Se presentó este miércoles desde una finca en otoño en Mendoza la Mesa Agroalimentaria Argentina, la que se anunció como “la mesa que faltaba”, en una clara referencia a que viene a cubrir un flanco que la Mesa de Enlace -que integran las cuatro entidades tradicionales agropecuarias- está muy lejos de poder representar.
Nada más cierto: lejos está el bloque de Sociedad Rural, Coninagro, CRA y la Federación Agraria de ser representativo de las comunidades campesinas, de muchas economías regionales, de los cinturones hortícolas, de las producciones más intensivas y de pequeña escala. Es muy cierto que sus discursos y su gestión no abarcan todo lo que sucede en el vasto agro argentino.
Pero a esta nueva Mesa también le falta algo…
Delante de los líderes de las tres organizaciones de pequeños productores que dieron forma a esta nueva organización se colocaron alimentos de todo tipo y color, de todas las regiones productivas, como manera de significar que esta agrupación representa a los productores ligados a sostener cotidianamente la alimentación de los argentinos. La otra Mesa, se sobreentiende, discute sobre todo sobre impuestos, rentabilidades y generación de divisas, y muchas veces ha perdido de vista la dimensión humana de los productores.
Algo de razón tienen, pero algo le sigue faltando a esta nueva mesa…
La declaración que marca el lanzamiento de la nueva agrupación, refleja el conflicto -o al menos la incomodidad- que existe entre ambas Mesas, una nueva más ligada a los intereses de la gente del pueblo y de los pequeños agricultores frente a otra vieja que solo expresa los intereses del agronegocios y que no parece preocuparse por el impacto de la suba de los precios en la alimentación de la gente.
Por cierto no está del todo errada, pero algo le falta a esta nueva Mesa…
“Hoy, como a lo largo de la historia de la Argentina, se encuentra en tensión la visión sobre qué modelo agroalimentario debemos construir en nuestro país. El alimento y su acceso (o la imposibilidad de acceso) está en el centro del debate público y requiere de medidas urgentes por parte de todos los actores involucrados. Por eso hoy, desde ‘el otro campo’, varias voluntades unidas y organizadas nos damos la tarea de dar respuesta a la situación”, se presenta esta segunda Mesa, que dice representar exagerando a “cientos de miles de campesinos y campesinas, de pequeños y medianos productores y productoras, trabajadores y trabajadoras de la tierra a lo largo y ancho de nuestro país”.
La MAA estará, en esta primera instancia, integrada por la UTT (Unión de Trabajadores de la Tierra), el Movimiento Nacional Campesino (MNCI Vía Campesina) y Fecofé, que es un desprendimiento cooperativo de la Federación Agraria. Dicen esas organizaciones, con justeza, que los productos del agro no son solamente una mercancía sino que cumplen una “función social esencial”. Tampoco se equivocan al reclamar políticas públicas que aseguren el arraigo de las poblaciones de productores y campesinos, y el acceso a la tierra para quienes las producen alquilando. La necesidad de créditos baratos. Son evidentes cuestiones en los que la política pública debiera trabajar.
Pero falta algo, sin duda falta algo.
Según una gacetilla de prensa difundida luego del acto, este agrupamiento surge “con el foco puesto en la urgencia de dar respuestas a la crisis alimentaria en nuestro país, garantizar el abastecimiento de alimentos de calidad y a precios justos, y con el horizonte de construir un modelo agrario que garantice la soberanía alimentaria”.
“Transformar el modelo agroalimentario argentino porque no aceptamos el hambre de ningún compatriota. No queremos más una argentina con hambre, no queremos más productores sin tierra, cooperativas que se funden. Queremos un país de pie y con soberanía alimentaria”, completó Nahuel Levaggi, coordinador nacional de la UTT y presidente del Mercado Central de Buenos Aires. Es decir, funcionario y militante del gobierno.
El diagnóstico del presidente de FECOFE Juan Manuel Rossi, también es certero, porque etsá todo dado para trabajar. “Hoy argentina tiene el 92% de la población en grandes ciudades y solo un 8% en el campo, tenemos un país esperando ser producido. Nos hacen falta más actores, más productores más pymes, más cooperativas. Eso se hace con un Estado presente y con las organizaciones pensando la política”, indicó el ex federado.
Todo es muy cierto. Pero…
La Mesa Agroalimentaria Argentina, con evidentes intenciones de confrontar al menos publicitariamente con la Mesa de Enlace, se presentó sin haber formulado ni un solo cuestionamiento a los gobiernos y las clases políticas, que también han sido responsables de pulverizar el poder adquisitivo de la población. Ese empobrecimiento precipitado tiene mucha mayor responsabilidad en que haya argentinos que pasen hambre. Pero no tuvo ninguna mención: para la flamante MAA todo parece ser culpa de otros productores como ellos, quizás un poco más grandes y mejor vinculados con el mercado, pero productores al fin y al cabo.
Resulta triste. Según estas mirada maniquea, la culpa de que haya gente que pase hambre en la Argentina parece ser culpa solamente de quienes abonan un modero productivo diferentes y atado a intereses extranjeros y concentrados.
Eso fue lo que falto. Una mínima crítica a la gestión de Alberto Fernández y Cristina Kirchner, que ye lleva año y medio y no ha dado ninguna muestra de querer avanzar en el sentido de que reclaman estas instituciones. Levaggi hizo mención a los 21 reclamos que el Foro Agrario Nacional presentó al gobierno actual luego de la campaña electoral, donde apoyaron activamente al oficialismo actual. Habría que revisar esa lista para darse cuenta de que poco y nada se hizo. Y eso es responsabilidad de la política, no del mercado de Chicago, ni de la demanda de soja de China, ni de los matarifes malvados del conurbano.
Falto eso. La responsabilidad histórica de las distintas gestiones kirchneristas en el estancamiento de la ganadería o de la lechería, o en el fuerte crecimiento de la soja, o en el deterioro acelerado de muchas economías regionales es tan evidente que no puede ser omitido como se hizo. La persistencia de retenciones que castigan tanto al productor de 1 millón de hectáreas como al que tiene dos cabritos no puede ser simplemente omitida.
No se puede omitir el hecho de que entre el Censo Agropecuario 2002 y el reciente de 2018 desaparecieron el 25% de las explotaciones agropecuarias del país. Y esa concentración no es solo culpa de las reglas de juego sino también culpa de quienes nunca hicieron nada para modificarlas. Nunca, en 16 años.
Estuvo muy bien el lanzamiento del MAA. El paisaje mendocino era precioso y las intenciones parecían muy nobles. Pero les faltó algo.