La cabaña de búfalos Pedro Silva se ubica en Paso Florentín, General Paz, a 108 kilómetros de Corrientes Capital. Allí funciona el CIIAB, el primer Centro Integral de Inseminación Bubalino de Argentina, que es representante comercial de semen y embriones para Argentina, Paraguay, Bolivia, Chile y Uruguay de GB GENETICS/COFA, Italia.
Uno de los motivos para que este lugar pueda existir es la mansedumbre que han logrado con los animales. María Nilda Silva es la responsable de esta característica y, más allá de toda técnica, asegura que la clave es tratar a los animales con respeto y mucho amor.
“El 19 de diciembre de este año se cumplen seis años de mi vida dedicada a este trabajo”, describe Nilda. “No fue para nada fácil y hasta parecía tonto o inútil esto de amansar búfalos. Pero gracias a la dedicación y a una constancia a prueba de todo, lo tonto pasó a ser importante, al punto tal que es esta mansedumbre y calidad de animal que hemos logrado lo que nos ha permitido caminar con ellos en la pista de Palermo”.
Lo curioso es que Nilda no tuvo toda una vida de campo que habría preparado un camino natural para dedicarse a los búfalos. Para nada. Es más, según cuenta, ella vivía una vida muy tranquila en la ciudad, crío a sus hijos (que ya son todos profesionales) y un día se enteró de que recibía como herencia un campo en la zona de Paso Florentín.
En medio de la sorpresa, uno de sus hijos le dijo: “Qué lindo sería criar búfalos, mamá”. Y ahí nomás la idea empezó a crecer en esta mujer que ahora acompaña los partos de las búfalas y se gana su confianzaa de manera tal que le permiten acercarse a sus crías como si nada.
“Esto no es una explotación ganadera. Iniciamos hace 5 años y no conocía a los búfalos. Hoy estamos dedicados a hacer genética. Es decir que no vendemos a carnicería, ni castramos ni cortamos cuernos. El fin comercial es la venta de pajuelas de semen de nuestros reproductores, todos con pedigree corroborado por la Sociedad Rural Argentina”, explica.
“Este es el primer centro de inseminación bufalino de la Argentina, no hay otro y además de vender semen localmente exportamos a Uruguay, Paraguay y Bolivia”.
Nilda cuenta que le gustan muchos los animales y que si bien no cursó un entrenamiento formal fue aprendiendo mucho gracias al trabajo que realizan junto a la a la Universidad del Nordeste. Además de aprender sobre los búfalos en sí también fue adquiriendo conocimientos sobre la sanidad “extrema” que se debe tener en una cabaña. Es por eso que no suelen incorporar animales de otros lugares (por la sanidad) y porque no responden a sus requerimientos de calidad. Van reemplazando el plantel viejo por el nuevo y ya tienen la tercera generación. Una búfala puede seguir pariendo hasta los 15 años.
“El trabajo de amansamiento de la hembra es muy importante para poder hacer contacto directo con el bucerro (la cría del búfalo) desde que nace para que me tengan confianza. Hacemos la Raza Mediterránea y la Murrah, y es importante para el manejo y ordeño”, dice, al tiempo que aclara que si bien no hacen tambo las ordeñan para saber cuánto produce cada una. Con la leche elaboran yogur, muzzarela y postres para autoconsumo, y una parte se la dan a la Universidad para sus ensayos.
“En todo el mundo la búfala es doble propósito, leche y carne. En Italia se usa mucho la leche para quesos y otros productos”, detalla Nilda. “Por nuestra parte le estamos devolviendo la leche a la búfala y hemos creado un subgrupo de toros altamente lecheros para el que quiera semen para dedicarse a la lechería”.
Los machos del rodeo que tienen son reproductores y se colecta el semen, no hacen monta. Son toros de más de mil kilos y, gracias a su mansedumbre, los profesionales trabajan tranquilos para lograr la eyaculación en vagina artificial. “Se trabaja con mucho cuidado y el toro cree que ha eyaculado en la vagina real, así que no hay sufrimiento ni frustración”, explica Nilda.
“En nuestro establecimiento hemos podido demostrar que se puede ser amable con el animal y con el medioambiente, hemos comprobado que se puede lograr buen trato animal y para ellos una buena vida donde nadie les pega ni les grita”, enfatiza.
“El hecho de haber podido compartir con las futuras madres los últimos meses antes de parir y acompañarlas en el parto crea lazos de confianza y es muy importante para el manejo y la mansedumbre”. Durante los partos Nilda pone el despertador cada dos horas para hacer el seguimiento del proceso que se desarrolla paso a paso (y no de un momento a otro) y hasta ahora no han tenido problemas de parto.
Ante la pregunta curiosa de esta cronista de cómo hace en la práctica para amansar a los búfalos, Nilda, con simpleza, responde que la clave es el cariño: “Les hablo bajito al oído, les canto, les doy caricias, los cepillo… cuando están en grupo les hablo a todos, me lamen, me chupan la ropa y el pelo… hasta me tengo que poner un turbante porque si no ya estaría pelada (risas)”.
“Yo vivía en la ciudad, mis hijos ya eran grandes y un día me encontré haciendo esto, que es maravilloso. Nunca me imaginé que justo yo iba a terminar viviendo en el campo y criando búfalos con tanto amor”.