El Centro Interdisciplinario de Estudios Agrarios (CIEA) reúne a un grupo de investigadores que trabajan bajo el paraguas de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA). Todavía no terminó de estabilizarse el mercado cambiario luego de las fuertes subas del dólar de los últimos días y estos emitieron una conclusión terminante: en el nuevo contexto se deben elevar las retenciones a la soja, pero además reimplantarlas al trigo y el maíz.
En un documento que enviaron a Bichos de Campo, los integrantes del CIEA dijeron que “la política oficial llevada adelante de mega-devaluar la moneda genera una transferencia de ingresos mayúscula hacia ciertos sectores de la actividad económica, en particular los agroexportadores”.
Los economistas hicieron cuentas en el actual escenario. “Considerando el caso de la soja, la campaña 2018/19 se encarará a un valor del dólar un 115% más alto nominalmente que el que regía al momento de sembrar la 2017/18 (tipo de cambio pasó de $17,5 a $38 por dólar). Considerando el dato USDA, que acaba de prever una cosecha Argentina de 57,5 millones de toneladas, y asumiendo provisoriamente un precio de venta como el actual (precio futuro a mayo/19 de 309 USD/tn), esto implica una masa de dinero adicional del orden de los 365.000 millones de pesos como facturación de la producción (sin contar liquidación de stocks, que con este marco cambiario se supone será muy importante)”.
El documento aclaró que “es cierto que esto es ingreso total de la cosecha y no ganancia, pues muchos costos (claramente no es el caso de los salarios de los obreros rurales que explota el agronegocio) están cuasi-dolarizados. Pero de cualquier forma el margen se agiganta en proporción”.
Los economistas de la UBA, basándose en un estudio del académico Diego Fernández, tomaron como costo preliminar de la nueva siembra de soja unos 420 dólares. También hicieron los cálculos con un rinde promedio de 3 toneladas. Por lo cual concluyeron que “existe un excedente, descontando retenciones, de 266 dólares la hectárea, unos 10.000 pesos promedio al cambio del 31 de agosto”.
De ese modo evaluaron que “un campo sojero de 5.000 hectáreas explotado por administración arroja un ingreso anual, ya descontadas las retenciones actuales e imputando beneficios de economías de escala asociadas a esa envergadura productiva, de aproximadamente 60 millones de pesos”.
Estos cálculos, para los expertos en economía, son suficiente argumento como para apoyar una suba de las retenciones a la soja. “Se impone la necesidad de gravar a la cúpula que controla lo esencial del agronegocio agrícola, recurriendo a la imposición y/o aumento de los derechos de exportación”, afirmaron.
Más allá de los números, esta postura no está libre de contenido ideológico. En efecto, los académicos que son coordinados por Eduardo Azcuy Ameghino, el director del CIEA, apoyan a tono con muchos políticos opositores que “los costos de la crisis recaigan sobre grupos que han sido beneficiarios de las políticas del gobierno”.
“El impuesto aquí juega un doble rol. Por una parte, incrementando la recaudación fiscal y consiguientemente reduciendo el déficit del Estado, tan declamado por el gobierno y el FMI. Cada punto de retenciones a la soja y sus derivados podría aproximarse (si son eficientemente recaudadas) en la más que significativa suma de 6.750 millones de pesos”, estimaron.
Pero el reclamo del CIEA no se quedó allí, ya que también pidieron que se analice reimplantar las retenciones al trigo y al maíz, eliminadas por completo en diciembre de 2015, cuando asumió el gobierno de Cambiemos.
Según los académicos de la UBA, una medida de ese tipo “permitirán limitar el encarecimiento de productos de primerísima necesidad para el consumo y para otras actividades agropecuarias”.
Pero además los expertos de la Facultad de Económicas proponen al gobierno, en este nuevo escenario, diseñar “un sistema de reembolsos” con la propia recaudación por retenciones (que son cobradas a las exportadoras) “para contribuir a modificar de forma progresista la estructura social agraria, que experimenta en las últimas décadas un intenso proceso de concentración productiva”. Es decir, proponen cobrar más retenciones, pero devolver parte de ellas a los productores más chicos.
En ese sentido, recordaron que según cálculos de la ex ONCCA alrededor de entre el 10 y el 15% de los productores registrados dan cuenta del 70% de la producción sojera. “Elevar las retenciones a la soja, por ejemplo a un 45% solamente para estos estratos superiores –es decir de manera segmentada-, permitiría avanzar hacia un escenario menos concentrado, en el que ganen protagonismo como sujetos los productores de base familiar y demás pymes del mundo rural”.
Así concebida, analiza el CIEA, la suba de retenciones “mitigará las ganancias por economías de escala que obtienen los grandes productores (terratenientes capitalistas, gran capital arrendatario y pooles)”, a la vez que aportarían casi 90.000 millones de pesos a la recaudación.
Todo dicho. Para saber cómo piensa Azcuy Ameghino traemos a la memoria este reportaje que hace algunos meses le hicimos en Bichos de Campo:
No es más que otra artimaña de la basura K, que vivió durante años de las riquezas del campo, no es para nada extraño que aprovechen esta coyuntura para contra-atacar arteramente. Nunca superaron la 125.
Academicos?? tanto estudio y capacitación para que no se les caiga una sola idea viable mas que ponerle mas impuestos a la producción?? la verdad son una manga de INÚTILES E IMPRODUCTIVOS.
Académicos?? tanto estudio y capacitación para que no se les caiga una sola idea viable mas que ponerle mas impuestos a la producción?? la verdad son una manga de INÚTILES E IMPRODUCTIVOS.