Raúl Dente tiene muchísima experiencia en el comercio de granos: conoce el paño como pocos y habla con muchísima autoridad. Histórico asesor de la Federación de Acopiadores, nadie mejor para explicar por qué motivo ese sector de la cadena agrícola reaccionó de modo tan vehemente ante la aparición en escena del trigo transgénico HB4 desarrollado por la empresa argentina Bioceres.
“Todo esto nació mal”, apunta el veterano ante la primera pregunta de Bichos de Campo, orientada a indagar si no estamos frente a una de las grandes discusiones idiotas que solemos mantener los argentinos. En rigor, lo que arrancó siendo una buena noticia (la Argentina desarrolló un trigo transgénico que puede soportar mejor el estrés hídrico o la falta de lluvias) parece haberse convertido en una catástrofe nacional (Bioceres y el Ministerio de Agricultura se vieron obligados a instrumentar un costoso sistema de control para evitar que ese trigo contamine al resto de la cosecha). Cosa de Mandinga.
“Lo que nos alarmó este año fue la propia explicación de Bioceres diciendo que había sembrado 55 mil hectáreas de trigo HB4. Esas 55 mil hectáreas para ensayos convengamos que parece un poco mucho. Estamos hablando de 200 mil toneladas más o menos de trigo que podría convertirse en semilla y eso alcanza para sembrar 2 millones o más de hectáreas. Eso causó una gran conmoción porque ahí se prendieron todas las alertas!”, nos explicó Dente. La Federación de Acopiadores que él integra forma parte de un frente con los molinos y los exportadores de cereales, que advierte que lo que parecía un avance podría terminar provocando perjuicios a la cadena triguera.
Ese frente fue el que forzó a las autoridades de Agricultura, que en octubre de 2020 aprobaron el trigo HB4 pero condicionado a un aval semejante desde el gobierno de Brasil (que todavía no sucedió), a montar ahora un fenomenal operativo para evitar casos de contaminación desde esas 55 mil hectáreas sembradas con la variedad transgénicas al resto de la producción que surja de 7 millones de hectáreas sembradas con el cereal convencional. Todo a las apuradas, cuando ya está encima la cosecha.
“Tiene que haber protocolos muy estrictos porque frente a un grano que pueda contaminar el resto, la tolerancia de recibo es cero para el trigo común. Y además no tiene ninguna diferenciación a simple vista. Entonces es muy fácil que inconscientemente, involuntariamente, se produzca algún canal de contaminación. Esperemos que eso no ocurra”, afirmó Dente.
Mirá tona la entrevista:
La semana pasada, según contó el asesor de los Acopiadores, el MInisterio de Agricultura y la propia Bioceres presentaron al resto de la cadena el plan de trabajo para evitar ese posible caso de contaminación, que sería muy dañino para la reputación y las posibilidades comerciales del trigo argentino ante el resto del mundo.
“No hay peor cosa que se comente en el mundo que la Argentina podría llegar a tener un trigo contaminado. Sería como la aftosa, un horror desde el punto de vista de prestigio e inclusive de precios de esa mercadería”, advirtió el acopiador, que resaltó que “el mercado del trigo es un mercado no OGM (genéticamente modificado)”.
Para Dente, a esta altura de las circunstancias, “no solo hay que ser muy bueno sino sobre todo demostrar que uno es muy cuidadoso”.
Las explicaciones de las autoridades no dejaron del todo tranquilos a los acopiadores, que ven imposible segregar ese cereal modificado cuando llegue a los silos de la cadena comercial. Dente, en ese sentido, manifestó que todos los controles deben realizarse en el lugar de la cosecha del trigo HB4,que son unos 370 lotes en total en todo el país. Allí el cereal modificado debería quedar inmovilizado.
Dente también dijo que la cadena triguera no tiene por qué hacerse corresponsable de los controles, pues “el trigo HB4 es de Bioceres y además está prohibido”.
En este sentido, contó que le exigieron a Bioceres que informe primero dónde está ubicado cada lote del trigo (la información está en poder del Instituto Nacional de Semillas y fue difundida parcialmente en las últimas horas pero sin esas precisiones). Pero además reclamaron que la empresa de biotecnología contrate una certificadora que de cuenta de que se están haciendo bien las cosas.
“Yo me imagino que un protocolo de esta naturaleza, tan riguroso como este, debe estar certificado, es lo más elemental”, indicó Dente, que de todos modos ironizó que “parece que no hay certificadora”.
-¿Y entonces qué hacemos? ¿Quemamos todo?
-De alguna manera estamos obligados a creer que los protocolos van a funcionar. Pero para poder creer, el que los organiza tiene que dar señales claras- reclamó Dente, que insistió en que Bioceres se niega a dar a conocer la posición exacta de los lotes y no cuenta con una certificadora independiente.
El acopiador afirmó que este es el momento de “meterle con todo” a los controles, “para tener la tranquilidad nosotros y además para defender la calidad del trigo argentino. Estamos en defensa del prestigio de nuestro trigo, aislando todo esto”.
-A esta altura, ¿qué es lo que se debería hacer? ¿El Estado debería revisar la autorización al trigo HB4 que otorgó en su momento?
-Frente a esta emergencia el Estado tiene que estar muy encima de Bioceres y asegurar que se van a cumplir con todos los protocolos. Tiene que haber un seguimiento muy estricto de qué se va a hacer con esos granos. Y en última instancia habrá que mandar a destruirlos. Si no.. ¿a título de qué queda tanto trigo en el mercado? ¿Cuál es el valor que puede tener hasta tanto no esté aprobado? Ahí es donde nosotros enfatizamos que el trigo es de Bioceres y la responsabilidad es de Bioceres.
-¿Qué quieren decir con esto?
-Que frente a cualquier contaminación que pudiera llegar a haber la responsabilidad originaria es de Bioceres. Pero también van a tener que cuidarse mucho los funcionarios que están encargados del contralor de este proceso, porque si mañana llegara a haber algún problema, con perjuicios importantes, cada uno va a querer sacarse la responsabilidad de encima. Es un proceso donde tanto Biocerss como las autoridades que autorizaron hacer ensayos de tanta magnitud, van a tener que cuidarse de que el protocolo cierre perfectamente bien.
Dente agregó que los Acopiadores reclamaron tanto a Bioceres como al gobierno que tomen “seguros de caución” o “pongan garantías particulares” aceptando hacerse cargo de la responsabilidad por todo este proceso. “No puede ser que al mismo tiempo que decís ‘esto no va a pasar’ no te hagas cargo por si llegara a pasar”, explicó.