Mariano Winograd, experto en frutihorticultura, suele encender nuestros alertas cuando sucede algo novedoso en el sector que el mejor conoce. A veces nos cuenta las pálidas, ya que muchas actividades frutícolas son lamentablemente en la Argentina como especies en peligro de extinción. Pero otras veces nos advierte de fenómenos positivos que ilusionan. Es esto lo que retrata la última edición de Bichos de Campo para la televisión: la irrupción de una olivicultura de vanguardia en el sur bonaerense.
Mariano participó días atrás de un encuentro de dos días destinado a analizar y entender el arrollador avance que está teniendo la olivicultura de alta densidad, acompañada por una producción de almendros cada vez más intensiva, en torno a las localidades de Coronel Dorrego y Bahía Blanca. Luego, en diálogo con este medio, consideró esas innovaciones agronómicas como un “cambio de cultura”. Y explicó: “La verdad que en el medio de los campos de trigo y vacas haya olivares de alta densidad… Parece La Toscana”, en referencia a la productiva y legendaria región del centro de Italia.
Mirá la charla con Mariano:
No es que los olivos en Coronel Dorrego sean una novedad, sino que la novedad la constituyen los nuevos modos de producirlos. En rigor, Winograd recordó que los olivos son una postal histórica de la Ruta 3 desde 1945, cuando Juan Duarte, el hermano de Eva Perón, decide impulsar la implantación de grandes plantaciones de olivos en varias localidades. Una de ellas era la zona de Roberts, en el partido de Lincoln. Y la orea justamente en el sur bonaerense.
“Bueno, obviamente estamos hablando del año 45, y la plantación se hacía 10×10, 12×12, era una quinta de bajísima densidad que tardaba 10 años en entrar en producción. Obviamente debía corresponder a alguna situación de posguerra, cuando los montes de frutas en Europa, incluyendo olivares, almendrales, quedaron muy devastados, ya sea por abandonados, por falta de trabajo o porque le pasó un tanque por arriba”, describió el experto, que incluso marca que por Ruta 3 puede divisarse todavía una hilera de almendros que se correspondían con la quinta del influyente Juan Duarte, quien luego se suicidó.
“El lugar se llama El Perdido, y de las 7.000 hectáreas que iban a ser, se llegó a 1.500, de las cuales 750 permanecen”, completó Winograd sobre la vieja postal olivícola de esa región.

¿Pero qué está sucediendo ahora?
Algo totalmente distinto, que Winograd explica de este modo: “En Europa, la firma Agromillora de Cataluña, una firma dedicada a la genética con recursos profesionales salidos de los más encumbrados institutos de Cataluña, el IRTA y otros, decidieron que para darle competitividad al huerto olivícola y almendrícola en Europa, hacía falta reconcebirlo absolutamente”.
“Entonces, de 50, 70 o 100 plantas por hectárea, pasaron a 2.500 plantas por hectárea”. Es decir, multiplicaron por 25 veces la densidad de siembra de los viejos olivares y almendros.
¿Cómo se consigue esto? “Como lo habrás visto, eso se consige con un seto, una planta que tiene a lo sumo dos metros de alto, uno de ancho, las hileras entre sí van a cuatro metros ,y entre plantas a uno y medio, o menos”, nos explica el entendido.

-Pero para poner 2.500 hay que apretarlas y hacer distancias mínimas. Uno piensa que no van a crecer tan apretadas.
-No, el tema es que, al contrario, tenemos que evitar que la planta se nos vaya para arriba. Entonces, hay que ponerles un pie anisante, y hay que manejar la poda, y hay que manejar la luz, y hay que manejar el riego, y hay que tener una ecología adecuada.
Este modelo de olivicultura intensiva no se da en las regiones tradicionalmente productoras de la Argentina (como La Rioja o Catamarca) “primero porque es ineludible regarla todos los días, porque no llueve. Segundo, como el crecimiento es vertiginoso, hacer esto es muy complejo, y ni que hablar en almendras”.
“En cambio, aquí es posible. Y luego se encontraron con que resulta que el aceite de acá es del mejor del mundo. Se ganan todos los premios. El aceite de estas zonas cercanas al mar evoca al aceite de la Toscana”, celebró Mariano, sobre la irrupción de estos planteos en la zona de Coronel Dorrego.

“Almendra y oliva se puede hacer acá. Almendra de la Ruta 3 hacia el mar, porque es más sensible a la helada. Y oliva, del otro lado de la ruta también. Y hay una explosión de inversiones”, retrata. Winograd, que consideró que el costo necesario para montar una hectárea de este tipo ronda los 10 mil dólares por hectárea, lejos de los 30 o 40 mil de otras opciones frutícolas, aunque sin contar el valor de la tierra.
En el sur boanerense se habla de proyectos para implantar unas 7.000 hectáreas de olivos y almendros entre los trigales. Se llegará. Winograd está convencido y contagia su optimismo.
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