Los manuales de comercialización agrícola indican que en la escala de calidad y precio se encuentra primero el aceite de girasol seguido por el de soja y, bastante más lejos, el de palma.
Sin embargo, si bien está claro que entre los tres tales diferencias de calidad son evidentes, en materia de precios internacionales está todo “dado vuelta”.
El aceite de girasol, que cuenta con una calidad muy superior al de soja y (especialmente) al de palma, se comercializa a un valor ridículamente bajo debido a que los ucranianos están obligados a exportar el producto a precios de “remate” luego de que a mediados del año pasado Rusia suspendiera su participación en el “corredor granario” implementado junto a Turquía y Naciones Unidas, lo que implicó la imposibilidad de emplear los grandes puertos del Mar Negro para concretar embarques.
Adicionalmente, los gobiernos de Polonia, Eslovaquia y Hungría comenzaron a introducir restricciones para el ingreso de productos agroindustriales ucranianos con el propósito de proteger a sus propios productores.
Ucrania es el primer exportador mundial de aceite de girasol y por detrás está Rusia, nación que también está vendiendo aceite de girasol a valores bajos para poder generar divisas con rapidez ante la necesidad de seguir financiando la guerra contra Ucrania.
El segundo hecho insólito es que el precio del aceite de palma se encuentra por encima del de soja. La razón principal que explica ese fenómeno reside en compras monumentales de aceite de palma por parte de India y China en un contexto en el cual la producción en Malasia e Indonesia (los mayores exportadores de aceite de palma) está registrando recortes.
Las compras de aceite de palma en el mercado asiático están siendo priorizadas a las de aceite de soja provenientes de Sudamérica y EE.UU. porque los envíos de ese origen están experimentando dificultades y sobrecostos a causa de la bajante que se registra en el Canal de Panamá y problemas geopolíticos en el Canal de Suez.
Una particularidad es que gran parte del aceite de palma importado por China se emplea para elaborar biodiésel que luego es exportado a la Unión Europea como biocombustible “renovable” elaborado supuestamente con aceite de cocina usado. Una “truchada” gigantesca que la UE-27 está evitando denunciar abiertamente para no sufrir quizás represalias comerciales por parte de China.
Tampoco ayuda demasiado que la Argentina, el mayor exportador mundial de aceite de soja, haya decidido desmantelar –a contramano del resto del mundo– su programa de promoción de uso interno de biodiésel, el cual se elabora en el país en un 100% con aceite de soja.
De todas maneras, el mercado de aceite de soja hace tiempo que dejó de ser uno solo, pues en EE.UU., gracias a la promoción interna de los biocombustibles, el aceite de soja dejó de ser un commodity agroindustrial para transformarse en uno energético. Eso explica la enorme brecha de precios entre el aceite estadounidense respecto de los originados en Sudamérica.
Hago Diesel euro 5 del aceite de motor, si alguien le interesa le dejo mi número wsp 3585162320