Un interesante estudio realizado desde el Rosgan (Mercado Ganadero de Rosario) marcó la diferencia que existe entre los productores agrícolas y ganaderos respecto de la necesidad de recurrir a los bancos a pedir créditos para desarrollar su actividad. Los segundos van más al banco, porque no tienen tantas manera de financiarse. Y en 2024 absorbieron más de 850 millones de dólares en préstamos.
En base a estadísticas del Banco Central, que están desagregadas por actividades, los analistas del Rosgan analizaron la evolución de préstamos bancarios otorgados a empresas de ganado bovino, con saldos al 31 de diciembre de cada año.
El año que mayor endeudamiento registró el sector fue 2017, con USD 1.406 millones mientras que, dentro del período analizado, el año 2007 fue el que registró el menor nivel de endeudamiento, con un saldo final de USD 378 millones.
Lo curioso es que el año pasado, “las empresas ganaderas casi duplicaron el nivel de endeudamiento, al pasar de un saldo de 457 millones de dólares a fines de diciembre de 2023 a 852 millones a fines de 2024”. De todos, hay mucho de efecto inflacionario: “Medido en dólares, el monto total adeudado a fines de 2024 se encuentra ligeramente por debajo del promedio de la serie (2007-2024)”, se aclaró.
Sobre el total adeudado a fines de 2024, el 22% corresponde a préstamos tomados en moneda extranjera, unos 184 millones de dólares, mientras que los saldos restantes provienen de préstamos tomados en pesos que, convertidos al tipo de cambio de referencia, equivalen a unos 668 millones.
Peor el Rosgan destacó que “en este último año se observa una fuerte recuperación del crédito concertado en moneda extranjera, luego de tres a cuatro años de muy baja participación”.
Durante los años 2018 y 2019, cuando gobernaba Mauricio Macri, el sector llegó a registrar un mayor nivel de endeudamiento en moneda extranjera que en moneda local alcanzando el 54% del total adeudado.
Un conclusión del documento es que “en el caso particular de la ganadería, estas estadísticas reflejan una gran parte de la financiación total que ingresa al sector, puesto que, a diferencia de la agricultura, es muy baja la financiación comercial que recibe por fuera del sector, en relación al capital invertido”.
En este sentido, explica que la mayor inversión requerida para iniciar un planteo ganadero consiste en la compra de la hacienda, algo que, en la mayoría de los casos termina siendo financiada por otro productor, a través de los plazos comerciales que se otorgan al momento de la venta.
Algo distinto sucede en la actividad agrícola, donde el mismo ciclo anual de producción, sumado a un sistema de comercialización rápido, le permite al productor conseguir un mayor fondeo externo no solo de entidades financieras sino también de los mismos proveedores de insumos o, incluso, de fabricantes de maquinarias, a través de los que accede a plazos más largos.
Luego el informe del Rosgan trata de encontrar alguna correlación entre esta demanda de créditos y la situación propia del sector.
Y evalúa: “Si bien la actividad ganadera ha logrado trabajar apalancando gran parte de la compra de hacienda a través de esta autofinanciación que logra encadenar entre los distintos eslabones de producción desde la cría a la faena-, lo cierto es que, muchas veces cuando lo que se intenta es retener vientres o extender los ciclos de invernada o engorde, ni los plazos comerciales, ni los costos de esa financiación resultan adecuados para esos fines”.
Según este análisis, la escasez de crédito bancario a lo largo de los años “termina reflejándose en el estancamiento en el que ha ingresado la actividad, tanto en términos de cantidad de cabezas en stock como de kilos de carne producidos”.
En los períodos en los que el sector recibió un mayor nivel de financiación, se redujo ligeramente el nivel de extracción de animales del stock nacional, aunque sin llegar nunca -hasta entonces- a plasmar una reducción lo suficientemente significativa como para lograr una recomposición plena y posterior expansión del stock.
A la inversa, en años en los que crece la producción de carne, el sector tiende a reducir su nivel de endeudamiento, mientras que, en años en los que la producción baja, sus pasivos tienden a crecer.
En 2024, el sector expandió su pasivo en 395 millones de dólares, lo que equivale a un crecimiento del 86% en nivel de endeudamiento.
Parte de estos fondos, indefectiblemente, están asociados a los menores ingresos generados por las empresas, dado la menor producción y el aumento de costos que debieron enfrentar, no solo por factores macroeconómicos sino fundamentalmente climáticos, ya que salían de una dura sequía.
“Sin embargo, parte de esta expansión de los pasivos ganaderos también puede estar orientada a financiar la retención de hacienda o, incluso, a nuevas explotaciones. Será este un punto a responder en los próximos meses, a la luz de los indicadores que termine reflejando la actividad”, evaluó el Rosgan.