariamente. Esto quiere decir que, cuando baja la temperatura y la intensidad del viento patagónico a horas de la tarde y mañana, las tucuras se agrupan y buscan refugio. Esto se convierte en el momento oportuno para el control químico, ya que identificar estos focos permite mitigar futuros estallidos poblaciones con un menor uso de agroquímicos”, indicó Binda.
Desde el estallido de la tucura sapo entre 2019 y 2020, Senasa autorizo insecticidas para su control como la cipermetrina, la deltametrina, la lambdacialotrina y el dimetoato, éste último exclusivamente para la elaboración de cebo tucuricida. “El impacto ambiental debido al uso de agroquímicos es mínimo porque trabajamos sobre los focos”, remarcó el especialista.
En relación con esto, el INTA recomendó trabajar desde los domicilios hacia afuera para resguardar las casas, tener precaución con las fuentes de agua y encerrar o desplazar las aves de corral hacia terrenos lejanos. Asimismo, se remarcó la importancia de la protección personal, y el uso de mochilas pulverizadoras y moto-mochilas, entre otros puntos.