El Ministerio de Agricultura lanzó una estimación de la cosecha de maíz y de sorgo para la campaña 2020/21: se esperan en los despachos oficiales unas 62 millones toneladas de ambos granos forrajeros. Este nuevo récord productivo coincide con dos ofensivas políticas del oficialismo que curiosamente desalientan el uso de maíz dentro del país y favorece su exportación como grano. El cierre de las exportaciones de carne desaconseja utilizar el grano como insumo ganadero. Por otro lado, la nueva ley oficial de biocombustibles achicaría el uso del grano para producir bioetanol.
En un encuentro virtual con representantes de distintas entidades de la cadena agrícola, el subsecretario de Agricultura, Delfo Buchaillot, comentó que “el resultado de la campaña de maíz 2020/2021 seguramente será un récord histórico nacional alcanzando las 59 millones de toneladas, que sumado al sorgo alcanzarían un récord de 62,2 millones de toneladas”.
Aunque los grandes volúmenes los aportará el maíz, el funcionario destacó que la producción de sorgo creció 73% respecto de la campaña anterior. Ese cultivo fue “traccionado por la demanda de nuevos mercados como China, lo cual motivó a un mayor uso de tecnología”, indicó Buchaillot.
El funcionario se ufanó porque en este escenario, “nuestro país ha recuperado y superado la máxima relación de superficie sembrada Gramínea/Leguminosa de los últimos 20 años, pasando de 0,54 en el año 2009 a 1,16 en 2021”. Esto quiere decir que por cada hectárea sembrada con soja y otros cultivos oleaginosos, se siembran ahora 1,16 de maíz, sorgo y otras gramíneas, cuidando la salud de los suelos.
Pero mientras se mejora en este aspecto, el gobierno nacional parece estar descuidando -y mucho- los posibles negocios para agregar valor a esa producción primaria dentro del país, con el cierre de las exportaciones de carne (que genera un visible efecto desaliento en el sector ganadero), y la reciente media sanción que obtuvo el proyecto kirchnerista sobre biocombustibles, y que apunta a reducir los porcentajes de corte obligatorio de los combustibles fósiles por otros renovables obtenidos a partir de la soja y el maíz.
Buchaillot presentó la estimación oficial en una reunión con varias entidades de la cadena agrícola como Maizar, las Bolsas de Cereales, la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA); y la Asociación de Semilleros Argentinos (ASA).
Allí, además, el director nacional de Agricultura, Agustín Pérez Andrich, presentó los datos declarados en el sistema SISA de la AFIP para la actual campaña: al 15 de junio pasado se habían declarado allí 8.336.129 hectáreas implantadas con maíz, por unos 44.463 productores.
Por otro lado, se habían sembrado este año 860.000 hectáreas de sorgo por parte de 9.581 productores.
Otro dato interesante que surgió del informe oficial es que la siembra de maíces tardíos, que según Agricultura “reducen el riesgo de déficit hídrico y establecen un piso de rendimiento superior y más estable”, superaron el 55% del área sembrada total.
En Santa Fe, en tanto, los maíces de segunda vienen ganando terreno año a año superando las 800.000 hectáreas.