No hay nada más desaliñado que un político que encuentra un tema con el cual hacer prensa y entonces hace uso y abuso de el, aun cuando el proyecto no tenga demasiado sustento o sea literalmente impracticable. El gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, parece ser adicto a esta mala praxis de la política (ya se le conocen varias). Encontró que el tema del cannabis medicinal le daba rédito ante los medios y entonces comenzó a decir que era probable reemplazar las casi 15.000 hectáreas de tabaco que desde hace 70 años hacen en su provincia por este otro cultivo.
No se sabe si contempló el detalle de que Jujuy es la principal productora de tabaco de la Argentina.
Parece una pelea de fumados, pero uno fuman marihuana y los otros tabaco. Morales se envalentonó con la idea de la reconversión. La lanzó primero a comienzos de marzo, cuando inauguró el 160º período de sesiones ordinarias de la Legislatura de la Provincia de Jujuy y dijo, tras hablar de la breve experiencia de producción de aceite de cannabis medicinal en esa provincia: “Espero que con esto estemos fundando un cambio en la diversificación y que de aquí a diez años dejemos de plantar tabaco y plantemos cannabis“.
“Que todos los productores de tabaco planten cannabis, porque van a ganar mucha más plata y le van a dejar más renta a la provincia, vamos a poder cobrar más impuestos y tener más recursos para darla a la gente que menos tiene”, enfatizó, entusiasta, el mandatario jujeño.
Rebobinemos. En su primer mandato, Morales fue uno de los políticos que primero se subió a la onda del cannabis medicinal. Para ello se asoció con una empresa estadounidense y le cedió parte de las tierras fiscales de la finca El Pongo, donde se comenzó con una primera experiencia de producción a pequeña escala. Su propio hijo, según contó oportunamente Bichos de Campo, está al frente del proyecto.
Jujuy espera producir aceite de cannabis desde agosto y quiere plantar hasta 500 hectáreas
“Vamos poder generar más puestos de trabajo de lo que genera el tabaco. El tabaco es dos a tres meses, nada más. En el cannabis los cuatro trabajadores por hectárea es año redondo”, comparó el gobernador ante los legisladores. “Se trata de planta virtuosa: no agota el suelo, se puede tener dos producciones al año en campo abierto y en invernadero se puede tener cuatro producciones al año. En términos del aporte tecnológico y científico es tremendo”, exageró. El tabaco, por cierto, también es apasionante. Fue le primer cultivo modificado genéticamente de la tierra. Y de marte.
Los tabacaleros, que en Jujuy son el sector que crea más empleo después del Estado, lo miraban azorados, perplejos. Pero callaron respetuosos.
En su discurso, Morales deliraba y comparaba el muy incipiente proyecto de cannabis que realizaba en asociación con los norteamericanos con la actividad azucarera, que de la mano de Ledesma, es el otro gran puntal productivo de su provincia.
“Lo que estamos construyendo es como un ingenio”, explicó el gobernador. “Los productores tabacaleros que quieran plantar cannabis serán como los cañeros independientes y haremos un esquema de maquila: nos darán la flor y nosotros le devolveremos quizás la mitad del aceite y la otra mitad será para la empresa estatal de todos los jujeños”, se entusiasmó.
Por lo pronto, los tacabaleros de Perico, de Monterrico y de todo el valle irrigado ubicado al sur de la capital provincial, oyeron el discurso de su gobernador como quien comparte un porro en una ronda y escucha a los otros delirar, tranquilos. Todo el mundo sabe que delira. Jujuy, repetimos, es una de las tres grandes productoras de tabaco de la Argentina, junto a Salta y Jujuy. Allí producen unas 35 mil toneladas anuales del famoso tabaco Virginia.
