El agrónomo y periodista uruguayo Eduardo Blasina nos marcó hace unos días, provocativamente, que en su país había un cultivo que se estaba exportando a un valor bastante más elevado que el de la soja. Pero bastante más alto: cada tonelada de este misterioso grano llegó a tocar la semana pasada los 700 dólares, unos 250 dólares por encima de los 440 dólares a los que cotizaba el poroto.
Se trata de la colza, también conocida como canola, una semilla oleaginosa que Uruguay comenzó a producir tímidamente hace algunos años para abastecer su propio mercado de biodiésel, pero que ahora se ha comenzado a exportar también directamente a Europa, donde se la destina no solo a ese biocombustible sino también al aceite.
Los 700 dólares mencionados por Blasina han sido un precio récord, pero los valores de mercado recogidos esta semana por la firma Insumos y Granos mostraban que en el mercado uruguayo, donde no existen las retenciones ni las brechas del tipo de cambio, la colza le sacaba varios cuerpos de ventaja al resto de los cultivos.
Los productores del vecino país que apostaron a esta oleaginosa se frotan las manos pensando en la cosecha de la colza, que se concentra hacia fines de octubre. La colza, en la campaña 2020/21, está ocupando una superficie también récord entre los cultivos de invierno, con nada menos que 160 mil hectáreas, el 25% del total de la superficie sembrada con trigo, cebada o avena. Para el año próximo, Blasina nos dice que ya se habla de que crecería a 200 mil hectáreas.
“La colza creció primero promovida por la empresa petrolera estatal para mezclar el biodiésel con el gasoil. Pero fue creciendo y ahora es un cultivo que se exporta a un precio mucho mayor que el de la soja”, relató el ingeniero y comunicador agropecuario. Su destino casi excluyente es Europa.
La siembra de esta opción de invierno se disparó a partir de 2017. Según recuerdan Catalina Rava y Gonzalo Souto en un estudio sobre la colza en Uruguay, su cultivo era casi marginal hasta que “al comenzar el actual decenio empieza a registrarse un incremento significativo de la superficie de colza en el país, al influjo de la iniciativa de la firma ALUR, que aborda un programa de abastecimiento de colza –como materia prima para la extracción de aceite para elaborar biodiesel- mediante la contratación previa de cultivos”.
La superficie, a partir de esa nueva demanda, creció desde 4 mil hectáreas en 2010 hasta 26 mil hectáreas en 2016 y mucho más al año siguiente. En el año 2017 “la incorporación de otros actores y canales comerciales dio lugar a otro salto en área, que alcanzó un nuevo máximo de 47 mil hectáreas. Según datos oficiales del Ministerio de Ganadería y Agricultura del Uruguay, esta campaña se llegó a las 160 mil hectáreas, casi cuatro veces eso.
Hasta ahora el rendimiento promedio de la colza en el vecino país ronda los 1.500 a 1.600 kilos por hectárea, pero en la cosecha que se avecina se esperan productividades mayores, de hasta 20 quintales. Blasina afirmó que la recolección es algo compleja porque el grano de colza es muy pequeño y se deben evitar pérdidas. Algunos productores optan por cosecharla directamente y otros prefieren el hilerado previo. Las plantas permanecen una semana en el campo y luego se trillan.
La cosecha esperada esta campaña podría llegar a las 256 mil toneladas (aunque oficialmente se contabiliza junto a la carinata). Si se mantuvieran los valores actuales de exportación el volumen del negocio podría superar los 150 millones de dólares.
“La colza tiene un ciclo muy corto y entonces la soja que viene atrás es casi una soja de primera, Por eso seguro que el año que viene va a igualar al trigo y la cebada”, define Blasina, entusiasmado con esta nueva veta que se abrió para el agro uruguayo. Además, define, para esta época del año los cultivos se llenan de flores amarillas y los paisajes se vuelven increíblemente bellos. Ganan las abejas que pueden polinizar y ganan quienes viajan por las rutas uruguayas.
En Entre Ríos, de este lado del río, suelen verse paisajes parecidos para esta época. Según la Bolsa de Cereales de esa provincia, allí se han implantado este año unas 4.800 hectáreas con colza, especialmente en los departamentos de Victoria, Nogoyá y Gualeguay. Pero los rendimientos son bastante menores, de apenas poco más de 1.000 kilos por hectárea. Y la producción esperada sería de magras 5.130 toneladas esta campaña.
El Observatorio de Oleaginosos del Uruguay, en un informe del año pasado, indicó que en ese país el inicio de siembra y cosecha de la colza es cada vez más temprano. En 2019, del 21 al 30 de abril se sembró el 95% del área y otro tanto de la cosecha se concentró entre el 21 y 31 octubre.
Pablo Uteda, director de IPB Semillas, explicó entonces que el cultivo de colza tiene dos perfiles de productores bien marcados. “Por un lado están los agricultores que están entrando al cultivo, que lo toman como una cobertura que se cosecha (en Uruguay es obligatorio por ley mantener los suelos cubiertos todo el año). Y por otro, los que ya tienen un manejo más ajustado y que apuntan con la colza a lograr la mayor productividad posible”.
Según Uteda, “hay un círculo virtuoso, porque los productores que tienen en cuenta todas las medidas de manejo siguen ajustando y mejorando, mientras que los que comienzan con una colza como cobertura van entendiendo al cultivo, les gusta y también van sumando medidas de manejo y la tecnología disponible”.
El agrónomo explicó que el cultivo se adapta a las condiciones de Uruguay. “La zona núcleo de Argentina es mucho más fría y las heladas son más fuertes y más secas, eso dificulta el desarrollo de la colza. Las condiciones climáticas que ofrece Uruguay para las brassicas no las tiene Argentina ni Brasil, que tiene el clima pero la presión de enfermedades es muy alta”, detalló.
Los mercados internacionales también están jugando a favor de este novedoso negocio. Para esta campaña, según un informe del Ministerio uruguayo de Agricultura, “se prevé que la producción mundial de colza y canola no alcanzará las expectativas de 74 millones de toneladas” en especial por la importante caída de la cosecha en Canadá, el mayor productor mundial de esa oleaginosa.
Estas perdidas serían parcialmente compensadas por cosechas mayores de lo esperado inicialmente en la Unión Europea (UE-27) y Ucrania, así como por condiciones climáticas favorables en Australia. “Se estima que la producción total de colza de la UE alcanzará un máximo de tres años de 16,9 millones de toneladas en 2021”, apuntó el análisis, que de todos modos aclaró que “las existencias iniciales inusualmente bajas mantendrán el saldo de colza de la UE relativamente ajustado, lo que requerirá grandes importaciones continuas de terceros países”.
Es allí donde la colza en Uruguay llega a cotizar hasta 200 dólares más cara que la soja.