Pasó la hora de la sorpresa y la hora de los lamentos: lo perdido, perdido está, aunque no se sabe todavía cuánto será. Las bolsas de cereales estiman que la cosecha de maíz caerá en al menos 6 millones de toneladas, lo que equivale a unos 1.200 millones de dólares, pero en el campo todos los agrónomos y productores suponen que será bastante más, no menos de 10 millones de toneladas de maíz, de 15 a 20% de la cosecha total.
La chicharrita viene creciendo en las noticias desde los primeros hallazgos de esa plaga en la zona núcleo en enero pasado. Pero aún así, todavía le costaba penetrar la coraza de indiferencia que suelen poner los funcionarios ante los problemas críticos, de difícil solución. Así, no hubo respuesta oficial hasta recién los últimos días, con la convocatoria primero a las entidades rurales y luego, ahora, a una mesa técnica para hacer frente a este nueva complejidad.
La chicharrita es un bichito, una plaga instalada desde hace mucho en el norte que ha migrado ahora, por diversas razones, hacia las principales zonas productivas de maíz de la Argentina. El problema es que se trata de un vector, un insecto que lleva consigo (cuando las ninfas pican el maíz) una enfermedad conocida como Spiroplasma y otras más, que provocan un fenómeno agronómico conocido como “achaparramiento del maíz”. Depende de la intensidad del ataque y el momento en que se encuentre el cultivo, los daños pueden ser leves o totales.
Más allá del daño que ya provocó sobre la cosecha 2023/24, y que a esta altura es casi inevitable, la preocupación de toda la comunidad maicera es la campaña 2024/25. Primero, porque muchísimos productores ya están buscando alternativas al maíz para definir sus siembras en la primavera. Segundo, porque los que se animen a sembrar maíz comenzaron a buscar insumos (semillas, agroquímicos) de modo desesperado, que les aseguren al menos algún arma para defender sus lotes.
Un problema agronómico requiere soluciones agronómicas. Y es lo que parece haber entendido finalmente el secretario de Bioeconomía, Fernando Vilella, quien ya había convocado a la Mesa de Enlace y ahora lo hizo con múltiples entidades técnicas y empresarias del agro, para que aporten a sus mejores hombres para ponerle el pecho a esta patriada. A partir de ahora, la chicharrita es un asunto de Estado, que se prepara y convoca a sus reservistas para dar la batalla.
El Gobierno nacional, lógicamente, coordinará estos esfuerzos para detener a la chicharrita. Vilella es el general distante de la frontera, pero quien puso manos a la obra en las trincheras es el director nacional de Agricultura, Nicolás Bronzovich. “Con el Comité de Crisis hacemos seguimiento del avance con diferentes actores de la cadena del maíz. Trabajamos en conjunto con el Senasa, INTA e INASE. La idea es que entre todos podamos ir analizando y definiendo la estrategia”, prometió Vilella.
Quiénes integran esta primera línea de choque:
- Aapresid envió a su presidente, Marcelo Torres, junto a Eugenia Niccia y Andrés Madias;
- Por CREA, el responsable de Proyecto Plagas, Lucas Cazado;
- Por MAIZAR participó Matías Cardascia, junto a Julián Martínez y Matías Ferreira;
- Por ASA, la asociación de semilleros, se sumó el Director Ejecutivo, Alfredo Paseyro;
- por AAPCE (Asociación Argentina de Protección Profesional de Cultivos Extensivos (AAPPCE), participó su presidente Rita Robledo;
- Por el Colegio de ingenieros agrónomos de Córdoba, el presidente Walter Grunig;
- Por el Colegio de Santa Fe, el presidente Armando Ferruzzi;
- Por el Colegio de Santiago de Estero, María Leyla Ledesma Haron;
- Por el Colegio de agrónomos de Buenos Aires, el presidente Ángel Fidel Cortese y el Gerente Operativo Rubén dos Santos;
- Por FADIA, la federación de ingeniería agronómica, el presidente Mariano Raimondo;
- Por CASAFE, la cámara de productores de agroquímcios, su técnico Federico Elorza;
- Por INASE estuvieron presentes Mariano Mangieri y Ana Biausde;
- Por Senasa participó Alejandro Fernández;
- Por el INTA el coordinador será Eduardo Trumper.
Bronzovich dijo: “Evaluamos las distintas herramientas que hay disponibles, sobre todo ya no pensando en esta campaña 2024 que está terminando sino en la próxima campaña 2024/25 de maíz para prevenir y controlar la problemática del achaparramiento de maíz por spiroplasma”.
Algunas de las herramientas que se están evaluando para el manejo integrado de plaga incluyen la fecha de siembra, el control durante el invierno del hospedante del vector de la plaga: el maíz guacho; el monitoreo, el seguimiento de la evolución de la población de la chicharrita en los distintos ambientes o sitios de la manera más específica posible; la reducción de los niveles de población del vector, control con fitosanitarios químicos o biológicos con aplicaciones postemergentes, el control con terápicos de semillas, evaluación del comportamiento de la oferta genética y sobre todo la coordinación de procesos agronómicos como principalmente fecha de siembra.
La Secretaría informó que el INASE está trabajando en evaluar un protocolo excepcional ante el hipotético escenario de que se presenten materiales con tolerancia y buen comportamiento al complejo de enfermedades que transmiten Dalbulus maidis. Desde el SENASA por su parte, tienen tres fitosanitarios aprobados y están a la espera de la aprobación de tres bioinsumos como herramientas probables de control.
La vicepresidente del INTA, Beatriz Pilu Giraudo, aseguró: “Ahora el desafío es todos, absolutamente todos, hablando del abordaje integral y el desafío de ponernos de acuerdo para hacerlo más eficiente y efectivo posible. Quizás el primer ejercicio de una comunicación compartida, sea el mejor ejercicio para empezar a echar a andar este funcionamiento compartido entre todos”.
La próxima reunión está convocada para el 2 mayo en la Secretaría, que oficia de comando central.
Pregunto, siendo un homoptero no se puede hacer control biológico como se hace en caña de azúcar con muy buenos resultados.