Los técnicos de Aapresid (Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa) pusieron su mirada en la posibilidad de combinar los cultivos de servicio y los herbicidas para el control de malezas difíciles.
En principio, reconocen el impacto herbicida de los cultivos de servicios. Pero reconocen que a veces no es suficiente.
“Dicen que un buen cultivo de servicios (CS) es el mejor herbicida. Sin embargo, sobre todo en años complicados o frente a malezas resistentes, estos aliados no pueden hacer magia por sí solos. Por eso es clave contemplar tecnologías químicas para el manejo de malezas”, explica un informe de la entidad.
¿Cómo potenciar la sinergia entre CS y herbicidas en años secos? Es lo que tratan de responder José Luis Zorzín, de la Regional Los Surgentes-Inriville de Aapresid, y Horacio Acciaresi, del INTA Pergamino.
Primer punto: elección de las especies más adecuadas para jugar el partido:
Sin dudas, los cultivos de servicios (CS) ofrecen múltiples beneficios y uno de los más buscados es control de malezas, ya sea por competencia directa como indirecta a partir de sus rastrojos. En esto tiene mucho que ver la elección de la especie. Cuanto mayor sea la diversidad de especies, y por lo tanto de arquitectura vegetal tanto aérea como subterránea, habrá más “frentes de ataque” y mejor uso de los recursos para no dar chance a la emergencia de malezas.
En gran parte de la zona núcleo, las mezclas base vicia en consociación con gramíneas funcionan muy bien. Dentro de las gramíneas la más elegida es el centeno por su efecto alelopático y de supresión de las malezas, incluso en años poco productivos, destacó Zorzín desde el centro-este cordobés. Las consociaciones aportan además un residuo con mejor balance de C/N, asegurando una descomposición más lenta y una mayor ventana de competencia con malezas primavero-estivales como yuyo colorado y capiquí, agregó Acciaresi.
En surco cerrado no entran malezas: CS “bien plantados” para competir mejor
Uno de los aspectos fundamentales para que los CS hagan su lo suyo en el control de malezas es tratar de sembrarlos lo más temprano posible para lograr una buena estructura de plantas que repercuta en rastrojo voluminoso y de mejor calidad. Una fecha de siembra (FS) temprana, por ejemplo luego de la cosecha del maíz temprano permite aprovechar mejor esa ventana en años secos.
Conocer el banco de malezas es un aspecto muy importante para definir el tipo de siembra y manejo de los CS. “Si hay mucha presión de malezas como rama negra, raigrás o nabo es conveniente sembrar con sembradora, ya que al voleo la implantación es más lenta y/o puede haber baches que pueden dar lugar al escape de malezas”, advirtió Zorzín.
Preemergentes, ¿cuándo usarlos?
El nivel de agresividad del banco de malezas también va a definir la necesidad de recurrir al control químico. En siembras tempranas o lotes con menor presión de malezas es posible prescindir de los herbicidas previo a un CS, no así en fechas tardías o lotes más complicados.
Si fuera necesaria la aplicación de preemergentes, se deberá asegurar su incorporación con una lluvia posterior y tomar recaudos para reducir al mínimo la fitotoxicidad sobre el CS que perjudique su implantación. Los referentes apuntan a alcanzar al menos 4000 o 5000 kilos de materia seca para poder poner freno a nuevas camadas de malezas cuando los preemergentes le empiezan a soltar la mano al CS.
Debido a la restricción hídrica, los productores de la región están tendiendo a adelantar la terminación de los CS hasta un mes antes de la antesis. En esos casos es preferible usar herbicidas de control total y no rolo, porque el cultivo aún está verde. No es el caso de los lotes que van a maíz tardío, donde la ventana para ubicar el CS es más cómoda y el secado se puede prolongar hasta octubre, logrando mejores volúmenes de biomasa.
“No hay que perder de vista que el manejo de malezas debe hacerse a nivel de sistema y considerando estrategias a lo largo de toda la rotación”, insistieron. Los CS no pueden corregir en el corto plazo errores de manejo de años.