Cuenta Javier Tomasín que con su socio Claudio Mazás se conocieron haciendo un posgrado en plena crisis de 2001, en la ciudad de Buenos Aires. Claudio es agrónomo y Javier experto en finanzas. Veinte años después siguen trabajando juntos y han conformado una de las empresas agrícolas más potentes del norte del país. Se trata de Maytom, que tiene sede en Quimilí, corazón de la nueva zona agrícola de Santiago del Estero.
“Cuando pasan esas cosas, uno para la pelota y se dedica a pensar. En ese momento no había crédito ni nada, pero a nosotros se nos ocurrió hacer un pool de siembra con los amigos”, rememora Tomasín, que nunca pensó que aquella aventura iba a llegar tan lejos de dónde arrancó.
Las primeras siembras de los dos socios fueron durante la campaña 2002/03 en el sur de Córdoba, con Laboulaye como epicentro. Pero allí los lotes agrícolas que conseguían eran chicos y cada vez más costosos para los arrendatarios, especialmente por la competencia del maní, cultivos insignia de aquella zona. Por eso, al cabo de unos pocos años, decidieron ir a probar suerte en el norte del país.
“Vinimos al norte a probar suerte un año, como siempre hacen todos. Nos fue bien y bueno, hace 12 años que estamos acá”, describe el empresario, cuyo relato es un buen termómetro para entender lo que ha sucedido en la nueva zona agrícola del este santiagueño.
Mirá la entrevista completa a Javier Tomasín:
Maytom Agroinversiones SA hoy siembra varios miles de hectáreas en 18 campos ubicados en un radio de 150 kilómetros a la redonda de Quimilí. El 30% es tierra propia y el 70% es alquilada. Pero además multiplica semillas para Don Mario y ha invertido en una nueva planta de tratamiento de semillas ubicada en una de las rotondas de acceso a la ciudad. Enfrente están construyendo una enorme estación de servicio de la marca Shell.
“Hace doce años nos dimos cuenta de que el norte tenía un potencial enorme. Si bien carecía de infraestructura, nunca pensamos que iba a evolucionar de la manera en que lo hizo. Al principio, por ejemplo, no había gasoil, no había contratistas, no había camiones ni logística”, rememora Javier.
Luego aportará datos respecto de la profunda transformación que se produjo en esta zona. Contó que una década atrás había solo 25 camioneros en Quimilí y que ahora son más de 500 las unidades de transporte. Y que a la vieja estación de servicio de YPF se fueron sumando las instalaciones modernas de otras petroleras, como Axión y la mencionada Shell.
“Antes uno rogaba por gasoil, ahora te lo vienen a ofrecer para mejorarte el precio. Cuando se coloniza, se vuelve todo más competitivo”, define el empresario agrícola.
-¿Y por qué crees que les fue bien?
-Como vinimos nosotros vino mucha gente con otras capacidades técnicas, y fueron encontrándole la forma. Evolucionó. Cuando el norte se hizo más importante también los semilleros y compañías de insumos le pusieron foco y dijeron ‘acá hay un negocio y tenemos que ver como evoluciona, como mejora todo”. Ahora ya está y es muy interesante: hay una camada de ingenieros agrónomos sub-30 que los formó mi socio y están trabajando en la zona. Ya viene con otra cabeza, incorporando otra tecnología nueva como SIMA, que la verdad está cambiando la forma de hacer las cosas. Lo que era antes una lotería hoy es mucho más sustentable.
-¿Qué querés decir con eso?
-Cuando llegamos nosotros, y este es uno de los grandes cambios, el maíz era un 10% de la superficie. y hoy ocupa un 40%. Eso le da mas sustentabilidad a la rotación. Cuando a nosotros nos dicen ‘sojeros’ o ‘monocultivo’ realmente nos reímos, porque acá en el norte no se hace soja dos años seguidos. Es muy raro que alguien lo haga y esa persona queda fuera de la cancha normalmente.
Maytom y los nuevos jugadores de esta región tienen, por cierto, una paleta de opciones agronómicas envidiable y más variada que en el sur del país. “Acá hay otra diversidad de cultivos. Se hace trigo, soja, maíz, sorgo, algodón. Nosotros hicimos poroto y también nos fue muy bien. Y este año probamos por primera vez el maní. No somos los primeros (hay unos cordobeses que empezaron antes, como siempre), pero es nuestra primera experiencia y también salió bien”, enumera Tomasín. La paradoja está a la vista: justamente el maní, cultivo que los corrió del sur de Córdoba porque encarecía mucho los arriendos.
Un dato: a los pocos años estos dos socios desarmaron todo su esquema de siembras en aquella provincia para concentrar todas sus fichas en el norte.
-¿Y no van a extrañar nada del sur?- le preguntamos a Javier.
-El frío, nada más.
-Debe haber alguna otra cosa. ¿Qué le falta a esta zona para que la transformación sea completa?
-De donde venimos es difícil pensarlo. Yo creo que nos falta un poco de infraestructura de rutas y caminos, pues no hay mantenimiento o muy poco. Los consorcios camineros como los del sur de Córdoba deberían ser una opción, pero no se por qué razón acá no prenden. Lo más grave de todo son los accidentes que a veces se producen. Todas las semanas hay algún accidente porque la ruta está toda ahuellada y lo que se pierde es más importante que el negocio, una vida humana.
Foto: Clarin
Soja, maíz y algodón: transgénicos. Una joyita estos vivillos…