Con una superficie total de 505.990 kilómetros cuadrados, España destina un total de 16.830.738 hectáreas al manejo agrícola, según datos publicados por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación de ese país. Aunque esa área se mantiene estable en el tiempo, habiendo disminuido apenas un 0.42% de 2021 a 2022, el principal obstáculo que enfrenta es el embate del clima.
De acuerdo a las estadísticas difundidas por ese mismo organismo, la renta agraria tuvo un descenso del 5.5%, alcanzado los 27.861 millones de euros en 2022, producto principalmente de la invasión a Ucrania y de la sequía que golpeó fuertemente a la producción. Eso es en parte lo que justifica que los agricultores sean menos: actualmente solo el 4% de los habitantes de España se dedican a esa actividad.
“El sector agropecuario en España está en un momento de transformación absoluto. Antes éramos un país donde la agricultura era nuestro mayor poder económico y ahora ya no lo es. Y esta transformación se debe especialmente al cambio climático”, indicó Nina Jareño Herrera, periodista española del medio Interempresas, en diálogo con Bichos de Campo.
“Nosotros estamos en una zona en el mundo que está cambiando sus temperaturas. Pasamos de temperaturas extremas, cálidas, a muy frías, y eso para la mayoría de nuestros cultivos no es adecuado. Entonces es un momento en el que se está estudiando mucho qué se puede hacer para adaptarnos y no perder poder adquisitivo, y que nuestros trabajadores del campo puedan seguir subsistiendo”, añadió.
-¿Cuáles son las ventajas y desventajas que reconoces en la producción en tu país?- le preguntamos.
-Si empezamos por las ventajas, creo que el clima nos permite cultivar alimentos que son muy necesarios en Europa y en otros países del mundo, entonces podemos exportar muy bien. Nuestra posición geográfica en el mapa mundial nos permite ser puerto de entrada y de salida para Europa, África, Estados Unidos, Latinoamérica. Estamos muy bien ubicados y nuestros puertos nos ayudan mucho a comercializar, a darle salida a nuestros productos. Pero nuestro mayor problema es la sequía. Estamos afrontando un momento donde nunca en la historia de España había llovido tan poco. Como tenemos muchos climas y muy diferentes, hay que estudiar y hay que aprender. Necesitamos datos, necesitamos recopilar información para entender cómo adaptar nuestra agricultura a lo que está pasando ahora mismo.
A continuación, remarcó: “Los productores están agarrándose de los pelos porque no saben cómo salvar las cosechas, porque de repente hay tormentas tremendas y de repente no te llueve. Hay que estudiar y aprender, y los centros de investigación están en ello”.
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-¿Qué retos reconocés en el área de la comunicación y en el periodismo agropecuario?
-Creo que el mayor reto es la desinformación. Es decir, más allá de la distancia entre la ciudad y el campo, son las falsas noticias, el desconocimiento de la gente sobre los aditivos, sobre las formas de producir, sobre los fertilizantes, sobre lo que se utiliza en el campo. En España tenemos ahora mucha tendencia ecológica, orgánica, biodinámica, y a veces la gente no sabe exactamente por qué eso se está haciendo. Para mí ese es un reto. Yo que me dedico mucho a la parte alimentaria dentro del mundo agrícola y el reto es que la gente entienda lo que está comprando y lo que está consumiendo. Que algo tenga cierta cantidad de fertilizantes no tiene por qué ser tóxico. Falta mucha información al público final.
-El reto entonces es comunicar mejor.
-Totalmente y tenemos que hacerlo nosotros, pero tenemos que tener plataformas que ayuden a ello. En España, como sabéis, somos una potencia gastronómica muy importante, entonces tenemos muchos programas de televisión, muchos programas de radio dedicados al alimento, pero en cómo se cocina y no en cómo se ha producido. Y eso es un reto tremendo para que la gente entienda lo que comemos.