La fábrica CongelAR fue emblemática en los años noventa: allí se produjeron por algún tiempo las primeras verduras súper-congeladas del país, que se vendían en bolsitas listas para guardar en el freezer. Ahora es una costumbre extendida, pero en aquel momento eran pioneros.
Quizás por ser tan adelantados les fue finalmente mal y cerraron la planta. Lo más probable es que haya sucedido porque producir se hace cuesta arriba en la Argentina. Lo cierto es que la fábrica, ubicada en la zona de santa Rosa de Calchines, en la llamada costa de Santa Fe, permaneció abandonada por más de una década. Es que “era algo absolutamente novedoso para lo que era el congelado en nuestro país. Luego fue perdiendo fuerza, tuvo muchísimos problemas y eso afectó a todo el pueblo”, relató Oscar Sosa a Bichos de Campo.
Sosa y su familia venían de trabajar en el comercio de la frutilla, que es muy fuerte en Coronda, también dentro del territorio santafesino. Hace un tiempo ellos decidieron apostar a la reactivación de esa vieja planta industrial, ahora reconvertida a un lavadero de zanahoria y a una industrializadora de frutillas para industria.
Mirá el reportaje completo realizado a Oscar Sosa:
El emprendedor nos contó que la fábrica “estaba abandonada totalmente, hasta que hace cinco años se nos ocurrió que podíamos trabajar aquí porque ya veníamos desarrollando una tarea con frutillas”. El proceso de reconstrucción de la vieja Congelar no fue tarea fácil y todavía está a mitad de camino. La planta “estaba muy venida a menos y totalmente abandonada. Pero de a poco, con el trabajo propio y con ayuda de los empleados pudimos hacerlo”, manifestó Sosa.
Junto a su esposa Mariana y sus dos hijos mayores, la familia se turna para mantener abierta llas 24 horas de cada día. “Trabajamos codo a codo, todo el día y en temporada (de frutillas). Uno tiene que estar alerta, por eso nos turnamos para estar disponibles ante cualquier eventualidad que pudiera ocurrir”, remarcó el empresario.
¿Y qué se hace en la planta? En principio, aprovechar la enorme cantidad de frutillas que, por no tener calidad comercial, no se pueden comercializar en fresco en el mercado local. “Acá despalillamos, lavamos y acondicionamos las frutillas para industria. Las vendemos a algunas dulceras grandes, o a empresas que hacen productos para las empresas lácteas. Hacemos todo como lo pidan de acuerdo a la época del año”, destacó Sosa.
La zona productora de frutillas por excelencia en Santa fe es Coronda, ubicada en el centro este provincial. Por eso, hasta ahora todas las industrias dedicadas al procesamiento de la fruta estaban ubicadas allí. Sin embargo, Sosa aseguró que la zona costera santafesina donde se ubica Congelar, la plantación de frutillas toma cada vez más auge. “Se están plantando unas 100 hectáreas con frutillas. Por eso, cuando el mercado fresco no da más para recibir toda esa frutilla, hay que industrializarla”, relató.
Desde inicios de octubre arranca el grueso de la producción de frutillas. En este período, Sosa comentó que “vendemos la fruta lavada, cubeteada y en fresco, porque algunas dulceras prefieren la elaboración con fruta fresca, ya que aseguran que la calidad obtenida es muchísimo mejor”.
Santa Rosa de Calchines no produce solo frutillas, sino que también es una importante zona productora de zanahorias. Por eso en la planta también funciona un lavadero, donde esa hortaliza se selecciona y se embolsa: queda lista para comercializar.
Para Sosa, sin embargo, la industrialización de zanahorias es “algo pendiente”. Explicó que “industrializar la zanahoria nos evitaría tirar el 30% o 40% de la producción, que es el descarte. No es que se tira totalmente todo, ya que con parte de eso se le da de comer a las vacas, pero sí que se podría aprovechar mejor”.
En donde encuentra un gran mercado la zanahoria, según Sosa, es en “el cubeteado congelado para hacer la jardinera o cualquier tipo de ensalada. También se pueden hacer snacks con zanahoria, que es algo que está tan de moda. Pero todo eso nos llevará tiempo. Lamentablemente la Argentina de hoy no brinda créditos, no tenemos apoyo financiero de ningún tipo. Todo lo que se hace acá es a pulmón”, se quejó.
“Nosotros sólo sabemos invertir en esto, que es nuestra vida. Es lo que hacemos y queremos ir mejorando. Para eso, todo el dinero que nos sobra se reinvierte aquí. Sin lugar a dudas que si hubiera créditos esto sería más rápido. Yo siempre digo que nosotros estamos colgados de los cables, y así está toda la Argentina. Es así por la situación financiera que vivimos. Con un crédito a largo plazo y con facilidades de pago, podríamos producir más y mejor”, concluyó.