La comunidad agroindustrial está tratando de enviar mensajes a la sociedad urbana, que desde hace tiempo muestra una creciente desconfianza por los modos de producir y exhibe sus cuestionamientos. Esta brecha, la del agronegocio con la social, parece de a ratos insalvable, pero hay quienes intentan mostrar que las cosas pueden hacerse bien. La experiencia de Aapresid con las certificaciones es uno de esos senderos.
“Hay una necesidad de tender un puente entre el lote y la góndola o al consumidor. Hay que entender que esa producción que se hace en un lote se hace de la mejor forma y aplicando el mejor conocimiento posible”, señaló a Bichos de Campo Tomás Mata, gerente de Certificaciones en Aapresid.
Las certificaciones de las Buenas Prácticas Agropecuarias (BPA) podría ser, de acuerdo con esta visión, una respuesta posible para intentar mostrar que en el campo asume una actitud de responsabilidad. Sin embargo, para Mata no es la única.
“No todos los productores certifican sus procesos, pero sí estaría bueno empezar a trabajar en esta linea donde se garanticen las prácticas que se hagan a campo. Puede haber detrás una certificación, o bien un programa que alguien quiera establecer como garantía en su cadena de suministro. Hoy los procesos se aceleraron mucho: todos compramos desde nuestras casas, lo que hace que la lupa se ponga más sobre los procesos de fabricación de esos alimentos”.
Mirá la entrevista completa a Tomás Mata:
Suele suceder que las demandas sociales se incrementan ante casos puntuales de mala praxis, y entonces pagan justos por pecadores. El cuestionamiento más común hacia la comunidad agropecuaria tiene que ver con el supuesto abuso de agroquímicos en los procesos de producción, más que nada en zonas periurbanas, pero también con la necesidad de recibir una comunicación más clara sobre esos modos de producción.
“Tratamos de ponernos también del lado de la gente urbana, sabiendo que no conoce cómo funciona esta industria. Nos cuestionan el uso de más químicos, pero no saben que hay un concepto de agricultura Siempre Verde detrás, que tiende a la disminución o a un uso más eficiente en los momentos en que sea indicado”, dijo.
No obstante, Mata reconoció que “en lineas generales no hay un control estricto por parte de los municipios, y ahí tenés un problema grave. Al productor le aprieta el zapato, ya que su forma de producir de hace años de repente está en jaque”.
Para Mata, también se suma un error comunicacional de parte de la comunidad agropecuaria, y que genera desentendimiento en la sociedad. “Los agrónomos solemos mantener más discusiones endogámicas, sobre cuestiones muy técnicas, y se nos hace difícil bajarlo a ese tipo que tiene la mirada puesta sobre el glifosato”, argumentó Mata, como modo de hacer también una crítica al ámbito al que pertenece.
Para el gerente de Certificaciones en Aapresid, se trata entonces, de “bajar toda esa teoría del lote a un plano más llano. Parte del contenido del rfeciente congreso de la entidad fue hacia eso: mostrar qué estamos haciendo”.
“Las certificaciones son el camino para mostrar una agricultura más verde y amigable”, aseguró.
Otro de los modos de mostrar que el campo produce de modo responsable es, según Mata, a través de alianzas con las industrias procesadoras de alimentos, para demostrar cómo fue hecho el camino de un producto, desde su elaboración hasta la llegada a la góndola.
“Hay productores que, con el objetivo de ordenar sus procesos, deciden meterse de lleno en procesos de certificación, y eligen pasar de la libretita a registros más parametrizados; pero también hay quienes ven en las certificaciones una posibilidad de negocio. Hay empresas que producen especialidades y cuando van a una ronda internacional de negocios o en una feria de alimentos exhiben su sello de agricultura sustentable. Eso de algún modo les sirve para garantizar que hace las mejores prácticas dentro de sus procesos de producción”, describió Mata.
El técnico de Aapresid también expresó que muchos productores deciden certificar sus procesos, tan solo por responsabilidad social. “Muchos entienden que están inmersos en una comunidad, linderos a una localidad, y quieren garantizar que sus procesos sean lo más transparentes posibles. Entonces eligen que sea un tercero, es decir una certificadora, la que les diga que hacen bien las prácticas”, manifestó.
El camino hacia la certificación, cree Mata, se acelera ahora que la Unión Europea lanzó un programa hacia una agricultura más verde en 2030, donde se prevé disminuir a la mitad el uso de pesticidas, apelando a una agricultura más orgánica.
“Estas medidas, a la larga, repercuten en las políticas agropecuarias de otros países. De todos modos, la idea es poner este tema sobre la mesa, y no evitarlo. La certificación quizás sea el camino más válido y transparente, y nadie puede obligar a nadie a certificar. No le ponemos la pistola en la cabeza a nadie para certificar, pero tarde o temprano esto llegará”.
Como queda claro en esta nota que nadie controla nada y que si fumigan con plutonio nadie se entera.
Gracias por sincerase. La están cagando. Si no hay control dejen de contaminar igual . No sean complices. Asesinos. No hay un solo número no hay cómo demostrar que sean algunos ni son pocos son más del 80% de los sojeros que están aportando que no quede una sola bacteria viva en la zona más fértil del mundo.