Antes de ser tronco, antes de ser rollo, antes de transformarse en tabla, tirante o resina, el pino es apenas una aguja verde de pocos centímetros. En Gobernador Virasoro, Corrientes, ese primer capítulo de la vida forestal ocurre bajo techo, con riego medido, sombra controlada y mucha paciencia. Es el vivero, la “nursery del monte”, donde nacen los árboles que sostienen a toda la forestoindustria.
En el vivero Huagro, Andrea Fernández, encargada de producción, lo explica como si fuese una niñera: “Casi el 80% de nuestra producción es pino, destinado a clientes de la zona que forestan para industria, resina o madera”. Allí, millones de plantines atraviesan un proceso que parece simple, pero que define buena parte del éxito o el fracaso del bosque futuro.
Nada de esto arranca al azar. La base es genética. “La semilla la obtenemos de fuentes como el INTA, principalmente de Montecarlo y Concordia, que nos proveen el material genético”, cuenta Fernández. De allí salen los distintos pinos que luego dominarán los campos del noreste: taeda, elliottii, híbridos y una estrella particular.
Entre ellos, hay uno que se volvió protagonista en los últimos años: el pino elliottii APR, desarrollado para alta producción de resina. “Es un material que se vende muchísimo en esta zona, porque la actividad resinera está en pleno auge”, explica. En otras palabras, no todos los pinos nacen pensando en la tabla, sino que algunos nacen pensando en la gota.
Las primeras semanas son las más delicadas en la vida de cada pinito. El plantín nace en contenedor directo y pasa sus primeros dos o tres meses dentro del invernáculo. Allí, la temperatura y la humedad se manejan con precisión quirúrgica. “En verano, acá adentro podemos superar los 40 grados, por eso usamos media sombra debajo del polietileno, para amortiguar el calor”, detalla Andrea.
En esta etapa, el enemigo puede ser cualquier cosa: hongos, malezas, exceso de temperatura o estrés hídrico. Cuando el plantín alcanza entre 10 y 15 centímetros, ya está listo para dar el primer gran paso de su vida productiva.
Mirá la primera parte de la entrevista con Andrea Fernández:
Si la nursery es el jardín de infantes, la rustificación es la primaria y secundaria juntas. Los plantines salen al exterior y quedan expuestos al sol, la lluvia, el viento y los cambios de temperatura. “Acá se preparan para el campo”, resume Fernández.
Durante entre cuatro y seis meses se ajusta el riego y la fertilización para que la planta se fortalezca. “La idea es que cuando llegue al campo pueda sobrevivir y adaptarse. Que no sienta el cambio”, explica. En total, desde la semilla hasta que el plantín está listo para plantarse, pasan entre siete y ocho meses.
Es, literalmente, el período en el que el pino “aprende” cómo será su vida durante los próximos 10, 15 o más años.
De lo que hay en un vivero, no todos los destinos son iguales. Los pinos taeda, como Marion y Livingston, están pensados para rollizos que abastecen aserraderos. El elliottii común sigue ese camino. El APR, en cambio, tiene futuro de resina. “Es el material que más cuidamos y el que más nos están pidiendo”, reconoce Andrea. “En los últimos cinco o seis años, la demanda explotó”.
La resina se extrae durante la vida del árbol, mucho antes de su corte final, y se convirtió en un ingreso clave para muchos productores de la región.
Mirá la segunda parte de la entrevista con Andrea Fernández:
Detrás del vivero hay algo más que plantines. La empresa madre, San Juan Corá, tiene cerca de 8.000 hectáreas forestadas, un aserradero propio y servicios de plantación a campo. “Es un circuito completo: producimos la planta, la llevamos al campo, la cosechamos y termina siendo tabla”, describe Fernández.

Pero no todo es gran escala. El vivero también vende pequeñas cantidades. “No tenemos mínimos. Hay colonos que llevan 20 o 40 plantas para hacer sombra para el ganado, cortinas o pequeños lotes”, explica.
Cuesta imaginar que esos palitos verdes, alineados en bandejas, algún día serán árboles gigantes. Pero todo empieza ahí: en una semilla seleccionada, en meses de cuidado bajo plástico, en la rustificación al sol correntino. Antes de ser madera dura, antes de ser resina, antes de ser industria, el bosque fue nursery.




