¿Cómo puede ser que todos estén concentrados en los mensajes y videos subidos de tono que la China Suárez le mandó a Mauro Icardi y en el escándalo que armó Wanda Nara al filtrar los chats entre dos amantes virtuales que ni siquiera concretaron?
El editor estuvo toda la mañana como loco, gritando eso, y yo, ingenuamente, pensé que estaba haciendo referencia a cómo algunos medios se aprovechan de la desgracia ajena para promover el morbo insano entre un público tan necesitado de mensajes “hot” que lo más calentito que va a recibir, por lo pronto, es la factura de la prepaga o del resumen de la tarjeta de crédito.
Pero no. El editor no estaba editorializando, sino retándonos a nosotros, los redactores, por quedarnos de brazos de cruzados frente a tal panorama. “¡Consigan los chats de Domínguez prometiendo que se van a regularizar las exportaciones de carne! ¡O incluso vayan más atrás y traigan los chats de Alberto en campaña, diciendo que con él la intervención de los mercados era cosa del pasado!”, vocifera el editor.
Intento contenerme. Pero no puedo. Le digo finalmente que, si vamos a publicar todos los chats de políticos prometiendo cosas, vamos a tener que fundar un nuevo medio con una redacción de cincuenta personas. Me responde solamente con una mirada de odio y comprendo que, quizás, debí quedarme callado.
“Acá tengo un productor que compró todo el fertilizante que necesita para esta campaña y también para la fina del año que viene”, dispara un compañero de la redacción. El editor pregunta qué tiene eso que ver con la novela de Wanda, Mauro y la China. “Es que es muy probable que esté besando una foto de él mismo en este momento, si es que no ha incursionado en otras prácticas; quizás pueda conseguir una captura de ese momento”, responde con sorna el redactor.
El editor se pone como loco y por un momento temo lo peor, pero después, por suerte, se calma y dice que no espera que nos transformemos en chimenteros, pero que al menos le traigamos algo que pueda competir con la fuerza irresistible de un puterío de barrio periférico pero protagonizado por millennials millonarios.
Entro a las redes sociales para ver si me ocurre una idea, pero no tengo suerte: toda esa gente vive en un mundo tan lejano al nuestro que es imposible encontrar algún punto de contacto.
Tuve que parar la siembra por seca. No consigo cubiertas,no consigo alambre,no consigo repuestos… Y vos Wanda filtras lo nuestro…estoy al horno pic.twitter.com/QpPsjKLlmG
— Arnoldo Luis Mazzino (@ArLuisMazzino) October 18, 2021
Pero a un compañero un poco más creativo que yo se le ocurrió publicar un artículo sobre un productor que, mirando una foto de Wanda con un escote impresionante, de tanto mirarla y mirarla, descubrió que la esposa y ex esposa de futbolistas tiene en la imagen en cuestión un mate con el nombre “Arnold” grabado en el mismo, y el hombre bromeó en redes sociales que tal posteo había dejado en evidencia su relación con Wanda.
El mate en cuestión corresponde a un regalo del empresario correntino Arnold Röhner, cuya hermana, Bárbara, es amiga de Wanda. El editor, ya resignado, dice “bueno, si no tienen otra cosa, dale para adelante, publicalo”.