En cambio, el cannabis es un ensayo del cual todavía no se tienen demasiados datos. Dentro de la finca El Pongo, Morales indicó que el crecimiento será geométrico: “En las 35 hectáreas vamos a incorporar 50 trabajadores más, en 2022 vamos a comenzar con 600 hectáreas y en 2023 queremos llegar a 2 mil hectáreas, llegando a ocupar hasta 7.500 puestos de trabajos, más de lo que ocupa el conglomerado industrial Ledesma”, remarcó, otra vez comparándose con la principal empresa de la provincia, que solita le da trabajo a más de 5.500 jujeños.
Cuentan los medios de esa provincia que, por lo pronto, en el predio cedido por Morales -con aval de la Legislatura- para hacer los ensayos de rigor ya “se logró la adaptación genética de las cepas de cannabis seleccionadas e importadas y se cosechó cerca de media tonelada de flores de cannabis, provenientes de los distintos ensayos de cultivo, tanto bajo cubierta en invernaderos”.
Hasta ahora la superficie ocupada es de 1,5 hectáreas bajo invernadero en el proyecto que lidera el hijo del gobernador (en la foto).
“Hasta el momento se llevan procesados 61,4 kilogramos de flor, lo que da un total de 7 litros de aceite crudo de CBD”, describió sobre este proceso el sitio El Pulso de la Producción, dando cuenta de las cifras oficiales. Según este plan, en junio próximo debería estar operativa la planta de producción farmacéutica de derivados medicinales de cannabis.
Morales, márketing político mediante, repite que en junio se sembraran las 35 hectáreas autorizadas; que en 2022 crecerán a 600 hectáreas; que en 2023 proyectan tener 2.000 hectáreas. Y así, al infinito y más allá.
“Este proyecto dejará a Jujuy más renta que cualquier otra actividad productiva e industrial”, desafió el gobernador de la UCR, que anticipó además que convocaría a los productores jujeños para perfilar una agenda de inversiones en este rubro. Estos lo observaban, atónitos.
Bueno, este jueves -con el delay propio de estas cosas- le contestó Pedro Pacuttini, el presidente de la Cámara del Tabaco de Jujuy, la expresión política de la principal actividad privada de la provincia.
“Somos productores tabacaleros y lo vamos a seguir siendo. Vamos seguir luchando para continuar produciendo y sobre todo para ser los mejores y los primeros”, sostuvo.
El castillo de naipes comenzó a derrumbarse. La ronda comenzó a abrirse, por si acaso a alguien se le ocurriese tirar la primera trompada.
El dirigente tabacalero, calma chica, reaccionó ante la posibilidad que plantea el gobierno jujeños de sumar a los tabacaleros a la producción de cannabis. Haya paz, pensó, pero no ingenuidad. “No estamos cerrados exclusivamente a decir no por no. Los productores pretendemos que sea tratado en un ámbito donde nos expliquen de que se trata y seamos escuchados”.
“Estamos convencidos de que la actividad tabacalera tiene mucho para dar, como lo viene dando, generando ese impacto económico y social que significa para la provincia, para los pueblos, para los productores y para todos los que dependen de la actividad directamente e indirectamente”, enfatizó Pedro. Y luego sosegó, como veterano fumador: “Eso no quita que la actividad tabacalera pueda convivir con otras actividades agrícolas como lo viene haciendo”.
En 2018, último dato oficial disponible, el Valor Bruto de Producción (VBP) del cultivo de tabaco fue de 6.079 millones de pesos. La cadena produce un promedio anual de 125 mil toneladas, de las cuales la inmensa mayoría se exportan. Además de cobrar esas ventas, el Fondo Especial del Tabaco (FET) reúne desde hace medio siglo una gran recaudación (se forma con 7% del valor de cada atado de cigarrillos vendido) para subsidiar los precios a los productores. Son cientos de millones de pesos más que no ofrece el cannabis.
“En los años 90 ya se probó con otras actividades, oportunidad en la cual se hicieron grandes inversiones y por diferentes causas no tuvo éxito por eso los productores son muy cuidadosos”, advirtió Pascuttini, sereno.
Parece una pelea entre gente que fuma diferentes cosas. ¿Quieren una seca?