¿Cuántas veces a quienes al principio tildaban de “locos” luego los llamaron “genios” o los felicitaron por sus ideas y éxitos? Bueno, este es el caso de Marcelo Ighani, que llegó de Irán a la Argentina a los 16 años con el objetivo de estudiar y hoy es el “rey del pistacho”, cultivo que promovió en la provincia de San Juan y que fue desde siempre su hogar en el país.
“Este país no lo cambio por ninguno”, enfatiza este productor de 69 años que tiene 140 hectáreas plantadas y 40 en producción de este fruto que es uno de los lujos que uno se da en las dietéticas, ya que se venden a 250 pesos los cien gramos. Ighani lanza este elogio sobre Argentina y uno, como argentino de nacimiento, tiene un doble o triple sentir: un cierto orgullo por la tierra propia, un cierto escepticismo a esta altura de que a la “Argentina no la cambiamos por nadie” y un sabor agridulce por pensar en lo que podríamos ser y lo que somos. En fin volvamos al pistacho.
La historia que dio origen a las hoy 4.000 hectáreas productivas de pistacho que existen en San Juan comenzó en 1980, cuando Ighani, estudiante de arquitectura, notaba que el cultivo que predominaba en la provincia era la uva . Con todos sus vaivenes: un año daba y al siguiente no… y así, cíclicamente.
“Al ser extranjero uno puede tener una visión distinta de las cosas”, reflexiona. “Entonces me puse a pensar alternativas al monocultivo de la viticultura e investigué qué otra cosa se hacía en otros lugares del mundo con la misma latitud que San Juan. Así fue como después de pensar bastante llegué al pistacho, que es una maravilla y que se produce en Australia, Irán y una parte de Estados Unidos”.
Ighani explica que como este cultivo necesita ciertas características puntuales y que se den todas al mismo tiempo (800 horas de frío calor de entre 0 y 7 grados; calor con más de 27 grados en verano y bajas precipitaciones en septiembre, octubre y marzo). Es por eso que hay poco pistacho en el mundo y, por el mismo motivo, siempre vale mucho.
“El predio mínimo para que sea rentable es de 10 hectáreas, pero hay que aguantar 5 años sin producción hasta la primera cosecha y eso se complica para muchos productores”.
En cuanto a los rindes, dependen mucho del trabajo que realice el productor y del tipo de suelo, pero se habla de un promedio de 4000 kilos por hectárea. Tanto la siembra como la cosecha se realizan de forma mecánica y a las 48 horas de cosechado ya se empieza a despachar para Buenos Aires, Córdoba, Rosario y Bariloche, aunque también a todo el país en cantidades más pequeñas.
“El pistacho es un cultivo de raíces pivotantes y hacemos riego por goteo y manto”, explica el pionero. El árbol “es de la familia del quebracho y aguaribay, así que es difícil que tenga problemas de salud, aunque se le puede pegar algo de las vides y el tomate sí que es ´mala palabra´ para nosotros porque los suelos con tomate tienen un hongo que afecta mucho al árbol de pistacho”.
Otro lugar donde se produce es en el norte de Mendoza y todavía no hay producciones orgánicas ni agroecológicas de pistacho aunque, dado que se consume cada vez más y que también se exporta, seguramente no tardarán en aparecer.
“Nosotros tenemos nuestro propio vivero y damos asesoramiento y cada vez trabajamos más”, describe Ighani.
“Hoy, el pistacho vuela, nunca alcanza, cuando yo empecé con esto me decían que era un loco y ahora me preguntan todo el tiempo y me piden información; los cocineros famosos lo han incorporado y va muy bien con la tendencia de la innovación en la cocina actual”.
La empresa también exporta como destinos principales a Uruguay, Paraguay, Brasil Bolivia, Italia y Venezuela, aunque también a otros destinos. Ante la pregunta de si es complicado vender afuera, la respuesta es: “Acá siempre hay problemas para exportar”.
“Cuando arranqué yo escuchaba que por la calle, la gente decía ´ahí va el loco de los pistachos´ ¡y yo los escuchaba! Hoy mucha de esa misma gente me felicita por mi éxito”.