Una cosa es que lo diga el periodismo –como lo viene haciendo prácticamente en soledad Bichos de Campo en los últimos meses–. Pero otra muy diferente es que los propios protagonistas de la noticia reconozcan el hecho de manera pública.
Hoy el evento “A Todo Trigo 2021”, organizado en forma virtual por la Federación de Acopiadores, se transformó en una auténtica vidriera del estado de situación del mercado argentino de trigo, el cual, si bien está virtualmente intervenido, tal fenómeno nunca había sido hasta ahora reconocido públicamente por los actores del sector privado, quienes, en el marco de una “mesa del trigo”, administran de común acuerdo la oferta disponible para diferentes usos con el propósito de evitar la cuotificación o el cierre directo de exportaciones por parte del Estado argentino.
Javier Buján, presidente de la Cámara Aribitral de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, indicó que “si bien lo mejor es el mercado libre”, el mercado argentino actualmente se rige en el marco de una “autorregulación” consensuada entre todos los participantes de la cadena triguera. “Nunca sabemos cómo puede llegar a intervenir un gobierno en un determinado momento; hoy se alcanzó un nivel de diálogo importante y tenemos que seguir avanzando en ese camino”, afirmó.
“No tenemos que tener miedo de que cruja la cadena, pero sí es importante que no se rompa; el tema es llegar a un punto en el cual podemos llevar adelante el comercio con el menor daño colateral posible”, graficó Buján, para luego añadir que, con la intervención instrumentada por el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, además de una implosión productiva, la calidad del cereal disminuyó tanto que hubo que habilitar un cupo de “trigo baja proteína” para malvenderlo como recurso forrajero.
Diego Cifarelli, presidente de la Federación de la Industria Molinera, apuntó que “se evolucionó mucho en la cadena; no tengo dudas de que se ha encontrado un espacio de madurez enorme” en referencia a la “mesa del trigo” conformada a comienzos del presente año.
El representante del sector molinero recordó que “el gobierno nos dijo o arreglan entre ustedes o no tengo otra opción que intervenir” y que, ante esa disyuntiva, se “creó un espacio de diálogo entre los diferentes eslabones de la cadena” en el cual, por ejemplo, se acordó que la exportación se retiraría del mercado cuando terminase de comprar el saldo exportable determinado por el Ministerio de Agricultura.
Cifarelli indicó que, luego de presentar evidencias de que la harina tiene una incidencia ínfima en la estructura final de costos de los panificados, las autoridades gubernamentales finalmente aceptaron liberar los precios de las bolsas de harina destinadas a la industria alimentaria, aunque el sector sigue subsidiando con sus propios recursos el paquete de harina destinado a consumo familiar. Para poder compensar ese quebranto, dijo que es necesario que se habilite la posibilidad de “exportar hasta el último gramo de harina que se pueda”.
Gustavo Idígoras, presidente del Centro de Exportadores de Cereales, señaló que prefería no hablar de autorregulación, sino de “responsabilidad social en función de la situación que está atravesando la Argentina”. Y recordó que Fernando Rivara, el presidente del Federación de Acopiadores, fue el primero que mencionó ese concepto durante la primera reunión de la “mesa del trigo”.
“Lo que hemos asumido es una responsabilidad enorme para ser coherentes con la cadena de valor que queremos, pero insertada en la realidad argentina”, aseguró Idígoras, para posteriormente mencionar que eso representa un gran esfuerzo en la actual coyuntura, dado que las limitaciones de exportación autoimpuestas se presentan en un momento de altísima demanda internacional de cereales. “Los exportadores vamos a ser consecuentes si hay un consenso en la cadena de valor”, afirmó.
Jorge Chemes, presidente de Confederaciones Rurales (CRA), señaló que, si bien el productor tiene claras intenciones de invertir este año en el cultivo de trigo para aprovechar los elevados precios internacionales y la humedad disponible en el perfil del suelo de buena parte de las regiones agrícolas, no deja de tener dudas frente a las recurrentes amenazas intervencionistas que provienen desde el Ministerio de Desarrollo Productivo.
“El productor no pretende ganancias extraordinarias: quiere previsibilidad porque la rentabilidad se obtiene a partir de la continuidad de las reglas de juego”, aseguró Chemes.
En ese sentido, el subsecretario de Mercados Agropecuarios de la Nación, Javier Preciado Patiño, dijo que “el compromiso del Ministerio de Agricultura es dar previsibilidad, mantener las reglas de juego y generar riqueza para todos los argentinos”.
Por su parte, Miguel Cané, presidente de Argentrigo, sostuvo que, en la actual coyuntura, no tiene sentido generar conflictos entre los diferentes eslabones de la cadena triguera porque es necesario “ser adultos y saber dialogar con nuestros pares para construir con ellos, porque son nuestros socios estratégicos y no nuestros enemigos”.
Por último, Ernesto Crinigan, presidente del Centro de Corredores y Agentes de la Bolsa de Cereales, aseguró que es necesario “evitar por cualquier medio volver al modelo (de intervención oficial)” porque “quedó demostrado que no funciona, mientras que en los últimos años tenemos incrementos de área y de producción”.