Su nombre es Víctor Abel Giménez. Poeta, recitador, guitarrero, cantor, bailarín, libretista y comunicador social, “Vasco” (sin “el”) nació el 9 de enero de 1922 en la localidad bonaerense de Coronel Vidal, que por entonces se conocía como “Arbolito”, por el legendario aborigen ranquel que degolló al Coronel Rauch.
Su padre recibía la correspondencia para las estancias de la zona, tenía la casa de venta de artículos del hogar, una agencia de autos y un motor generador, ya que cuando era niño no había usina hasta las seis de la tarde. Mamó desde chico toda la cultura del hombre de campo y aprendió su lenguaje criollo, porque en ese pueblito rural, donde se celebra hoy la Fiesta del Potrillo, se convivía con el gauchaje. Así él “pateaba” en el potrero y se interesaba por el modo de hablar de paisanos como Feliciano Berro, que detrás de cada palabra decía un refrán criollo.
Relata Raúl Risso que “Vasco” recordaba con pícara sonrisa que en quinto grado de primaria cuando la maestra le daba tema para una redacción, él la desarrollaba pero en verso. Y que siempre recordaba con mucho aprecio a su tío Alejo Rípodas, su amigo y guía, quien le supo inculcar el amor por nuestras costumbres y tradiciones gauchas. Fue él quien le enseñó tono y dominante, y luego con él conformó un dúo folklórico. Cantaban en las yerras, las fiestas de campo, los cumpleaños, y allí le nació una vocación que lo llevó a escribir poemas camperos y letras de canciones, que luego fueron musicalizados por grandes artistas del folklore argentino. Llegó a cantar con la orquesta de su pueblo, y decidió partir a probar suerte en Buenos Aires. Le fue tan bien con su talento, que desarrolló una carrera espectacular: realizó innumerables programas radiales y de TV, animó festivales y jineteadas y recibió importantísimos premios y honores. Cobró tanta importancia su obra que a sus canciones las interpretaron José Larralde, Alberto Merlo, Argentino Luna, Víctor Velázquez, Claudio Agrelo, Coco Díaz, Daniel Reguera, Justo Morales, Pedro Herrera, Domingo Prat y tantos otros que, además, le pusieron música a sus poemas.
Dice Raúl Risso que “ha sido quizás en la temática pampeana, donde más ha trascendido con títulos como: `Llenar de coplas el campo`, `Antes supimos tener`, `Los blancos de Villegas`, `Este oficio de cantor`, `El mulato Guevara`, `Pulpería La Colorada` y poemas como `Un peón…Segundo Molina`, `Cosas que pasan`, `El Pampa Rosendo` y tantos otros”.
Cuatro canciones de su autoría llegaron a ser las oficiales del pueblo. Citamos tres: “La del caballo Bragado”, “Una huella para la ciudad de Victorica” (La Pampa) y “Soy de Arbolito”, que fue canción oficial del partido de Mar Chiquita, uno de los temas que más quería él porque luchó para que Coronel Vidal, su pueblo, se llamara Arbolito, hasta que al menos logró que figurara oficialmente como su segundo nombre.
Cuenta también Risso que como no siempre lo artístico da para vivir, “Vasco” tuvo otras actividades, y que por espacio de 40 años fue agente de seguros en su pueblo, gerente de hotel en Mar del Plata y síndico de una importante empresa. Explica además que “Vasco” Giménez “no fue un hombre de campo, pero “las tradiciones gauchas calaron tan hondo en su espíritu, que supo interpretar cabalmente la vida rural y transmitir todas esas sensaciones a sus versos, que hace que el que desconozca ese aspecto de su vida, lo imagine acabadamente como un hombre de campo”.
Algo similar señala el poeta y cantor yupanquiano de Río Grande do Sul, Demetrio Xavier, respecto de Don Ata, que no fue un obrero rural sino que compartió momentos y situaciones de ellos, para poder contar y cantar sus vidas y oficios con fundamento. Ambos fueron geniales intérpretes de la ruralidad.
Víctor respetaba y admiraba al trabajador rural. Decía: “- … Si le hice versos al carrero, es porque he visto a alguien llevar esa profesión con tanto orgullo que me emocionó, o yo he probado la experiencia. Me parece muy atrevido hacer una zamba sin ser del norte, o una tonada sin ser de Cuyo, pero si éstas se hacen con el respeto y la gracia de ser argentino, es aceptable.”
Pero recién de grande decidió vivir la experiencia de ser un trabajador rural. Contaba: “Aunque me radiqué en Mar del Plata, no paré hasta que me fui a vivir al campo. Y viví durante seis años. Ansiaba ver el amanecer, disfrutar cómo las sombras iban escapándose para hundirse vaya a saber adónde, ocuparme de todas las tareas a que está abocado el paisano de campo, y a eso le debo… una hermosa hernia de disco! Todo por hacer trabajos que tendría que haber hecho treinta años antes!”, se reía.
“Vasco” era tradicionalista pero a la vez apreciaba el progreso tecnológico porque la música “cada día es más grata al oído de la gente, porque viene con mejor calidad”, decía.
Le gustaba el folklore y el tango, sobre todo, Abel Fleury y Julio de Caro; también la música clásica europea, Mozart y hasta los Beatles. “No me anquiloso en mi gusto ancestrado, campero o como se lo quiera llamar”, comentó una vez. “De vez en cuando hay que darle la alternativa a la música popular para que se haga amiga de la clásica, y hay músicos que las han juntado. Es zonzo el quenista que no hace Mozart. No me importa la raíz, me importa la calidad con que se ofrece, no me calienta el estuche sino lo que hay adentro”, aleccionaba.
También decía: “Me gustaría que salieran nuevos decidores, no recitadores. Yo aprendí a decir, no a recitar. Hay muchísima poesía criolla que no llegó a la grabación. Le estoy diciendo con la sapiencia que me dan los años”.
En los albores del siglo veintiuno decía Don Víctor Abel: “Hoy falta trabajo, mano de obra. Si me hubieran dicho un día que el campo no iba a producir, nunca lo hubiera creído. La tecnología ha destruido la economía. ¿Hoy que está la tecnología a favor, el campo no produce más? ¿En Balcarce, una persona con el producido de papa, compraba un campo, y hoy sembrar no es redituable? ¿Qué negocios hay? Una vez leí a un autor que decía que los países que se van a salvar son aquellos a los que les sobra la tierra. A nosotros nos sobra la tierra. Lo que comemos, lo produce el campo. Hay que organizar algo para que esto empiece a caminar”.
El 30 de Septiembre de 2007 falleció en Mar del Plata. “El Vasco” Don Víctor Abel Giménez hoy perdura en la memoria colectiva de nuestro pueblo en cada una de sus canciones (registró 250) y en estos pensamientos que denotan su claro concepto de tradición, que no se cierra al futuro ni a las demás culturas, propio de un espíritu abierto y vanguardista que se tornó universal pintando su pago chico, como nadie.
Los invitamos a emocionarse con “De la huella larga”, a la que Alberto (Beto) Ruidíaz le puso música, interpretada por Alberto Merlo:
Fuentes: www.folkloretradiciones.com.ar , www.fotosviejasdemardelplata.blogspot.com , www.carlosraulrisso-escritor.blogspot.com.ar y www.fotosviejasdemardelplata.blogspot.com
Tremenda nota y el Vasco Giménez un capo nos dejó muchas canciones convertidas en clásicos