El gobierno de Alberto Fernández finalmente se dio el gusto de subir las retenciones a la soja del 30 al 33%, lo que marca casi a la perfección aquello de que 1 de cada 3 camiones que salen de los campos van a parar a las arcas fiscales. Este año se recaudarían con esa medida unos 400 millones de dólares adicionales, que se sumarán a los 5.500 millones que ya aporta la oleaginosa. El argumento principal para este nuevo manotazo fue la necesidad de equilibrar las cuentas fiscales, sobre todo frente al peso dramático de la deuda heredada de Mauricio Macri. Sin embargo, según el propio gobierno, será muy poco el dinero que le quedará, porque al menos por este año reintegrará buena parte de esa plata por vía de supuestos beneficios para los productores.
No importan las declaraciones ni los entrecomillados de dirigentes rurales o de funcionarios. Todos ellos intentaron llevar agua para su propio molino. Luis Basterra, el ministro de Agricultura, recibió a los dirigentes de la Mesa de Enlace con quienes había prometido negociar, pero al final negoció bastante poco. Luego de eso, dio su primera conferencia de prensa desde que se inició el mandato. Todo un símbolo. Por primera vez se sentía ganador. Y de hecho más o menos lo fue, al menos hasta ahora. Es que finalmente le pudo ofrecer al presidente el incremento máximo de retenciones a la soja y sus subproductos que había autorizado el Congreso en diciembre pasado. El soñado 33% Y eso, sin paros agropecuarios ni grandes protestas agropecuarias. Al menos por ahora.
Victorioso, sí, sobre todo porque dejó tras estos amagues de negociación la mejor postal que puede obtener un gobierno peronista: una dirigencia rural maltrecha, alejada del humor de sus representados y claramente dividida. La mejor prueba de esta división fue un comunicado que la Federación Agraria mandó a los periodistas justo a las 14, en la mitad de la reunión. El comunicado ratificaba la importancia que para la entidad tenían las economías regionales. Para esa hora, el gobierno ya había anticipado que compensaría la suba del tributo a la soja a cambio de rebajas a varios cultivos de ese tipo de economías. El propio Alberto lo había hecho. Fue ese comunicado toda una ofrenda de paz de la entidad usualmente más belicosa, aunque ahora esté bastante devaluada.
Qué quiere que le diga, señora. La rebaja de las retenciones a las economías regionales que anunció Basterra a los dirigentes de la Mesa de Enlace son positivas y necesarias, pero en la inmensa mayoría de los casos se trata de correcciones que en algún momento el gobierno debía hacer, porque muchos cultivos habían quedado mal ubicados en la primera suba de retenciones -la más importante- decidida en diciembre por el gobierno, ni bien entró en funciones.
Por ejemplo, bajarán las retenciones a la lana, a la carne de cerdo, a los corderos, a los pollos. Son todos productos que pagaban 9% y que ahora tributarán entre 5 y 7%, como antes del cambio de gobierno. Lo mismo sucede con varios cultivos regionales, como el maní, el arroz, las legumbres, el pisingallo, el maíz flint, algunos cereales menores. Quizás la única sorpresa real sea la consideración del girasol como un cultivo regional al cual también se le reducirán retenciones. Siempre fue maltratada la flor más bella, equiparando las alícuotas del tributo con las de la soja.
Para el caso de la carne vacuna, donde se había avanzado bastante en la definición de alícuotas diferencias, de 5% para las carnes más elaboradas y de 12% para los corte con hueso (especialmente pensando en trabar los envíos de asado que se van a China), ese proyecto quedó en carpeta por ahora. Según Basterra, se consideró que no sería necesario porque en las últimas semanas había habido una corrección de los precios pagados por China por los cortes con hueso. Por eso se mantendrá una retención pareja del 9%, como la vigente.
Tampoco se producirán cambios para los embarques de trigo y maíz, que permanecerán en 12%. La estabilidad de esta alícuota, que por la ley del Congreso podía ser elevada hasta 15%, fue presentada como una concesión del gobierno a los productores. Pero está claro que hay que ser un poco boludo para aceptarla como eso, ya que ambos cereales no tributaron retenciones hasta agosto de 2018 y después lo hicieron en descenso (por efecto de los 4 pesos por dólar exportado), de un 11% inicial al 6,7% en diciembre pasado. En definitiva, ahora pagan el doble que hace tres meses.
