Entre las empresas proveedoras de no quieren hablar demasiado del tema por razones más que obvias: “La semilla no se mancha”. Pero el INTA -de nuevo el INTA- sirve para estas cosas y acaba de hacer pública una situación más que preocupante: por el mal uso de la tecnología Bt por parte de los productores, que no armaron los refugios correspondientes, las poblaciones de orugas cogolleras han adquirido resistencia al evento transgénico y por lo tanto se están registrando ataques a lotes de maíz sembrados en el norte de Santa Fe. De avanzar hacia la zona agrícola central, como ya sucedió con la chicharrita, esto podría generar un gran dolor de cabeza.
“La aparición temprana y con alta intensidad de la oruga cogollera en lotes de maíz del norte de Santa Fe encendió las alertas en el INTA Reconquista. Lo que sorprende, explican los técnicos, no es solo la magnitud del daño, sino que se registran ataques severos incluso en maíces Bt, con resistencia a insectos”, dice un informe emitido por el organismo agropecuario.
“Estamos observando presencia y daños en lotes donde, en teoría, no deberíamos ver este nivel de infestación. Es una situación atípica para esta época del año”, advirtió Diego Szwarc, investigador del INTA Reconquista.

El cogollero del maíz (Spodoptera frugiperda) es una de las plagas más importantes del cultivo en toda América. Las condiciones ambientales de esta campaña, sumada a la histórica baja adopción de refugios y manejo no óptimo de la tecnología Bt, habrían favorecido su rápida expansión, según especulan en el organismo tecnológico. Desde el INTA, en este escenario, insisten en no confiar únicamente en la protección que ofrecen los maíces genéticamente modificados.
El panorama es más que grave, pues lo que sucede aquí es que se quebró la resistencia del evento MIR 162, un desarrollo de Syngenta que es considerado “la última línea” de defensa del maíz que ofreció la biotecnología moderna contra esta plaga. Si esto que está sucediendo con los maíces tempranos sucede además con los maíces tardíos, el cultivo de maíz puede sufrir graves pérdidas. Por el momento no existe otro evento transgénico capaz de suplantar al MIR 162. Ese evento está inserto en los maíces Trecepta, VT4 PRO, Power Core Ultra, Viptera 3 y Leptra.
La pérdida de la resistencia implica que va a tener que incrementarse el monitoreo y eventualmente el control químico. Con eso también los costos.
“La recomendación principal es monitorear todos los lotes, con énfasis en los cogollos de las plantas y observar la presencia de raspado en hoja y larvas vivas. Si más del 20% de las plantas presenta daño y larvas activas, es momento de intervenir con insecticidas”, confirmó el especialista en manejo integrado de plagas del INTA.

El técnico explicó que la oruga actúa principalmente como defoliadora, alimentándose del tejido de las hojas en el interior del cogollo. Por eso, el control temprano resulta clave. “Lo más importante es detectar los daños iniciales. Si se deja avanzar, el control químico pierde eficacia y las pérdidas en rendimiento pueden ser significativas”, agregó.
Szwarc enfatizó que estas recomendaciones también aplican para lotes con tecnología Bt, y que el monitoreo no puede reemplazarse por la confianza en la genética. “Si el Bt no controló previamente, con larvas recién nacidas, ya no lo va a hacer en este estado. No hay que seguir esperando”.
Señales de alerta con la tecnología Bt: Lo que no se cuida se pierde (y luego a llorar al campito)
El investigador del INTA también recomendó reforzar las buenas prácticas de manejo y adoptar decisiones basadas en la observación del lote. En ese sentido, aconsejó abrir cogollos y verificar el porcentaje de plantas afectadas. Si el daño supera el 20% con presencia de larvas vivas, hay que aplicar insecticidas.
En este sentido, también destacó la importancia de cumplir con los refugios estructurados y sembrar al menos un 10% de maíz no Bt para retrasar la resistencia. A su vez, recomendó evitar refugios en bolsa como estrategia, ya que pueden favorecer la adaptación de la plaga y, ante cualquier duda, pidió consultar con técnicos del INTA para definir las mejores prácticas de control según la zona y el híbrido utilizado.

“Hoy el desafío no es solo controlar la plaga, sino hacerlo de manera inteligente para preservar las herramientas que tenemos. El cogollero del maíz tiene una gran capacidad de adaptación a distintas estrategias de manejo. Es un problema global, pero con monitoreo, refugios bien manejados, aplicaciones eficientes y asesoramiento técnico, podemos evitar pérdidas importantes y manejar la plaga satisfactoriamente”, sostuvo el especialista del INTA Reconquista.
El uso de maíces Bt fue lanzado en Argentina desde 1998 y durante mucho tiempo redujo notablemente el uso de insumos químicos. Sin embargo, el éxito de esta tecnología depende de una correcta estrategia de manejo de resistencia (MRI). “El refugio estructurado, una franja del lote sembrada con maíz no Bt, sigue siendo la herramienta más efectiva para retrasar la aparición de resistencia en las poblaciones de cogollero”, recordó Szwarc.
En el país, la recomendación oficial es destinar un 10% del lote a maíz no Bt, de ciclo similar al principal, para mantener la eficiencia del sistema.
No obstante, entre los productores ha sido históricamente bajo el cumplimiento de esta consigna (que también cayó en desuso por parte de la propia industria semillera, que antes enfatizaba mucho más que ahora en este punto).
“Sabemos que muchos productores perciben el refugio como una pérdida económica, pero no hacerlo pone en riesgo la efectividad de toda la tecnología Bt a nivel regional”, explicó el investigador del INTA, que además insistió en que el refugio cumple dos funciones principales. Por un lado, disminuir la presión de selección de las toxinas Bt sobre la población de la plaga. Por el otro, permitir la supervivencia de individuos susceptibles para que se crucen o apareen con los raros individuos resistentes que pueden sobrevivir en el Bt y de esta forma la descendencia puede ser controlada por el Bt.
 
			 
					



