Desde Rosario, la verdadera capital de la agroindustria argentina, Mariano Galíndez ha sido el periodista que mejor nos contó la crisis de la aceitera Vicentín, entre muchos otros entretelones del mercado de granos. Siempre con una sonrisa a cuestas, Mariano se las ingenia para enterarse de todo lo que pasa dentro del principal sector económico de la Argentina. Luego lo escribe desde hace años en PuntoBiz, una revista rosarina especializada en negocios. Además es cronista de Canal Rural desde aquella ciudad.
Rosario es Rosario. A su alrededor están ubicadas las fábricas, los elevadores y puertos de las grandes exportadoras agrícolas, mientras que por el Río Paraná salen los barcos que cargan al menos un 30% de las exportaciones totales de la Argentina. La logística que requiere esa tarea es inmensa. Por eso la primera pregunta a Galíndez fue cómo se adaptó esa fenomenal maquinaria a la cuarentena dispuesta para frenar el Covid-19.
“Hoy la situación de Rosario como cabecera del mercado de granos está bastante fluida. El mercado a futuro funciona bien, el mercado físico también (aunque no hay operadores en el recinto sino que se cierran negocios por WhatsApp o mail). El mercado fluye, los camiones llegan al puerto y los barcos salen”, resumió Mariano la fotografía de estas horas.
El colega rosarino aclaró que no fue fácil llegar hasta aquí. “Las cosas están funcionando, pero todo tardó 15 días en acomodarse. Apenas arrancó la cuarentena había 60 localidades de todo el país con problemas, porque no dejaban circular las cargas. Eso se fue aflojando. Y en los muelles. había al menos cuatro sindicatos amenazando con paros, que ahora están en conciliación obligatoria”, relató.
En el contexto de la Bolsa de Comercio de Rosario, donde Mariano se mueve como pez en el agua, los negocios entre compradores y vendedores de granos también prosperan, aunque “los trámites llevan el doble o triple de tiempo” que antes. Por eso el periodista sintetiza: “El mercado fluye, pero no está normal. La gente la rema mucho”.
Mirá la entrevista completa con Mariano Galíndez:
Mientras todas las empresas aplican protocolos para no detener las tareas en los puertos de exportación, Galíndez remarcó que uno de los puntos flacos de esta estrategia es que dentro de esos complejos “operan muchas empresas que no están ligadas directamente a las aceiteras sino que son de terceros (y prestan servicios): la lancha que lleva y trae, el personal de control, el de limpieza. Esas empresas de terceros son las mas tensionadas. Ahí hay un foco de conflicto”, avisó Mariano.
“Si nos preguntan de afuera si los barcos salen de la Argentina, salen. Pero se reniega un montón”, resumió el colega rosarino. Una complicación adicional por estos días comenzó a ser una histórica bajante del Río Paraná, que tiene a mal traer a todos los operadores y a la concesionaria encargada del dragado de la Hidrovía, pues ocasiona que los buques tengan que cargar mucho menos granos, harina o aceite de los que podrían llevar.
Luego de enumerar todos los factores que hacen que el entramado agroexportador esté funcionando con forceps, Mariano nos lanzó la frase que servirá de título a esta crónica de situación. “La verdad es que en Rosario la bomba de Vicentín impactó por ahora más que el Coronavirus”, dice.
¿Más que el Coronavirus?
Recordemos, la aceitera Vicentín (que estaba en el lote de los seis principales exportadores) decretó en diciembre pasado un default unilateral, dejando deudas por 1.400 millones de dólares, de los cuales unos 400 millones son con sus proveedores de granos, entre productores, cooperativas y corredores. Fue, como bien dice nuestro amigo rosarino, una bomba.
Galíndez comentó que a partir de ese y otros episodios todos los negocios con granos se realizan de modo mucho más complicado que antes. Por un lado porque “los exportadores restringieron al máximo el crédito” comercial a los productores.
“Están mirando de todo antes de comprarte un grano. Están peor que los bancos. Para colmo, ahora se conocen los principales acreedores de Vicentín. Y si estás en esa lista mucho peor”, resumió Mariano. Además contó que, en este contexto de desconfianza, los bancos también han reducido al mínimo sus líneas de prefinanciación de exportaciones.
“Vicentín era de las empresas que más abierto tenían el listado de proveedores”, describió el cronista de PuntoBiz, al recordar que con la aceitera de Reconquista “desapareció de las grandes ligas uno de los principales animadores del mercado, el que más operaba para todos”.
Para cuando termine la cuarentena, Mariano supone que lo primero que hará es “salir” a ver amigos y familiares. Pero avisó que cuando el mercado retome la actividad normal y regresen los tradicionales cócteles de la Bolsa de Rosario, él estará allí husmeando y averiguando lo que sucede realmente detrás de cada brindis y cada negocio.
Eso es garantía que luego nos enteraremos todos.