El mercado externo argentino de trigo está virtualmente cerrado, pero la noticia no le “mueve un pelo” a los empresarios agrícolas –localizados en su mayor parte en el norte de la zona pampeana– que producen trigo condición cámara.
Las zonas productivas de trigo localizadas hacia el norte de la ruta nacional 5 suelen sembrar cereal con el objetivo de lograr máximos rendimientos para vender el producto en cosecha y hacer “caja”. Ese “partido” está prácticamente finalizado porque el trigo cámara ya está en su mayor parte vendido.
El mayor daño promovido por la intervención se genera hacia el sur de la ruta nacional 5, donde –trazando una línea imaginaria– la mayor parte de los productores, además de buscar altos rendimientos, se desviven por lograr partidas de trigo con estándares de alta calidad panadera. No es casualidad que las principales industrias molineras argentinas estén ubicada en la provincia de Buenos Aires.
Los productores de trigo de “alta gama” suelen almacenar las mejores partidas del cereal para ir vendiéndolas en el transcurso del año en función de las oportunidades comerciales que vayan surgiendo.
Pero si la intervención oficial “plancha” los precios internos del cereal, esa estrategia pierde sentido, pues los valores de referencia para establecer “premios” por calidad se ubican muy por debajo de la paridad en una situación de economía de mercado.
La consecuencia directa de esa política, tal como sucedió una década atrás, es que los productores, luego de ser “empomados”, se protegen las partes íntimas para evitar ser nuevamente violentados. Eso implica que comienzan a reducir tanto el área de trigo como la inversión tecnológica en el cultivo (algo que este año harán sin mucho esfuerzo debido a los altísimos precios de los fertilizantes).
Esa conducta hizo que en octubre de 2013 Argentina se quedara sin disponibilidad interna de trigo y que, debido a la mala calidad del cereal, el entonces gobierno de Cristina Fernández de Kirchner debiera crear una nueva categoría, denominada “trigo baja proteína” para poder embarcar trigo forrajero destinado a alimentar cerdos en países asiáticos.
Si bien los primeros perjudicados por la intervención oficial fueron los productores, los mayores daños se registraron en el sector molinero, dado que debió hacer frente por varios años tanto a la escasez de mercadería como a la pauperización creciente de su calidad. Nada indica que la historia no pueda volver a repetirse más temprano que tarde.
Desacople: El registro de exportación de trigo argentino vuelve a estar virtualmente cerrado