Elevar del 10 al 15% el corte obligatorio con biodiésel del gasoil consumido en el país es una de las fórmulas que proponen los expertos de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) para derivar hacia el mercado externo parte de ese combustible renovable que a la Argentina ya no le resultará tan sencillo ubicar en los mercados de exportación.
Julio Calzada y Federico Di Yenno, analistas de la BCR, lanzaron esta propuesta en el último informe semanal de la entidad, conscientes de que no será nada fácil remover las sanciones antidúmping que le pusieron al biodiésel argentino tanto en Europa como en los Estados Unidos. Además sugirieron que en determinados rubros como el transporte, la generación de electricidad e incluso la maquinaria agrícola sea “intensificado” el uso de este combustible renobable. Es decir, que no haya un corte determinado por el gobierno sino que cada empresa pueda decidir libremente ampliar la participación del biodiésel.
La propuesta se conoce justo unos días después de que el Gobierno incrementara del 8% al 15% las retenciones a las exportaciones de biodiésel, como como de atenuar el diferencial cambiario que existía entre los embarques de ese producto y los de sus materias primas, la soja y el aceite, que tributan mucho más impuestos aduaneros. A los ojos de casi todo el mundo, ese diferencial constituye directamente un grosero subsidio.
Ver: Daniel Lema: “Se llegó a vender biodiésel mucho más barato que el aceite de soja”
“Previendo que esta medida provocará una pérdida de ingresos para los productores locales de biodiesel, se propone considerar medidas que atenúen el impacto”, dicen razonablemente los especialistas de la Bolsa rosarina, al proponer que se amplíe el corte obligatorio del gasoil del 10 al 15%, en una primera etapa, y luego hasta el 20%.
Según el trabajo, la demanda de gasoil para el parque automotor y la agricultura (según cifras del 2016) rondó los 13.700 millones de litros. El biodiesel utilizado para mezclar ese gasoil fue de 1.200 millones de litros, representando cerca de un 9% del consumo total. Elevar en 5 puntos el corte obligatorio tendría entonces un impacto en la demanda de unos 600 millones de litros adicionales.
Argentina, que comenzó a producir biodiésel a partir del aceite de soja desde 2007, tiene en la actualidad 37 plantas elaboradoras, con una capacidad de producción de 4,4 millones de toneladas. Es decir, hasta ahora exportaba la mayor parte de la producción, por unos 1.200 millones de dólares.
Según este análisis, ese negocio ahora está en peligro y hay que generar nuevas bocas de expendio. Las razones citadas son tres: a) el mercado de Estados Unidos está cerrado, b) es probable que Europa aplique una nueva sanción “de carácter proteccionista” a Argentina, y c) el aumento en los derechos de exportación deterioró los márgenes de la exportación.
En el 2017, todavía sin las fuertes sanciones del gobierno de Donald Trump, la producción de biodiésel ascendió a 2,9 millones de toneladas, es decir que la capacidad instalada se utilizó en un 65%. Las exportaciones alcanzaron 1,65 millones de toneladas, mientras que -como ya se dijo- otras 1,17 millones se destinaron al corte con gasoil para los autos argentinos.
Ver: Por primera vez el biodiesel lidera las exportaciones de energía
Originalmente ese corte estuvo reservado para los productores Pymes o pequeñas fábricas del biodiésel, mientras que las grandes industrias aceiteras levantaron sus propias fábricas pensando en el negocio de la exportación, que ahora presenta grandes nubarrones. Así las cosas, el 70% de la capacidad de producción está concentrada en el Gran Rosario y son 10 plantas que pueden producir casi 3 millones de toneladas por año.
Son esos jugadores los que ahora quieren comenzar a tallar más fuerte en el mercado local del biodiésel, que a diferencia del comercio exterior está regulado por el Ministerio de Energía, que distribuye cupos por empresa para proveer a las petroleras que finalmente cortan el gasoil.
“En el país hay 12 plantas de gran tamaño, con capacidades de producción iguales o superiores a 100.000 t/año cada una de ellas. De esas 12 fábricas, 11 están localizadas en la provincia de Santa Fe y, más precisamente, 10 de ellas en el Gran Rosario donde funciona el complejo oleaginoso”, dice el informe de la BCR identificando a los jugadores que quieren ampliar su negocio hacia el mercado doméstico.
De esas diez plantas mencionadas las cuatro principales pertenecen a Louis Dreyfus (General Lagos), Renova (Timbúes); Patagonia Bioenergía (San Lorenzo); y Terminal 6 (Puerto General San Martín). En tanto, las dos plantas grandes que no están en el nudo agroexportador del Gran Rosario se ubican en la localidad santiagueña de Frías (Viluco SA) y en la ciudad de Avellaneda (Vicentín SA).
“La industria del biodiesel ha demostrado siempre un fuerte compromiso con el desarrollo económico social de nuestro país y especialmente con el interior de nuestra nación”, argumentaron los economistas en busca de sensibilizar a las autoridades que deberían definir una ampliación del cupo. También marcaron que de ella dependen 2.000 empleos directos y el doble de indirectos.
Pero además, el uso del biodiesel le permitiría a Argentina importar menos combustibles, especialmente gasoil. En el año 2017 se importaron combustibles minerales, aceites y otros por 5.461 millones de dólares. Sólo las importaciones de gasoil de ese año ascendieron a 1.504 millones de dólares. Todas estas cifras son muy relevantes para un país que necesita cuidar sus divisas.
Pero también apelaron a razones de bolsillo, que tienen muchos sustento. Dijeron que “las importaciones de gas natural en estado gaseoso, las que llegaron principalmente desde Bolivia en el 2017, ascendieron a 1.257 millones de dólares. Por otra parte, en el 2017, las importaciones de gas natural licuado alcanzaron a 974 millones de dólares, para lo cual ingresaron 68 buques a Escobar y Bahía Blanca. Es importante resaltar que las centrales eléctricas utilizan gas natural junto con gasoil”.