El Grupo Olio todavía es para muchos un gran interrogante. Ya desde el vamos, quienes se han visto sorprendidos por la irrupción de este nuevo jugador en el mercado de granos, confunden el nombre “Olio” con la reciente decisión de incursionar en la molienda de soja para producir aceite y harina. Nada que ver. Por pura casualidad, Olio es el apellido del empresario que está detrás de todo esto, Ariel Olio.
Fernando Jurado, desde principios de este año CEO de este grupo, es un veterano del agronegocio: viene de trabajar en Cargill, Los Grobo y Paladini. Más allá de la talla de cada una de esas firmas, son todas empresas familiares. Otra casualidad. Jurado nos relata la historia del Grupo Olio como “la historia de una clásica familia italiana que llegó a Santa Fe” y progresó a costa de trabajo y esfuerzo.
El abuelo de Ariel comenzó todo y siendo carrocero pudo comprar las primeras hectáreas de campo en los años 50 o 60. El padre de Ariel, más cerca en el tiempo, se involucró más en el negocio agrícola y logró consolidar un capital propio de unas 2.000 hectáreas. Luego llegó Ariel, que “empezó a querer comercializar el producto del campo familiar, y a partir de ahí también empieza a originar”, es decir a actuar como un intermediario en el comercio de granos.
Según el relato que Jurado hace a Bichos de Campo, en cierto momento la empresa familiar decidió comprar una porción de la corredora Díaz & Forti y el joven Ariel se instala en su nueva base de operaciones en la ciudad de Rosario.
Mirá la entrevista con Fernando Jurado:
“Ariel es una persona con una visión de negocios impresionante. Ya en 2018 empieza a pensar de qué manera puede entrar en el negocio de exportación”. Así describe Jurado al presidente del Grupo Olio. Cuenta además que con ese objetivo el empresario realizó dos emisiones de capital en la Bolsa de Viena, para obtener el financiamiento necesario para pegar ese salto. Eso le permite consolidar el grupo, que está integrado por las firmas Los Reartes, más dedicada a la producción; y por Díaz & Forti, más enfocada en la intermediación de granos y también en la exportación.
“Diaz & Forti se convierte en una originadora importante y Olio se hizo muy fuerte en el mercado del FAS, para hablar en la jerga de la industria”, nos cuenta Jurado. La empresa comenzó a manejar el puerto Barranqueras, en el Chaco. Pero rosarinos de cabo a rabo, los de Grupo Olio acaban de firmar acuerdos para sponsorear a los dos grandes equipos de futbol de la ciudad, Rosario Central y Newells.
-Estas historias de crecimiento tan rápido despiertan todo tipo de suspicacias. Sobre todo porque en este mismo contexto en el que crece Olio hay un montón de corredoras o correacopios que se vienen cayendo…
-La familia Olio tiene un rara combinación. Por un lado la agresividad de querer crecer, pero por otro lado una fuerte impronta de familia italiana, que le dice doy solo el paso que puedo dar. El año pasado originó por 200 millones de dólares de granos, pero exportó muy poquito. Lo hizo porque no había margen en el negocio FOB (de exportación).
Jurado cuenta que el se incorporó a principio de año, cuando Olio estaba en conversaciones para tomar a fazón la planta de Buyatti en el puerto de San Lorenzo. Se trataba de una planta bien conservada y de mediana capacidad, que de todos modos tenía una contra: al estar alejada del río no tenía elevación propia. “Ese era el paso que estábamos dispuestos a dar para empezar a cambiar nuestra originación por exportación”, describe el directivo del grupo.
Esa negociación coincide con la caída también vertiginosa de Vicentin, una de las agroexportadoras nacionales líderes, que también era propietaria de una planta aceitera en San Lorenzo, además de ser dueña en sociedad con Glencore de Renova, la otra megaindustria sojera ubicada en esa localidad.
“La mala suerte de unas personas puede ser la buena suerte de otras”, sostiene Jurado. Dicho y hecho, pues la desgracia de Vicentin -que entró en concurso de acreedores en febrero pasado- habilitó para el Grupo Olio la posibilidad de hacer un mejor negocio que trabajar en la planta de Buyatti.
“Nos acercamos a Vicentin a pedir la elevación que no teníamos en Buyatti. Pero ellos nos dijeron que por el mismo precio nos daban capacidad de molienda con elevación incluida. Eran 3 a 4 dólares de ventaja en el costo, una fortuna de plata. Por eso frenamos con Buyatti y en marzo empezamos a hablar con Vicentin. A los dos meses el juzgado del concurso homologó un primer contrato hasta fin de este año”, continúa Jurado. Aquel acuerdo es por un piso de 60 mil toneladas hasta un techo de 200 mil toneladas de molienda de soja por mes.
Según el empresario, “hoy estamos cerca de las 200 mil toneladas y honestamente nos encontramos con un mercado FOB en el que le hemos vendido a todos los grandes exportadores de la Argentina. Empezamos a sentir que esos volúmenes los podíamos manejar bien”.
En septiembre pasado ya había quedado atrás el intento expropiador lanzado por el gobierno y el concurso de acreedores seguía su marcha. “Vicentin redobla la apuesta y nos dice que nos bajan 2 dólares más el valor del fazón, pero tomando el 70% de obligación de la fábrica de San Lorenzo. Y además nos ofrece la otra fábrica de Ricardone para girasol”, rememora el CEO del grupo Olio. Se firmó un nuevo contrato para seguir y ampliar las operaciones durante el transcurso de 2021, que ahora está a la espera de una nueva y necesaria homologación del juez.
-Mientras tanto el concurso sigue y en algún momento el juez deberá decidir qué sucede con esos activos de Vicentin en los que ustedes ahora están operando…
-Por eso estamos deshojando la margarita. Pensamos que a futuro podemos entrar en el concurso mostrando interés por alguna de estas fabricas en las que estamos operando.
-Eso implicaría que el Grupo Olio debería dejar de operar a fazón y convertirse también en una industria.
-Bueno, acá no te voy a revelar parte de nuestra estrategia. Pero podría decir que si tenemos interés en encontrar algún socio industrial con el cual entrar al negocio. Sabemos de nuestras limitaciones. Probablemente busquemos incorporar a alguien que aporte el conocimiento industrial que por ahí nosotros no tenemos.
-¿O sea que en definitiva están interesados en al menos las plantas de Vicentin en San Lorenzo y Ricardone?
-Si todo tiene un cariz empresarial, dentro de una convocatoria razonable, sin ribetes políticos o cosas que empiecen a enturbiar el proceso, esas plantas pueden ser de nuestro interés, dentro de las posibilidades que tenemos nosotros. Pero ese es un capitulo para mediados de 2021- responde el CEO. Jurado además advierte que ellos primero apuestan a mantener las fábricas funcionando. Sospecha que algunas otras empresas del sector agroexportador preferirían verlas cerradas, para que su cotización baje a la de un conjunto de fierros oxidados.
En este punto, el ejecutivo admite que tras su vertiginoso crecimiento en el negocio de la originación de granos primero y en la exportación después, el Grupo Olio ahora apunta a consolidarse como “una exportadora nacional” que pueda competir por parte de la cosecha argentina de granos.
“El sueño es ese. Para nosotros originar, moler y exportar 4, o 5 millones de toneladas es un objetivo desafiante. Si el año que viene hacemos 3 millones de toneladas habremos dado un primer paso sólido. Después pensar en 4 millones y más adelante en 5 millones. Nuestra ambición es alta, pero nuestra racionalidad es concreta”, se despide el directivo.