Siempre el mismo método, siempre las mismas consecuencias. Desde este viernes a media mañana, la Asociación de Trabajadores de la Industria Lechera de la República Argentina (Atilra) mantiene bloqueada la actividad en una planta láctea ubicada en la principal cuenca lechera de Sudamérica.
El peruano grupo Gloria data de 1942, sin embargo opera en Argentina desde 2006, cuando compró una planta de la familia Gonella. Con un mercado exportador muy importante, los principales productos que se elaboran en la planta de Corlasa ubicada en Esperanza, provincia de Santa Fe, son leche en polvo, grasa anhidra de leche y queso mozzarella, entre otras variedades.
En esta planta no se puede procesar la materia prima desde hace más de 24 horas, porque no pueden ingresar a descargar unos 28 camiones. Esa tarea se está haciendo lentamente para no detener la recolección de leche cruda en los tambos y por parte de personal jerárquico de la empresa. El mayor inconveniente generado por una protesta de Atilra está en la prohibición de la realización de tareas dentro de la misma y la paralización completa de la planta de secado.
El reclamo está basado en diferentes puntos menores por parte del gremio, pero tiene su objetivo central en el encuadramiento dentro del convenio colectivo de trabajo de 35 trabajadores que hacen tareas por contratación.
La medida de fuerza, que sigue absolutamente el procedimiento habitual de reclamo de Atilra, no sólo afecta a la empresa sino que pone en riesgo a la producción de 155 tambos que entregan directamente a la empresa y otros más de 40 nucleados en diferentes cooperativas de la zona.
Corlasa es la décima empresa en procesamiento de leche a nivel nacional, cerrando al mes de junio un recepción de 685 mil litros diarios promedio, lo que representan el 2,2% de la materia prima producida, pero con un gran impacto en la trama de tambos del centro de la provincia de Santa Fe.
Con el inicio de la primavera y a pesar de las condiciones adversas de este año, la firma está procesando diariamente unos 750 mil litros por día, sin descanso durante el fin de semana.
Las complicaciones comenzarán a incrementarse en las próximas horas, porque muchos de los tambos que remiten tienen una productividad que no puede almacenarse en el campo y que en los camiones no pueden superar más que 24 horas de espera hasta la descarga.
El gobierno de Santa Fe está intentando mediar para que el conflicto se destrabe y no afecte ni a la firma, ni a los tambos, pero tampoco a los trabajadores. Con una conciliación obligatoria demorada, los delegados regionales de Atilra ya amenazan con la puesta en marcha de un paro nacional en todas las plantas de la industria lechera del país, generando un colapso que puede ser el tiro de gracia para un sector que atraviesa una de sus mayores crisis históricas.
Es llamativa una medida de fuerza de tal tenor a una semana de las elecciones, aunque en Esperanza esta semana ya hubo reclamos sindicales del mismo estilo en la curtiembre Sadesa y frente al propio Municipio.
La intensificación de este tipo de bloqueos por parte de Atilra sin duda que afecta la imagen del candidato oficialista Sergio Massa, al cual el gremio conducido por Héctor Ponce fue a vivar hace casi un mes a unos pocos kilómetros de Esperanza, cuando anunció la baja de retenciones temporales a los lácteos, pero sobre todo al momento de celebrar la excepción en el pago del impuesto a las Ganancias a los salarios más elevados, horas después de su tratamiento en el Congreso.
Cabe destacar que Atilra tiene este método de presión ante cualquier disconformidad con las industrias. Como ejemplo, tiene aún dificultades para terminar de resolver la liquidación de 26 trabajadores de Lácteos Vidal, a partir de lo cual un delegado sindical fue procesado judicialmente por compulsión a la huelga.
Coincide también con la mención que hiciera de un conflicto similar en Lácteos Mayol por parte de Patricia Bullrich, en el último debate presidencial. es que son años donde se repite una misma metodología que complica el procesamiento de un alimento fundamental y perecedero, utilizando el hostigamiento para que las empresas cumplan sin disenso las voluntades del gremio.
Existe una modalidad extorsiva en la negociación por parte del gremio que no hace más que complejizar el trabajo de quienes tienen en el rubro el costo laboral más alto de Latinoamérica, por la merecida particularidad de la tarea, pero sobre todo por los pagos y bonificaciones que el gremio exige por empleado para solventar la propia estructura sindical.