El gobierno argentino tiene a mano una herramienta para terminar en pocos días con el desabastecimiento de gasoil: el biodiesel elaborado con aceite de soja. Sin embargo, prefiere hacer frente a los conflictos derivados de la falta de un insumo crítico para levantar la cosecha gruesa que recurrir al biocombustible.
Para un gerente convencional, acostumbrado a asignar recursos escasos y apagar incendios, semejante tozudez puede parecer desconcertante. Pero es indispensable comprender que los integrantes de la corporación política entienden al Estado como una empresa y, como tal, priorizan siempre los intereses de esa mega estructura en desmedro de cualquier otro.
Cuando se analiza lo que está sucediendo con ese “filtro”, entonces queda todo mucho más claro, pues el aceite de soja está registrando un precio récord histórico en el mercado internacional y está gravado con un derecho de exportación del 33% del valor FOB.
April 13: Most-active CBOT soybean oil futures hit an all-time high of 78.75 cents per lb as crude oil and other global vegoil prices firmed.
Most-active #soyoil is up 38% so far in 2022, up 53% from the same date last year, and up 190% from the same date in 2020. pic.twitter.com/61TraOYTEo
— Karen Braun (@kannbwx) April 13, 2022
El biodiesel, además de abonar un derecho de exportación del 29%, tiene un mercado mucho más reducido porque sólo se puede colocar en la Unión Europea por una cantidad limitada, dado que la mayor parte de las naciones imponen trabas para el ingreso del mismo, pues les interesa estimular la producción interna del biocombustible.
El aceite de soja, para la corporación política, es entonces una fuente de recursos tributarios y de divisas, las cuales son indispensables este año para importar gas natural y GNL, pero también gasoil, que, insólitamente, podría reemplazarse por biodiesel.
Esta es la parte del artículo en la que alguien piensa, bueno, pero sin combustible no hay cosecha y sin granos gruesos no hay divisas y sin divisas no hay posibilidad de importar nada. Completamente cierto. Pero para los integrantes de la corporación política eso es largo plazo. Hoy lo importante es exportar todo el aceite de soja posible, recaudar por adelantado derechos de exportación (sí, se recaudan por adelantado más allá de cuándo se realice el embarque) y asegurar los dólares en lo inmediato. Y mañana, después vemos.
Adicionalmente, ampliar el uso interno de biodiésel implicaría restar mercado al gasoil elaborado por YPF, que es una empresa controlada por el Estado argentino y, como tal, con intereses defendidos férreamente por la corporación política.
El agro es algo así como un siervo de la Gleba para la corporación política: mientras siga pudiendo obtener el aporte de los labriegos, al Señor no le interesa qué suceda con ellos. Piden, gritan, que se les viene la noche con el paro transportista, y el Señor manda a un funcionario de tercer orden para atender el problema y, como es previsible, el problema no se arregla, y el funcionario dice mala suerte, no se pudo hacer nada, bueno, permiso, me voy a mi casa que me están esperando con la cena.
En la Argentina, aunque no muchos lo saben, existen empresas dedicadas a vender pequeñas plantas de biodiesel alimentadas con aceite de soja. Y los empresarios agropecuarios que las implementaron hoy viven en una “isla”, pues ni se enteraron del problema de desabastecimiento de gasoil gracias a una inversión mínima para la estructura de costos de una firma del sector. Se complicaron un poco más la vida, pero tienen su propio combustible y, por ende, sumaron independencia frente al destrato del Señor.
Después de todo, si bien son tratados como siervos, en realidad los productores son los propietarios de la única moneda presente en la Argentina, que no es otra que la soja, un bien que es aceptado en todo el mundo, puede emplearse como medio de pago (ahora incluso ¡hasta tokenizado!) y también como reserva de valor.
Quizás esa sea la solución. No salir a pedir, rogar, que el Señor se muestre piadoso de sus súbditos (algo que no va a suceder), sino emplear los recursos que se tienen a mano para para intentar dejar de ser un siervo de la Gleba, los cuales actualmente, gracias al avance tecnológico, son muchos.