El nuevo presidente de la Argentina es Alberto Fernández. Asumió este mediodía en un acto histórico, en el que el pase del mando estuvo lleno de amabilidad y sanas conductas democráticas. Cuando el bastón presidencial cambió de manos y Mauricio Macri colocó la banda presidencial sobre el torso de su sucesor, la marcha peronista irrumpió atronadora en el recinto donde se desarrollaba la asamblea legislativa. Sonó larga, autoritaria. Pero el propio Fernández se ocupó de espantar los miedos que flotaban en el ambiente. Expresó que su principal compromiso era “garantizar la convivencia y el respeto” entre todos los argentinos, más allá de su ideología.
Hubo muchas frases del nuevo presidente en el sentido de que la Argentina debe cerrar de una buena vez y para siempre la grieta que divide a los argentinos. “Vengo a convocar a la unidad de toda la Argentina, en pos de la construcción de un nuevo contrato social que sea fraterno y solidario”, arrancó en un discurso bastante aplaudido. “Fraterno porque ha llegado la hora de respetar al diferente”, añadió. Y luego explicó por qué solidario. “Porque en la emergencia social es hora de pensar en los últimos, para después llegar a todos”.
Esa última definición esconde una de las principales señales del nuevo presidente para la comunidad agropecuaria: Alberto aspira a que los productores acepten que forman parte de sociedad que tiene ahora otra prioridad que la que expresaba el anterior gobierno. Esa prioridad será, según ensalzó varias veces, erradicar el hambre y reducir la pobreza, poner en el foco a los que menos tienen.
En ese sentido, quedó claro que el nuevo gobierno aspira a que “el campo”, y en especial los productores más acomodados, hagan su aporte para “poner a la Argentina de pie, para que comience a caminar, paso tras paso, rumbo al desarrollo con justicia social”. O en otras palabras, Alberto pidió apoyo para “recuperar los equilibrios sociales, económicos y productivos que hoy no tenemos”. Les insinuó a los empresarios que “hay que ser conscientes de las profundas heridas que hoy padecemos”.
Les pidió “humanidad” en varias ocasiones.
Alberto pidió apoyo para superar tres muros. “El muro del rencor y del odio; el muro del hambre, que deja a millones de hombres y mujeres afuera de la mesa común; y el muro del despilfarro de nuestras energías productivas”.
El nuevo presidente no mencionó en todo su discurso, que duró casi tanto como una hora, la palabra “retenciones”, como así tampoco habló de otros impuestos concretos. Pero quedó claro que el aporte de una mayor suma de dinero surgida de los derechos a la exportación será el aporte que pedirá a los productores agropecuarios, que ya vienen aportando cerca de 100.000 millones de dólares desde 21002, cuando se restableció ese tributo tan singular, inusual en otros países del mundo.
Que habré un mayor mangazo (el sector ya aporta unos 8.000 millones de dólares anuales en retenciones) lo dijo Alberto con todas las letras sobre el final de su discurso. Pidió de “los argentinos que tienen una situación más placentera” que muestren su “solidaridad” con quienes padecen hambre y no llegan a fin de mes. “Les pedimos a los que más tienen un mayor aporte solidario para quienes la están pasando mal”.
También, en otro mensaje que pareció destinado a grupos de productores que quedaron muy doloridos con el anterior gobierno kirchnerista, el nuevo presidente bregó: “Si logramos detener el odio podremos detener la caída de la Argentina. Que el odio no nos signifique un derroche de nuestras personas viviendo en comunidad”, pidió.
Antes había aclarado que no espera que todos lo entiendan ni compartan su visión del momento histórico que le toca protagonizar. “No descarto las pujas distributivas, pero confío en que se pueden elegir bien las prioridades”, admitió.
Alberto dejó en claro un par de veces que será “en los próximos días” que se harán estos anuncios concretos, los que tendrán incumbencia en la economía cotidiana y futura de los productores, y que incluirán una suba de las retenciones a la soja, a los cereales y posiblemente también a la carne vacuna. Los anuncios se harán, casi con seguridad, delante de un consejo económico social, al que serán convocados los representantes de los sectores empresarios, de los trabajadores y de los productores, según se ocupó de remarcar el propio presidente.
Seguramente estos anuncios también se enmarcarán en la que el presidente definió como la primera actividad oficial de su mandato: la primera reunión del Plan Nacional contra el Hambre, de la cual hubo algún antecedente días atrás. Algunos sectores de la cadena agroalimentaria ya habían intervenido en esas negociaciones.
“Los afectados por la cultura de descarte no necesitan solo de un pedazo de pan para su mesa; necesitan ser comenzales de la misma mesa grande de una nación que tiene que ser nuestra casa común. Esto nos exige reorientar prioridades”, insistió Alberto. Entre las medias que se esperan para esos sectores, mencionó también el lanzamiento de un “sistema masivo de créditos no bancarios, que brinde préstamos a tasas bajas”.
“Las organziaciones de la economía popular, el cooperativismo y la agricultura familiar serán actores centrales de estas políticas públicas”, avisó el presidente, dando a entender que se tendrá muy en cuenta a organizaciones de la vida campesina, como el MTE y la UTT, que jugaron fichas en los últimos meses a favor de su candidatura y en contra del macrismo.
“Sabemos que estaremos transitando un sendero estrecho, desafiante, en donde no hay lugar para dogmas mágicos ni pujas sectarias”, indicó en otro tramo el presidente entrante, que en todo momento hizo un balance ultra negativo de la herencia que le dejó el gobierno de Macri, en todos los aspectos sociales y económicos. En este entorno, Fernández avisó que ni siquiera discutirá el Presupuesto 2020 heredado de la anterior gestión, pues no refleja los números reales de la situación.
¿Y qué pueden esperar los sectores productivos de un gobierno peronista que de entrada que les reclama solidaridad con los que menos tienen? Bueno, el presidente habló de la necesidad de trabajar en políticas de estado, que entre otros temas ponga en marcha a ,mediano plazo “un proyecto agroindustrial de desarrollo, con las pymes y las economías regionales, para que sean capaces de agregar valor a nuestra materias primas, para poder exportarlas y potenciar también el mercado interno”, afirmó.
En ese sentido, Alberto prometió la conformación de un Consejo Económico y Social formado por técnicos y notables que trabajará en el diseño “de políticas de Estado para las próximas décadas”. Dicho consejo tendría rango legislativo y su trabajo se extendería más allá de la gestión del propio Fernández.
De este crecimiento dependerá también el pago de la deuda externa, a la que Fernández definió “en situación de virtual default”.
“Debemos volver a desarrollar una economía productiva y así generar capacidad de pago. El gobierno ha dejado al país en una situación de virtual default”, enfatizó.
Otor caramelo para los productores que deseen creer en este nuevo presidente es que prometió trabajar en pos de un “equilibrio social y territorial”. Lo explicó de la siguiente manera y resulta casi un guiño a las economías regionales. “En la Argentina no puede haber argentinos de primera y de segunda. Es una sola y mancomunadamente debe propender al desarrollo de cada una de sus regiones, y vamos a poner en marcha estos acuerdo básicos contando con la participación de los gobernadores, en clave productiva y social, más allá de lo meramente fiscal”.
No descartó Fernández incluso crear capitales alternativas a fin de que las diversas realidades provinciales “puedan hacerse carne en los medios de comunicación y adquieran la visibilidad que no tuvieron durante décadas”.
Creer o reventar. No parece haber en estas horas otro dilema.