No fue lo único que se llevaron los dirigentes rurales que priorizaban negociar con Basterra algunas cosas y que se imponen en número a los que añoran un escenario belicoso como el de 2008, con el que sueñan solamente unos pocos.
Sucede que en la reunión también comenzó a tomar forma la tan renombrada “segmentación”, que como es imposible de aplicar (siempre lo supimos) comenzó a denominarse con palabras no muy queridas por los productores, que suelen ser muy orgullosos de vivir solo de lo suyo, jamás de prestado y menos de subsidios. Comenzaron a cobrar forma las tan mentadas “compensaciones”.
En otra nota explicaremos mejor de que se trata. Básicamente el gobierno prometió devolver varios puntos de retenciones a los 42.406 productores más pequeños de los 57.290 productores de soja que tuvo el país en la campaña anterior, la 2018/19. Son el 77% del total de los productores, pero representan solo el 23% de la soja. Y es que son los que han producido hasta 1.000 toneladas de soja en la campaña pasada. Todavía todo está muy fresco y falta mucha letra chica por escrudiñar. Pero según este esquema (que los funcionarios presentaron muy por arriba frente a los ruralistas) habrá productores muy pequeños (de hasta 100 toneladas o aproximadamente 25 hectáreas) que recuperarán 12 de los 33 puntos por retenciones cobrados a la soja, para terminar tributando 21%.
Y así: los de hasta 200 hectáreas tendrían una devolución que llevará la retención a 24%; los de hasta 300 toneladas una de 27%; los de hasta 400 toneladas una de 28%; los de hasta 500 toneladas una de 29% y los de entre 500 y 1.000 toneladas una retención del 30%, semejante a la que pagan hasta ahora. Todo en potencial, porque nunca se sabe, solo 14.884 empresas o grandes productores terminarán pagando el 33% tan soñado por las autoridades.
Pero aquí la confesión: esta suba de tres puntos a la soja (que Alberto podrá ofrendar a los suyos como una victoria frente a la más rancia oligarquía) no dejará casi nada de dinero a las arcas del Estado, pues finalmente -según los cálculos oficiales- se gastará en estos gestos a los productores (tanto en compensaciones como en rebajas de algunas retenciones) casi tanto dinero como se esperaba recaudar, unos 400 millones de dólares este año. A lo sumo, admitieron cerca del ministro de Agricultura, quedarán unos 30 millones para colaborar con las cuentas de Martín Guzmán.
El resto se gastará, desde el relato del gobierno peronista, en establecer ciertas lógicas distributivas dentro del propio sector agropecuario, donde no todos son los mismo, donde hay chicos, grandes y medianos.
Habrá que ver como funcionan las medidas. Pero a priori, conociendo la historia reciente de este tipo de iniciativas, pueden encontrarse miradas diferentes. Una de ellas será que el dinero que el gobierno resigna en estas medidas se gastó en un objetivo mucho más deseable para quienes ostentan hoy el poder: mostrar una Mesa de Enlace dividida por las dádivas y lejana de los intereses de los propios productores.
Los tiempos de la negociación han terminado. La suba de las retenciones a la soja son un hecho, y medidas paliativas para los pequeños productores son por ahora una promesa.
Ahora quizás llegue el momento en el que hablarán los productores.
Vayan y corten rutas.
Las mismas rutas que sus camiones destruyen
Las mismas que no se arreglaran porque no quieren pagar impuestos.
PD
Si pierden plata, vendan. Siempre habrá alguien con ganas de trabajar y ganarse la vida honestamente
Jose,
Sos un resentido y posiblemente de alguna ciudad -muy lejos de la naturaleza- por eso no entendes, la incertidumbre y la lucha para sacarle a la naturaleza la produccion agropecuaria, tampoco los grandes subsidios que reciben los productores europeos y norteamericanos. Tampoco sabes que Brasil, Paraguay y Uruguay no tienen retenciones y que aca a los productores les rompen el orto con los impuestos.
Trata de informarte antes de calumniar, asi no decis tantas pavadas juntas