“Cuidar los pocos dólares de nuestra economía es un acto de responsabilidad social”. Así lo afirmó el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, en referencia a la restricción implementada para comercializar servicios turísticos en el exterior sin interés.
“En este contexto de restricciones inéditas por dos crisis que no provocamos –la de 2018-2019 y la de la pandemia– cuidar los pocos dólares que dispone nuestra economía es un acto de responsabilidad social”, afirmó el funcionario a través de su cuenta Twitter.
Ahora bien, ¿de cuánto dinero estamos hablando? El balance cambiario del Banco Central (BCRA) muestra que en los primeros diez meses de este año ingresaron a la economía argentina apenas 151 millones de dólares en concepto de turistas provenientes del exterior, mientras que el egreso de “verdes” por argentinos que viajaron al exterior fue de 1900 millones de dólares.
Cuidar los dólares de nuestra economía es un acto de responsabilidad social.
Un hilo sobre las cuotas de los paquetes turísticos para viajar al exterior.
— Matías Kulfas (@KulfasM) November 28, 2021
La balanza cambiaria del sector turístico, entonces, en el período registró un déficit de 1749 millones de dólares, una cifra que, comparada a la presente apenas unos años atrás, es reducida, pero que en la actual coyuntura representa un problema enorme para un BCRA que está a un paso de quedarse sin reservas internacionales.
La ironía es que buena parte de esos dólares, como advirtió Bichos de Campo, están “encerrados” en la Argentina porque las empresas agroindustriales no pueden generarlos a partir de las múltiples restricciones a las exportación implementadas por el gobierno de Alberto Fernández.
Por otra parte, la cifra del déficit turístico tampoco luce desproporcionada si se la mide, por ejemplo, con la balanza comercial Argentina-China, que en los primeros diez meses de 2021 registró un déficit descomunal de 5226 millones de dólares.
Argentina, que tiene todas las condiciones para tener un superávit comercial bestial con China, tiene en cambio un déficit significativo porque solamente podemos venderle unos pocos productos a la nación asiática al no haber podido instrumentar una integración comercial exitosa.
De hecho, es perfectamente entendible que el gobierno chino no quiera profundizar vínculos con un país que, hasta comienzos de este año, era su segundo proveedor de carne vacuna congelada y decidió, de un día para el otro, comenzar a restringir los embarques de ese producto al considerar que debía priorizar el abastecimiento interno ¡con un consumo de proteínas cárnicas superior a 110 kilogramos por habitante por año!, que es altísimo en el segmento de naciones periféricas del que forma parte la Argentina.
La lógica que emplean las personas y las naciones racionales no es cerrar actividades para evitar que se vayan divisas, sino abrir todas las oportunidades posibles para fomentar que ingresen.
Así es como Brasil en los primeros diez meses de 2021 logró exportar a China por un valor de 79.219 millones de dólares, al tiempo que importó productos de esa nación por 38.965 millones, con lo cual obtuvo un superávit comercial superior a 40.000 millones de dólares en el período.
En la Argentina, en cambio, se está haciendo cada vez más difícil conseguir neumáticos, fitosanitarios, repuestos, piezas y maquinaria indispensable para que el sector agroindustrial pueda desenvolverse con normalidad. Y luego, al momento de querer exportar, se encuentra con numerosas restricciones que, supuestamente, son diseñadas para “cuidar” a los argentinos.
La lógica de las trabas constantes y diversas para evitar que se vayan “los pocos dólares que tenemos” solamente puede terminar de una manera: que un día nos encontremos que nos quedamos sin divisas.