Este año se realizó en la localidad bonaerense de Carhué la segunda edición de la “Fiesta del Pan”, un evento organizado por los molinos Carhué y Tornquist, ambos integrantes del Grupo San Nicolás.
La persona detrás de esa iniciativa es Carlos Ares Sirera, presidente del grupo que tiene en su consejo asesor a David Hughes, Bernardo Piazzardi y Fernando Di Paolo.
La particularidad de la “Fiesta del Pan” es que, a diferencia de otros eventos característicos del sector agroindustrial, no está pensado como una acción de marketing propia, sino como un ámbito para construir capital social, ya que convoca a empresas, emprendedores, artesanos y artistas de la región sudoeste bonaerense.
¿Por qué invertir tanto tiempo y recursos en un evento abierto a la comunidad?, pregunto Bichos de Campo a Ares Sirera, un abogado especializado en derecho administrativo económico y mercado de capitales que, convocado para gestionar compañías en dificultades, fue sumando voluntades para configurar un grupo que, además de los molinos, está integrado por una empresa de paneles orgánicos para construcción en seco (AgroPlak), una distribuidora de neumáticos en Mar del Plata y un financiera, entre otras firmas.
“Los empresarios tenemos que buscar espacios en los cuales se recupere el sentido de la comunidad y donde se ponga en relieve el valor de lo regional”, explicó Ares Sirera.
Si bien gran parte de su carrera profesional estuvo ligada a la abogacía, siempre tuvo afición por los negocios, quizás una herencia de su abuelo, quien supo tener cuatro tiendas de ramos generales en diferentes localidades del sudoeste y oeste bonaerense.
“En cada una de las crisis económicas de la Argentina mi abuelo perdía una de sus tiendas; desde chico lo ayudaba con la parte contable y me enseñó mucho sobre el valor del esfuerzo y la dedicación”, recordó. También, seguramente, se trató de una experiencia valiosa sobre el valor de la diversificación en entornos inciertos y volátiles.
Ares Sirera quiere que otros empresarios de la región busquen iniciativas –el pan es una excusa válida, pero excusa al fin– para construir capital social, porque entiende que nada sólido puede erigirse sin ese activo que, si bien no figura en ningún balance, resulta esencial para poder contar con empresas y comunidades sostenibles.
“Tenemos un muy buen trigo en la región, mucho talento joven, emprendedores entusiasmados y necesitamos crear una marca regionalizadora que pueda poner en valor eso para poder proyectarnos hacia el futuro”, sostuvo.
El empresario cuenta que la palabra “fiesta” para organizar el evento no fue elegida al azar, porque todas las culturas tienen celebraciones cuyo origen –aunque muchas veces se haya diluido con el tiempo– está relacionado con cuestiones agrícolas, que son, justamente, la base de toda civilización humana.
“Los pueblos en la Argentina se organizaron y crecieron gracias a organizaciones de diverso orden que tenían como propósito construir comunidad, pero eso se fue perdiendo por el individualismo consumista y luego se agravó por las divisiones fomentadas por la política”, relató.
La “Fiesta del Pan”, precisamente, tiene como propósito recuperar el sentido de pertenencia e intentar contagiar el orgullo de formar parte de una comunidad, ya que en un ambiente saludable no tiene porqué haber controversias irreconciliables entre las diferentes aspiraciones personales o las preferenciales electorales.
Gran parte de la revalorización de lo comunitario se puso en valor durante la pandemia, cuando el empresario, junto a su familia, pudieron vivir en primera persona la enorme ventaja de enfrentar ese proceso traumático en Carhué –un pueblo de unos 10.000 habitantes– en lugar del “encerradero” en el que se transformaron las grandes urbes del país.
“Tenemos algo muy valioso en los pueblos y muchas veces no lo vemos porque estamos obnubilados por pulsiones consumistas o divisiones partidarias que, al final del día, nos aportan poco a nuestra existencia; es clave poder apreciarlo en su total dimensión”, resume Ares Sirera.










