Aunque la provincia de Corrientes concentra ahora la mayor producción de arroz del país, Entre Ríos reúne al 70% de las industrias arroceras instaladas. La empresa Marcos Schmukler, bajo la marca Don Marcos, es una de las pionera en el rubro, con más de 50 años de historia. Hoy es administrada por los hijos de su fundador, que han logrado sostener sus niveles de exportación y diversificar su producción para el mercado interno.
La empresa, ubicada en San Salvador, es un ejemplo de lo que los políticos dicen que hay que hacer: agregar valor a la materia prima en sus lugares de origen. Sin embargo, Fernando y Roxana Schmukler creen que la empresa podría crecer aún más si no fuera por las limitaciones impositivas.
“La fundó nuestro padre en el año 1965. Se empezó con la producción propia y la industrialización. Fue el primer molino arrocero privado que hubo en San Salvador, pues hasta ese momento había solo una cooperativa. Al principio estuvo dedicada a la exportación pero con el paso de los años se fue adaptando a las necesidades e incorporando tecnología”, contó Fernando Schmukler a Bichos de Campo.
Como en otros molinos arroceros, en esta planta se recibe el arroz con cáscara, que suele llegar con un elevado nivel de humedad desde la cosecha reciente. Por eso el primer paso es una línea de secaderos. Luego el grano se industrializa. Ese proceso consiste en descascarar el grano, pulirlo y abrillantarlo. A partir de ahí se clasifica según su calidad. Hay una selección muy estricta porque el consumidor no quiere granos partidos.
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El destino de los granos puede ser el mercado externo, al que se exporta en bolsas, contenedores o camiones. Para el mercado interno se fracciones en bolsas de medio kilo, un kilo o cinco kilos, que se venden bajo diversas marcas.
Hace algunos años que la empresa manejada por los hermanos Schmukler comenzó a reformular su paleta de producción, con nuevos productos y sobre todo con inversiones para aprovechar los principales subproductos de este proceso industrial. Los granos partidos (o medio grano) comenzaron a ser aprovechados a partir de su conversión en harina de arroz.
“Después de trabajar tantos años en el mercado internacional, decidimos darle valor agregado al medio grano. Comenzamos a hacer harina de arroz y extrusado. Salimos con la línea de tostaditas y snaks. Luego hicimos otra inversión con el arroz parboil, que no se pasa”, explicó Roxana Schmukler. El Parboil es otro proceso diferente, donde el arroz recibe una suerte de precocción para luego facilitar su uso para el consumidor.
El molino Marcos Schmukler, con estas inversiones, no deja de dar pelea y ya tiene más de 17 productos derivados del arroz en supermercados de casi todo el país. Recientemente han realizado una integración con otros productores para poder acopiar más arroz, por lo que el 75% de lo industrializado es propio y el 25% restante es comprado fuera de la empresa.
Los productores de Don Marcos cuentan con una certificación libre de gluten. “Nos abocamos a cubrir ese espacio que hay en la góndola para que cada vez haya más especialidades”, concluyó Roxana.
-¿Y cómo se sienten haciendo todo lo que los políticos dicen que hay que hacer?
-Hay un regocijo en haber podido lograr todo lo que se logró. El regocijo está en poder producir y seguir en carrera. La realidad es que se podría hacer mucho más, pero las limitantes, ya sean impositivas u otras trabas, hacen que todo sea lento. De lo contrario sería más fluido y se potenciarían muchas más empresas- respondió Fernando.