En una reunión ganadera en Catamarca conocimos a José Giordano. El hombre trabaja como constructor en los Valles Calchaquíes, pero no como un constructor común y corriente sino uno bastante particular: “Soy constructor con materiales naturales dentro de lo posible”, explica.
Esa definición, en si misma, nos coloca delante de una discusión que suele pasar desapercibida en el sector agropecuario pero que debería comenzar a ser tenida en cuenta: ¿Con qué materiales se hacen las viviendas y las mejoras en los establecimientos rurales? ¿Se traen costosos ladrillos y cemento desde otros lugares distantes? ¿O se puede reemplazar alguno de esos componentes por insumos que ya tenemos en el lugar?
El concepto es muy interesante, desde el punto de vista filosófico pero también para la economía de cada productor al realizar este tipo de inversiones.

José parece estar en un lugar ideal para encarar estas viejas/nuevas maneras de construir. En el NOA muchas cosas se construyeron hace siglos con determinadas técnicas y materiales. “Acá lo que tenemos es una cultura viva todavía del adobe”, nos resume Giordano.
-¿Y qué es el adobe, para que la gente muy ignorante, que puede no saberlo?
–El adobe es un ladrillo de barro crudo. El ladrillo común es un ladrillo de barro cocido. Nosotros también usamos el barro, pero crudo. La gran diferencia es que el ladrillo tiene un proceso más industrializado. Al barro seco simplemente se le va el agua. Al ladrillo lo tenés que cocinar, y usás mucha leña. Entonces vos estás usando una energía que por ahí no tenemos. Acá el tema de la leña está cada vez más difícil.
Mirá la entrevista con José Giordano:
Giordano forma parte de una organización de arquitectos, albañiles y vecinos que se propuso revalorizar la cultura del adobe. Lamenta que la gente de su propio lugar “muchas veces al barro crudo como algo más precario”, y tiene entre sus aspiraciones de ascenso social “hacer la casa de material”.
“Es como que siente un prejuicio respecto a la construcción tradicional, aún cuando hay casas de adobe en pie que aguantaron cientos de años así”.

-¿En general, cuál es la virtud de construir con algo disponible localmente?
-Lo primero que tenés es la soberanía de los materiales. O sea, te cambia mucho la cabeza cuando vos aprendés que podés, a 200 o 500 metros, tener una cantera para sacar el material, para hacer tu casa. Inclusive muchas veces tu terreno es tu propia cantera. Muchas veces haciendo un pozo para los cimientos, si esa tierra es apta vos de ahí podés sacar el material para hacer tu construcción.
Pero José no es fundamentalista. “En realidad, a veces también pasa por conciliar lo ancestral con lo moderno”. Entonces si no tenés piedras suficientes disponibles para hacer los cimientos de la nueva construcción, es válido utilizar un encadenado de material para luego “ir para arriba” con el adobe.
“Tampoco somos los ortodoxos del barro crudo, sino que vamos conciliando las dos opciones”, nos describe este integrante de la ONG Barrios de Barro, que tiene sede en Santa María del Valle de Catamarca. Pero hay un montón de agrupamientos de arquitectos, investigadores o constructores, dedidados a difundir estos modos de construir a nivel nacional.
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¿Y qué tiene que ver todo esto con el agro?
Bueno, debería tener mucho que ver, porque en general el barro para hacer adobe, hay madera para hacer vigas, hay piedras para hacer cimientos, y hay sol de sobra para secar los ladrillos de barro.
“Lo más importante de la construcción natural es definir el material que tenés y que esté lo más cerca posible”, insiste José, al cual cruzamos en una reunión sobre la cría de camélidos porque ellos sugieren que, en las alturas de la Puna, es posible construir con estas técnicas refugios para los animales.

