Alberto Diomedi es un personaje singular. Ministro de la Producción de Río Negro desde hace un par de años, quiere aplicar en la función pública las mismas armas que utiliza en su finca frutícola del Alto Valle, una de las de mayor productividad en la región. Esas armas son nuevas y más tecnologías como manera de hacer eficiente la producción, reducir los costos y hacer más vivible la vida de los que trabajan en el campo.
Con ese objetivo en la cabeza, Diomedi no dudó, días atrás, en ir en búsqueda de esas tecnologías a la exposición Agroactiva, en Santa Fe. Allí lo encontramos:
¿Qué busca Diomedi? “Queremos ver que cosa de lo que vemos acá podemos aplicar en nuestra Patagonia. En la meseta patagónica, por ejemplo, donde hay campos de 20 mil hectáreas que apenas tienen 500 ovejas, vemos que todo lo que hay de energía solar, para conseguir la energía necesaria para reemplazar los molinos. No tenemos molineros. Entonces con energía solar podemos hacer funcionar una bomba que saca 6.000 litros hora de agua a un costo bajísimo. O darle la posibilidad de tener energía en la vivienda de cada uno de nuestra gente que vive en el campo: eso significa que podemos tener una heladera, un televisor, una computadora, un teléfono…”
El ministro también observo con detenimiento la tecnología para riego, pensando en la posibilidad que tiene Río Negro, ya en las zonas que quedan al margen del Río que le da nombre a la provincia, de hacer pasturas y producir otros forrajes sobre unas 200 mil hectáreas que todavía están disponibles. “Tenemos empresas que ya están en 4 mil o 5 mil hectáreas de alfalfa”, comentó el inquieto funcionario. “Tenemos mucho maíz, que debemos conservar con una baja humedad del 8%. Y aquí conseguimos las máquinas para poder secarlo”, añadió.
El proyecto rionegrino es hacer crecer la ganadería al sur de la barrera sanitaria del Río Colorado, no solo para proveer a la región de carne con hueso (la desosada puede ingresar desde el norte del país) sino también para aprovechar la chance de exportar a mercados premiun, como Japón y Estados Unidos, mucho antes que el resto de la Argentina.
Entre tanto proyecto, Diomedi no esquiva contestar las preguntas sobre el estado de cosas de la producción de peras y manzanas, que arrastra una larga crisis que ya parece crónica y sin remedio. “Este año se dieron fenómenos sanitarios buenos, fenómenos productivos buenos y fenómenos cambiarios buenos”, dice el ministro, que reconoce que la campaña empezó con un dólar de 17 y llegó ahora (al momento de esta nota) a 25,50 pesos, además de una favorable relación entre dólar y Euro, que colabora a la exportación de la fruta a los mercados europeos.
“Lo que tenemos que aprender mucho más tranqueras adentro es a manejar nuestros costos, aprender a apreciar mucho más nuestro dinero, ser más eficientes en cada una de nuestras tareas”, insiste Diomedi. Luego, el ministro patagónico se escurre por las calles de Agroactiva.