Nuestro querido colega Fabricio Gonzalez cubrió las alternativas de la jornada virtual del IPCVA sobre el potencial ganadero de Río Negro y la Patagonia Norte. Luego escribió esta crónica que describe las limitaciones actuales -un clima inestable, con sequías o grandes nevadas, sobre suelos frágiles que tienen una receptividad de solo 1 animal cada 60 hectáreas- y compara con lo que podría suceder a futuro si la región realiza los manejos y las inversiones necesarias para crecer en superficie bajo riego.
Por Fabricio González
Una climatología inestable y extrema, suelos pobres y una demanda insatisfecha son los elementos dominantes en la actividad ganadera del norte de la Patagonia. Al menos, fueron los ejes que abordaron algunos de los especialistas que se sumaron al ciclo “Seminarios Virtuales”, del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA), que en este caso se denominó “La Ganadería Arrancó con todo en el Alto Valle”.
Contrasta el presente, casi escuálido como los espinudos alpatacos, con el futuro que se abre para las inversiones que avanzan sistematizando y poniendo bajo riego campos de muy bajos rendimientos.
En una punta está el manejo “como hacían nuestros padres o nuestros abuelos”, como indicó el profesor de la carrera de agronomía de la Universidad Nacional del Comahue (UNCo), Federico Boggio, y en la otra la eficiencia de Agropecuaria Don Manuel, que tiene una tasa de preñez del 93% en 381 hectáreas bajo riego en la zona de Valle Azul.
Pero mientras los emprendimientos de vanguardia son eso, una vanguardia, “tenemos problemas en la obtención de agua”, dice el técnico del programa ganadero de la provincia de Río Negro, Pablo Cascardo. El también es quien hace notar que “estamos en una zona seca de transición” y que “existe una disparidad climatológica”, marcada por “eventos extremos”, como las sequías de hace unos 15 años que diezmaron los stocks provinciales.
Las lluvias tampoco son parejas, y van de los 250 a los 400 milímetros en las zonas ganaderas de la provincia. Eso se traduce en una producción de materia seca de unos 350 kilos por hectárea al año.
Hoy, el partido de Patagones y Río Negro, tienen el 75% del total de cabezas bovinas de toda la Patagonia, y los campos están “al límite de la sustentabilidad”. O sea, no le entra una vaca más al rodeo provincial de 750.000 cabezas.
El desafío es “mejorar los índices reproductivos”, sin dudas, o multiplicar los panes, como propone el agrónomo Federico Boggio, docente universitario y uno de los titulares de la consultora Halkis SRL. Para ello predica los beneficios del “manejo holístico” de los pastizales, algo que ha prendido casi de manera espontánea entre algunos veteranos grupos de Cambio Rural de la zona de Río Colorado, quienes han comenzado con estas prácticas.
Boggio, queriendo o no, tiró mordaz: “Partiendo de recursos sin impuestos, como el sol y alguna que otra nube que pasa” se debe atender a la “cadena débil” de la ganadería rionegrina, con lluvias promedio de 300 mm y unos 220 kilógramos de materia seca por hectárea y por año. Números algo disonantes respecto de los de Cascardo.
Lo cierto es que estos campos, “nos permiten 1 animal cada 60 hectáreas”, y sobre esa realidad no hay discrepancias. Y por lo tanto, “se produce 1 kilo vivo por hectárea y por año”. Todo en un marco de “un manejo desactualizado de los campos, como lo hacían nuestros padres o nuestros abuelos”.
Boggio también coincide en que las lluvias “con variables y cíclicas”, y entonces despliega los conceptos del manejo holístico: Evitar el pastoreo hasta las raíces, la clave es el tiempo, planificación del pastoreo, y contemplar los períodos de descanso.
Dice que para conceptualizar el manejo holístico, se tomaron “referencias (de manejo), anteriores a la ganadería moderna”. De todos modos, gráficos en mano, indicó que “se puede duplicar la receptividad”.
Receptividad es la palabra mágica en estas extensiones polvorientas barridas por los vientos del oeste. Consignó, acompañado de una foto de una majada, que encabezó una experiencia que pasó de 220 kilos de Materia Seca al año a 400 y 440 kilos en un plazo de 4 años. Y así se pasaría de 1 a 7 kilos producidos por hectárea por año “con las mismas lluvias”.
Por lo pronto, en Patagonia hay 25 establecimientos que están experimentando con estas prácticas.
Santiago Villalba también puede dar muestras de que Río Negro es una tierra de climas extremos, con períodos prolongados de sequías. El es uno de los técnicos que lleva adelante el “Encierre Comunitario” de Río Colorado, que para ponerlo en términos corrientes, se trata de un feedlot estatal que surgió para evitar que los ganaderos de la zona perdieran todo su capital en las sequías que se dieron en torno al año 2005.
