En la Argentina el formulario “Carta de porte para el transporte automotor de granos” es el único documento válido y de uso obligatorio para el traslado de esa mercadería.
Las “cartas de porte”, implementadas una década atrás a partir de la resolución 2595/09 de la Administración Federal de Ingresos Públicos (Afip), se siguen gestionando en papel a pesar de que ya se dispone hace años de la tecnología necesaria para digitalizar completamente el proceso.
Tal exigencia, además del costo de impresión y almacenamiento físico que requiere, en la actual coyuntura se transforma en un vector potencial de transmisión del virus Covid-19.
Durante la gestión del presidente Mauricio Macri se intentó avanzar en la instrumentación de la implementación efectiva de una carta de porte electrónica con el propósito de eliminar el uso del papel. Pero supuestos inconvenientes técnicos planteados de manera sistemática por los equipos técnicos de la Afip evitaron que eso pudiese llevarse a cabo.
Pero lo que no pudo Macri, Alberto Fernández sí lo hizo: a partir del próximo 1 de septiembre entrará en vigencia la carta de porte electrónica, según informó hoy la Afip por medio de un comunicado.
Lo curioso del comunicado oficial es que pone el acento no en el hecho de brindar un servicio requerido hace años por la mayor parte de los empresarios agrícolas, sino en la posibilidad de contar con una herramienta más de vigilancia fiscal.
“La implementación de la carta de porte electrónica representa un hito en la fiscalización del sector agrícola. Nos permite controlar movimientos no registrados para limitar operaciones irregulares que no solo afectan la recaudación y alimentan el contrabando, sino que también perjudican a la mayoría de los actores que cumplen con las reglas”, expresó la presidenta de la Afip, Mercedes Marcó del Pont, para luego resaltar, por si quedaba alguna duda, que “el trabajo conjunto con los distintos ministerios y las fuerzas de seguridad es imprescindible para fortalecer la capacidad de fiscalización de un sector donde existen muchas irregularidades” (sic).
Como no podía ser de otra manera, también hubo un lugarcito en el comunicado oficial para la ministra de seguridad, Sabrina Federic, quien enfatizó la relevancia del “trabajo articulado y acompasado para impedir delitos e infracciones inherentes al contrabando, la vulneración del código aduanero y la adulteración de cartas de porte. Este tipo de herramientas permite abordar prácticas ilícitas que dañan la estructura financiera y productiva del país”.
Finalmente, le tocó el turno al ministro de Agricultura, Luis Basterra, que señaló que “agilizar trámites, brindar mayor seguridad y garantizar la trazabilidad en el traslado de los granos es uno de los objetivos que nos fijamos a través del trabajo conjunto. La carta de porte electrónica demuestra que el Estado está presente con un criterio federal y de equidad territorial” (¡al fin un funcionario que no habla de la actividad agrícola como si se tratase del insumo base de una serie de Netflix sobre malandras y narcos!).
La carta de porte electrónica, además de la cuestión sanitaria, permitiría –si está bien instrumentada– minimizar tiempos muertos, porque cuando un transportista llega a destino con la carta de porte en mano, en el puerto o la industria se deben ingresar datos contenidos la misma con el fin de validar si el Código de Trazabilidad de Granos (CTG) y la patente del camión son los correctos.
Por otra parte, cuando se produce algún error en la confección de la carta de porte, con el documento digital eso se podría detectar con anterioridad a la llegada del camión a destino y subsanarlo en tiempo real. En tanto, si la carta de porte es rechazada, los trámites para rehacerlas actualmente son muy engorrosos e implican pérdidas de tiempo, algo que podría ser solucionado con la gestión digital del documento.