En el primer bimestre de 2023 las empresas agroindustriales argentinas liquidaron la suma de 1573 millones dólares, una cifra 68% y 60% inferior a la registrada en el mismo período de 2022 y 2021 respectivamente.
Esas cifras, expresadas en términos nominales, es decir, sin considerar la progresiva depreciación del dólar estadounidense por efecto de la inflación, ya de por sí son preocupantes.
Ahora bien, si tomamos los dólares ingresados por los exportadores de productos agroindustriales (Ciara-CEC) en el primer bimestre de las últimas dos décadas y los ajustamos por la inflación en EE.UU., es posible advertir que el principal generados de divisas de la economía argentina se quedó “sin nafta”.
El ingreso de agrodivisas en enero-febrero pasado, medido en dólares del año 2003, fue de apenas 992 millones de dólares. Se trata –por lejos– de la cifra más baja al menos de las últimas dos décadas.
La medición del ingreso de agrodivisas en términos reales muestra además que la situación ocurrida en los años 2021 y 2022 fue realmente excepcional para un país que, como la Argentina, está especializado en la exportación de productos agroindustriales.
Increíblemente, debido a una política económica mal diseñada, en los últimos dos años se inició un proceso de restricción de divisas que, lejos de ser solucionado, se agravó aún más con la administración discrecional de cupos de dólares por parte del gobierno argentino.
Mientras que en países vecinos sobran dólares, en la Argentina faltan por los enormes desincentivos y múltiples distorsiones provocadas por el gobierno gestionado por Alberto Fernández, Cristina Fernández de Kirchner y Sergio Massa.
Este año, con un desastre climático por delante y precios de los commodities agroindustriales en descenso, será un auténtico desafío tanto macro como microeconómico “surfear” la coyuntura argentina hasta las elecciones presidenciales en octubre próximo.