Con la presión de la pasada COP26 aún latente, en la que la Unión Europea y Estados Unidos impulsaron una alianza con 100 países –entre los que está Argentina- para reducir las emisiones de metano en un 30% para 2030, el sector ganadero mundial mira con buenos ojos un desarrollo europeo que podría contribuir a aminorar las flatulencias de los rumiantes que cooperan con uno de los gases responsables del efecto invernadero. Se trata de Bovaer. La noticia es que este aditivo dietario, que actúa sobre los microorganismos del rumen, fue aprobado por la Agencia Europea de Seguridad Alimentara (EFSA).
La decisión estuvo apoyada en una investigación realizada por técnicos de la Estación Experimental del Zaidín (EEZ-CSIC) en Granada, España, que demostró que su uso no compromete a la salud de los animales ni al medioambiente, y que permite una reducción de las emisiones en un 30%.
El aditivo contiene la molécula 3-nitrooxypropanol (3-NOP), responsable de la actividad antimetanogénica, que inhibe la actividad de los microorganismos que generan metano en el rumen.
“El desarrollo y aprobación de este aditivo supone un hito en investigación y nutrición anima. Ha implicado la colaboración de múltiples grupos de investigación en Europa, Estados Unidos, Canadá y Australia, y va a proporcionar una herramienta más al sector ganadero para seguir avanzando en sistemas de producción de alimentos más sostenibles”, señaló David R- Yáñez Ruiz, investigador de la EEZ-CSIC y responsable a cargo del estudio.
Es importante recordar que el metano entérico, aquel que se emite a través del eructo, es el de mayor porcentaje e importancia, y se encuentra relacionado a la proporción de fibra presente en la dieta. Aquel emitido por los gases, en cambio, solo representa un 5%.
Los trabajos alrededor de la molécula 3-NOP se han desarrollado durante los últimos diez años, y su proceso de solicitud para su autorización comenzó hace dos, de la mano de la multinacional holandesa DSM Nutritional Products.
La importancia de este desarrollo reside principalmente en que el metano tiene una vida atmosférica acotada de alrededor de diez años, a diferencia de otros gases de efecto invernadero (GEI) como el dióxido de carbono, que puede permanecer por cien años. Pero el metano tiene una capacidad de calentamiento mucho mayor que otros gases, por lo que las acciones a favor de su mitigación tendrían efectos favorables a corto plazo.