En 1996, cuando la Argentina aprobó la soja RR de Monsanto que resistía las aplicaciones de glifosato, Brasil tomó una posición más cautelosa frente a los novedosos cultivos transgénicos. Por eso esa soja comenzó a sembrarse acá pero no en Brasil, que no la autorizó por largos años. El vecino país recién cedió a los OGM años después, cuando ya había varios miles de hectáreas en el sur de ese país implantadas con esa variedad, que había ingresado ilegalmente desde la Argentina. A esa semilla de contrabando se la bautizó como “soja Maradona”.
Muchos años después, ya sin el Diego entre nosotros y ahora con Lionel conquistando su primera copa América con la selección argentina, los molinos brasileños advierten que la situación podría repetirse con el trigo HB4, que es tolerante a la sequía y fue un desarrollo nacional. Correspondería, si este temor acaso se confirma, bautizarlo como el “trigo Messi”.
En las últimas horas, la Cámara Arbitral de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (CABC) distribuyó entre sus asociados una comunicación firmada por Rubens Barbosa, el presidente de Abitrigo (la poderosa Asociación de Molinos de Trigo de Brasil) en la que esa entidad expresa su preocupación por la gran cantidad de hectáreas sembradas con la variedad transgénica HB4 de ese cereal en la Argentina, un dato que fue dado a conocer por Bichos de Campo.
Argentina ya suma un total de 78.000 hectáreas sembradas con cultivos HB4 tolerantes a sequía
En esa comunicación, Rubens anticipa que Abitrigo avisará al Ministerio de Agricultura de su país “sobre el riesgo de entrada ilegal de trigo transgénico a Brasil”.
El documento de Abitrigo, que agrupa a los molinos brasileños que importan cada años cerca de 5 millones de toneladas de trigo desde la Argentina, se construyó en base a información recogida por el Ministerio de Relaciones Exteriores a partir de datos de a Embajada de Brasil en Buenos Aires, donde seguramente leen este portal.
“Las cifras confirman la producción de 60.000 hectáreas de trigo transgénico, a las que se destinarán 200.000 toneladas de semillas. Estos números indican una gran inconsistencia al momento del proceso de aprobación interna en Argentina. Esta producción experimental permitiría sembrar 1,5 millones de hectáreas y producir de 4,5 a 5 millones de toneladas (equivalente al 25% de la producción argentina o al 50% del saldo exportable)”, indicó Rubens.
En realidad, según surge del último balance presentado por la empresa rosarina Bioceres, que desarrolló el trigo HB4 a partir de una investigación científica de la doctora Raquel Chan, de Conicet, está temporada 2021/22 se han implantado bajo contratos con 225 productores unas 55 mil hectáreas con la variedad HB4.
En tanto, los cálculos sobre la posible producción de semillas en dicha superficie tomados por Abitrigo son muy parecidos a los que realizó el ex jefe de Gabinete del Ministerio argentino de Agricultura, Santiago del Solar, en otra nota de Bichos de Campo. Del Solar secundó al ex ministro del macrismo Luis Miguel Etchevehere, que se negó en su gestión a aprobar el evento de Bioceres, debido a la rotunda negativa de sectores de la cadena triguera (acopiadores, molinos y exportadores), que estaba temerosa de perder mercados de exportación frente al rechazo de los consumidores a ingerir alimentos elaborados a partir de un trigo transgénico. Curiosamente, en esa misma gestión Ecthevehere sí presentó una papa resistente a virus, desarrollada por otra empresa nacional llamada Biosidus.
El trigo HB4 fue el único OGM aprobado hasta ahora por el gobierno de Alberto Fernández. El ministor de Agricultura, Luis Basterra, firmó la resolución autorizando su siembra, pero “condicionada” a una aprobación del evento también en Brasil. Allí el trámite debe pasar por el debate de la Comisión Nacional de Biotecnología (CNTBio), que en mayo pasado reclamó más documentación a Bioceres y aplazó una decisión para su sesión de octubre. En esas deliberaciones, la propia Abitrigo ya anticipó su rechazo a la variedad modificada genéticamente en la Argentina.