Las primeras consecuencias de la suba sideral del valor internacional de los fertilizantes ya comenzaron a impactar en las decisiones de los productores con una baja considerable de la intención de siembra de maíz en EE.UU.
Este mediodía el Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA) pronosticó que este año el área de maíz en esa nación caería un 4% respecto de 2021, al tiempo que la superficie con soja –cultivo menos demandante de fertilizantes– subiría un 4% en términos interanuales.
En tanto, luego del desastre productivo ocurrido en la última campaña con el trigo de primavera, que resultó muy afectado por una sequía, en 2022 el USDA prevé un crecimiento del área total del cereal del 1% respecto de 2021.
El anuncio del USDA, como es previsible, generó alzas en los precios de los contratos de los futuros de maíz del mercado estadounidense CME Group, al tiempo que lo contrario ocurrió con los futuros de soja.
Otro factor que está jugando a favor del maíz es que un grupo de legisladores estadounidenses con llegada al gobierno de Joe Biden está promoviendo un mayor uso interno de bioetanol –elaborado en su mayor parte con maíz– para proteger, según aseguran, a los consumidores estadounidenses de los perjuicios generados por las distorsiones de precios promovidas por el conflicto ruso-ucraniano.
De todas maneras, más allá de lo que ocurrió hoy jueves con las cotizaciones de la soja en el CME, vale tener en cuenta que al 24 de marzo pasado, según el último dato informado por el USDA, EE.UU. ya comprometió comercialmente el 97% de su oferta exportable de soja 2021/22 cuando faltan cinco meses para el ingreso de la nueva cosecha 2022/23.
De la oferta exportable de soja estimada para 2021/22 (56,8 millones de toneladas), EE.UU. ya embarcó 43,5 millones y tiene pendientes de embarque otras 11,7 millones de toneladas.