“Había una emergencia”, recordó Villalba otro momento extremo de la climatología regional, y repasó que en ese momento unificaron esfuerzos la Sociedad Rural local, el Ministerio de Agricultura de la Provincia, el gobierno nacional, el INTA, SENASA, la municipalidad y el colegio de veterinarios. Y hasta un privado, que en 2008 donó 20 hectáreas para que se desarrolle este establecimiento, que hoy ocupa a 3 personas, tiene un administrativo ad honorem en la rural local, y un técnico y responsable que aporta la provincia.
A pesar de ser público, el servicio no es gratuito, y se estableció un canon que engrosó un fondo de infraestructura. En la práctica, el 50% de los productores de la zona aledaña a Río Colorado han usado los servicios del encierre, y son unos 300. Pasan por año poco más de 4.000 animales y los animales han ganado unas 4.000 toneladas de carne, lo que se traduce en 20 millones de pesos en Valor Agregado, según estimaciones de este año.
Postales de Río Negro: “El primer feedlot socialista de la Argentina”
De la exposición también participó el Veterinario Leonardo Waridel, que forma parte de la sorprendente experiencia del frigorífico cooperativo JJ Gómez, que surgió luego que 15 operarios se hicieran cargo de las instalaciones del quebrado frigorífico de General Roca, Fricader. Luego que en el gobierno de Mauricio Macri fueran barridas varias pseudo cooperativas cárnicas (había unas 30), dos o tres quedaron en pie, y el “Frigorífico JJ Gómez” fue uno de ellos. Hoy, ya obtenido el tránsito federal, ocupa un lugar estratégico a mitad de camino entre las zonas ganaderas y los grandes centros urbanos del Alto Valle, como el conglomerado Neuquén que ya tiene 1 millón de habitantes. De aquellos 15 bravos de hace 20 años, hoy son 80 operarios y la planta es la única en la región que puede realizar faena simultánea de ovinos, porcinos y bovinos.
Hacia el este de la provincia, en un área sobre la cual los enólogos más expertos del mundo han posado su mirada y comenzado a realizar las primeras inversiones (pueden googlear los vinos “J Alberto” y “Noemia”), se abren paso las inversiones fuertes, como las realizadas en el establecimiento Agropecuaria Don Manuel, ya célebre por alguna aparición en medios nacionales. Han logrado poner bajo riego 380 hectáreas en un campo de Valle Azul, un punto medio entre el Alto Valle y el Valle Medio.
Allí la tasa de preñez es del 93%, los paneles solares abastecen de energía las bombas de riego y se pesa una vez a la semana la cantidad de alimento que ingieren los animales. Se han atrevido incluso a la siembra aérea sobre el maíz, pero tuvieron problemas porque en un momento hubo que cortar el riego para picar el maizal.
Don Manuel, como otros establecimientos similares que existen en valle medio (desde el aire se los distingue por esos soles verdes de alfalfa surgidos del sistema de riego por pívot central), son el telón corrido que permiten vislumbrar el futuro ganadero de Río Negro: Grandes extensiones, tierra a bajo precio, y agua para riego. Clima seco (ideal para un feedlot) y un mercado insatisfecho. La región produce el 50% de lo que produce y Vaca Muerta, con todos sus petroleros bien remunerados, se encuentra en el peor de los casos a 250 kilómetros de los potreros.
Desde hace 5 años ronda por los despachos gubernamentales un estudio presentado por la Organización de la Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el gobierno de Río Negro y el Programa de Servicios Agrícolas Provinciales (Prosap) a través de la Unidad de Cambio Rural, el cual determinó que en la Argentina se puede ampliar la superficie de tierras bajo riego en 1.560.000 hectáreas más, de las cuales 915.000 serían viables económicamente. De ese total, 411.000 hectáreas se encuentran en Río Negro, lo que representa un 45%.
No por nada el gobierno provincial está ejecutando dos estaciones transformadoras. No están en un parque industrial, ni junto a una gran ciudad, sino casi en el medio del campo. Una, en el paraje “El Solito”, donde estoico sobrevive -sin luz ni internet-, un bolichero que a fuerza de molinitos de vientos puede ofrecer alguna que otra bebida fresca. A valores del 2018, la inversión proyectada es de 170 millones de pesos, para llevar a lo largo de 145 kilómetros, una línea de 132 KV desde Pomona hasta Conesa, con dos estaciones transformadoras. Ahí, bajo esos cables, están las 400.000 hectáreas que el estudio presentado por la FAO indicó como rentables si se ponen bajo riego.