En una charla organizada por los grupos Crea (Consorcio Regional de Experimentación Agrícola) se realizó un análisis sesudo sobre los desafíos que tiene por delante el sector productor de aceitunas de mesa, que es una importante economía regional para varias provincias.
Uno de los grandes ejes del debate pasó porque Brasil sigue fijando el precio del producto, debido a la alta dependencia de las exportaciones argentinas hacia ese mercado. Se coincidió en que la estrategia nacional debe ser salir a buscar otros mercados, atendiendo a agregar valor. Eso por el lado de los precios. Por el lado de los costos, y debido a la creciente dificultad para encontrar mano de obra, se definió como prioridad tratar de mecanizar aún más su proceso de cosecha.
El encuentro virtual fue encabezado por el Crea Valles Cordilleranos y contó con la participación de cuatro referentes: Javier Dufourquet, agregado agrícola en Brasil; Ricardo Márquez, gerente de una firma olivícola en La Rioja; Rafael Pleite, de Global Olive Consulting, de Sevilla; y Gastón Pironi, de Pirimpex International Trading Argentina, una empresa de representación comercial.
Desde siempre, el principal proveedor de aceitunas a Brasil es Argentina. Por eso, todos coincidieron en que las relaciones comerciales con ese país deben continuar siendo buenas. “El importador brasileño tiene una preferencia sobre el modo de elaboración de la aceituna en Argentina, similar al que tiene España, lo que nos da un plus a la hora de competir”, afirmó Pironi. Pero advirtió que “la competencia, tanto de Perú como de Egipto, resta” mercado a las aceitunas locales.
¿Es positiva tanta dependencia con Brasil? Dufourquet analizó que “desde Fundación Exportar se trabajó mucho para salir de ella, porque, en muchas ocasiones, Brasil pasó a competir con nosotros al pasar de exportador a productor de volumen. En este punto, los mercados del Caribe, México o Estados Unidos siempre recepcionaron bien nuestras aceitunas”, remarcó.
“Creo que Argentina debe tener más un nicho de volumen que de precio, y debería salir a buscar otros mercados”, agregó el agregado agrícola, aunque explicó que “desde Argentina estamos trabajando con misiones específicas que consisten en tener reuniones sectoriales, porque, de los 26 estados que tiene Brasil, las aceitunas argentinas llegan a 4 de ellos: Minas Gerais, Porto Alegre, Río Grande do Sul y Curitiba”.
“Brasil tiene 210 millones de habitantes. Por eso creo que podemos hacer un trabajo más fino barriendo otros estados. Hay que analizar las estadísticas y hacer una estrategia de promoción”, describió.
Pironi se mostró más pesimista. “Creo que la dependencia con Brasil es alta y las estadísticas así lo indican. El año pasado el 75% de aceitunas de mesa fue a Brasil. En lo personal, siempre tratamos de abrir mercados. Lo que ocurre es que mercados como Centroamérica, Australia o España pagan tasas de importación mucho más altas que nuestros competidores. Entonces, sin acuerdos comerciales, es muy difícil competir”, describió el broker.
Como dato positivo, Pironi dijo que “empezamos a vender aceitunas de manzanilla a España, lo que permite abrir la brecha y aumentar el volumen en terceros países, por fuera de Brasil. Pero, una vez más, los costos para llegar mas lejos son mas altos, y esto termina incidiendo en el valor del producto final”.
Ver: Mal año para el olivo: La cosecha para aceituna de mesa y aceite caería cerca de 30%
Para el español Rafael Pleite, “Argentina tiene el lastre de que está atada a las fluctuaciones monetarias. Siempre hay mercados de alto valor agregado acostumbrados a pagar bien por los productos y te doy un ejemplo: el año pasado visité por primera vez Australia, y los precios de venta en góndola de variedades de aceitunas tanto verdes como naturales duplicaban el concepto de precio que tenemos en Brasil”.
¿Cómo captar entonces esos mercados? “Debemos dar valor agregado para llegar a países con alto poder adquisitivo. No podemos seguir vendiendo aceitunas con carozo a granel cuando hay países con potencial para comprar algo distinto a lo que se ofrece actualmente”, explicó Pleite.
Entre los disertantes, se coincidió en la necesidad de que el productor primario reconvierta su modo de producción a cosecha mecánica. “El concepto de industria 4.0 le obligará al productor primario a ser más eficiente en trazabilidad”, declaró Pleite.
Ahora, ¿es imaginable lograr una cosecha 100% mecanizada? “Hay un tabú tendiente a creer que cosechando así se pierde calidad. Todo lo contrario. La mecanización arroja aceitunas de primera y de segunda, pero toda la aceituna es vendible, nada es para descartar. Todo responde a la baja de costos. En este punto, es en la cosecha mecánica en donde podemos hacer la diferencia. En nuestra empresa tenemos plantas de 12 años y el 85% a 90% lo hacemos de modo mecánico”, manifestó Márquez.
Acerca de los cambios que deben darse para lograr la mecanización total en las variedades de mesa (ese sistema de cosecha es mucho más habitual en los olivos para elaborar aceite), Márquez dijo que “debemos apoyarnos en certificaciones de calidad. De a poco las fincas deberán tener certificaciones BPA (Buenas Prácticas Agropecuarias) y tendrán que que salir de la zona de confort”.
“Esto de la cosecha mecanizada es a prueba y error. El agricultor debe mejorar la calidad, controlar las plagas, trabajar mucho en podas y cosechar en el momento justo, tener maquinaria confiable y hacer despachos rápidos.
El industrial, por su lado, tiene que hacer inversiones en maquinaria de recepción que limpie ramas, hojas, etc. Ambos deben cambiar cosas”, añadió el productor CREA.
El español Pleite destacó que en Europa “se están consumiendo más aceitunas desde que arrancó la cuarentena”. Explicó que, más allá de que el lema en España es ´se venden todas, hasta las buenas´, en alusión a que ese país consume todo tipo de calibres y calidades, ahora “se está dejando de consumir la aceituna con hueso para pasar a una demanda mayor de aceitunas rellenas, desguazadas. En Grecia, Egipto y Turquía sucede lo mismo”.